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Peter Bogdanovich: el regreso de una leyenda maltrecha

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Lionsgate Films

Ramón Monedero - publicado el 24/07/15

Tras catorce años de inactividad regresa con Lío en Broadway, una comedia bastante tontorrona

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A finales de la década de los sesenta el cine estaba dando un volantazo de ciento ochenta grados. Acorralado ante el imparable avance de la televisión y atrapado ante el desmoronamiento del viejo sistema de los estudios, el cine parecía que ya no interesaba demasiado. Era mucho más cómodo y barato, sentarse en el salón de tu casa que desplazarse a una sala de cine. Además, tampoco había tanta diferencia entre lo que proyectaban en los cines y lo que se emitía por televisión.

Sin embargo esto cambió con la llegada de una nueva generación de directores jóvenes que al contrario que los viejos maestros clásicos, tenían formación universitaria, se habían criado con la televisión y los cómics y habían visto más películas que cualquier otro director. En esta oleada de directores se encontraban nombres decisivos como Steven Spielberg, Francis Ford Coppola, Brian De Palma, Martin Scorsese o George Lucas.

Estos eran los jóvenes porque en el fondo, el terreno ya se lo habían allanado cineastas algo mayores pero por aquel entonces en plena actividad como Arthur Penn, Robert Altman, Hal Ashby o Peter Bogdanovich. Hoy, casi nadie recuerda a estos realizadores pero fueron ellos los que prepararon ell terreno para que después pudieran venir títulos como El exorcista, El padrino o Tiburón.

Entre estos “abuelos” del llamado “Nuevo Hollywood”, había directores de toda índole y condición pero en general se trataba de cineastas educados en los parámetros del cine clásico que a la vez habían contribuido al nacimiento y despegue de la televisión. Peter Bogdanovich era uno de ellos, no necesariamente el mejor pero sí que, al menos, el mayor defensor de los viejos dogmas del “Viejo Hollywood” y probablemente el que mejor supo aunar métodos americanos con intenciones y parafernalia europea.

Su ópera prima, El héroe anda suelto es aún una pequeña maravilla por redescubrir aunque La última película sigue siendo su filma más aplaudido, una historia sobre la pérdida de la inocencia que parecía un largometraje francés rodado en Texas. A ésta le siguió ¿Qué me pasa doctor?, una encantadora comedia de enredo al más puro estilo de La fiera de mi niña, y después vino Luna de papel.

La crítica en general recibía con entusiasmo el cine de Bogdanovich, eran películas sinceras hechas desde el corazón de alguien que amaba profundamente el cine sin embargo las cosas se torcieron por el camino. Bogdanovich comenzó a tener continuos desatinos sentimentales y comenzó a perder el norte llevando a cabo películas mal planteadas y peor ejecutadas.

Con Por fin, el gran amor, Bogdanovich se empeñó en rodar un musical y en grabar los números en director, un suicidio logístico y económico desfasado desde los albores del sonoro. Y con Todos rieron, hubo un asesinato real en el reparto (la amante de Bogdanovich), el distribuidor se retiró y el director desembolsó de su propio bolsillo cinco millones de dólares para que la película fracasara dramáticamente y la crítica la despellejara. Aquello terminó de hundir económica y moralmente a Peter Bogdanovich.

Ahora, tras catorce años de inactividad regresa con Lío en Broadway, una comedia bastante tontorrona que, como de costumbre en el cine de su director, centra su atención en el mundo del espectáculo. Que la película sea mejor o peor es lo de menos, lo verdaderamente importante es la vuelta de un cineasta que seguramente, primero fracasó como persona, para después estrellarse como artista.

De ser recibido como un nuevo Orson Welles pasó a malvivir para telefilmes infumables y ser un don nadie. Seguramente aquello fue un verdadero baño de honestidad. Bogdanovich regresó a la crítica cinematográfica, publicó algunas obras de relevancia y ahora, con más de setenta años, vuelve con un estreno en condiciones y estrellas en su reparto.

Creo que Lío en Boradway, aunque desigual y repleta de trompicones, es una película honesta y sobre todo renovadora. Bogdanovich nos relata los líos de faldas, las miserias morales y las intrigas palaciegas del mundo del espectáculo con la condescendencia de alguien que sabe lo fútil y vanidoso de tan estúpidos conflictos. Tal vez por esto Lio en Broadway sea una película tontorrona como ha dicho algún crítico, y quizá precisamente por esto, sea una gran película. Ustedes deciden.

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