Durante la inauguración del Centro de Jóvenes por la Paz, monseñor Carlos Garfias Merlos, arzobispo de Acapulco (en el Estado de Guerrero, al suroeste de México) ha resaltado que en el país es preocupante que los jóvenes sigan siendo el sector más vulnerado por la violencia.
"Reconocemos en los jóvenes una realidad fundamental: son el camino de la esperanza para promover una nueva concepción de la cultura del amor y de la paz. Con su participación activa, su ímpetu y su espíritu incansable, los jóvenes merecen ser acompañados en su proceso de crecimiento y maduración", ha dicho monseñor Garfias Merlos.
De ser uno de los destinos de playa más importantes del mundo, Acapulco ha pasado, en pocos años, a ser una de las tres ciudades más violentas de América Latina. Y son los jóvenes entre 18 y 29 años los que pierden mayormente la vida en las actividades criminales y del narcotráfico.
Ayotzinapa: el momento crítico
"Como Iglesia nos hemos comprometido a atender y acompañar de manera cercana a los jóvenes, para construir juntos la nueva cultura del amor y de la paz", dijo en la inauguración del Centro el arzobispo de Acapulco.
Para el prelado mexicano, quien se ha distinguido por su lucha en contra de la violencia en el Estado de Guerrero, donde se encuentra Acapulco, en México tanto como en esa entidad existe una situación de emergencia social a raíz de la descomposición social que ha deteriorado profundamente la convivencia armónica y pacífica de nuestra sociedad.
Los factores que han propiciado la violencia son diversos y se remontan varios años atrás, la vida de la sociedad cambió radicalmente a partir del año 2005 cuando comienzan a darse en Acapulco una serie de asesinatos al modo de los grupos criminales. Eso fenómeno se ha extendido por todo el Estado.
"Sin embargo, dijo monseñor Garfias Merlos, el momento más crítico fue en el municipio de Iguala en el mes de Septiembre de 2014, cuando asesinaron a 6 personas y desaparecieron a 43 jóvenes estudiantes de la normal rural de Ayotzinapa, este acontecimiento ha marcado un tramo muy oscuro de nuestra historia que debe resolverse y jamás volver a repetirse".
La Iglesia católica, dijo el purpurado mexicano, no puede permanecer ajena a esta descomposición del tejido social acapulqueño, guerrerense y mexicano. Por eso mismo, la arquidiócesis de Acapulco ha emprendido un camino de pastoral para la paz, reconociendo su misión en un contexto de violencia e inseguridad, que la interpela y la desafía para dar respuestas pastorales eficaces.
Iglesia, víctimas y jóvenes
"Creemos que todos hemos sido corresponsables en la generación y el desarrollo de la violencia que padecemos y que podemos convertirnos en agentes de cambio a partir de acciones muy concretas en la construcción de la paz. Por eso, la Iglesia se ha preocupado por desarrollar un amplio programa basado en tres líneas estratégicas", dijo en la inauguración del Centro, el arzobispo de Acapulco.
La Iglesia católica está promoviendo una conversión pastoral hacia la paz; la prevención y reconstrucción del tejido social y el acompañamiento tanto como la atención de dos sectores en crisis y de alta vulnerabilidad; el primer sector, lo constituyen las víctimas de la violencia y el segundo, los jóvenes.
En opinión de monseñor Garfias Merlos, la aportación como Iglesia al proceso de paz en Guerrero pasa por una paz justa y duradera, por la justicia restaurativa y por la verdad, la justicia, el perdón y la reconciliación.
"Estos valores humanos tienen su fundamento en el evangelio de Jesús, son los pilares sobre los cuales se sustenta la paz que promovemos como Iglesia, no son de ninguna manera lineales, pero si son fundamentales para alcanzar la paz", terminó diciendo monseñor Garfias Merlos.
Hoy celebramos a...