Un millón de personas presenciaron la última predicación de Francisco en Ñú Guazú, Paraguay
El papa Francisco tuvo su última homilía ante 1 millón de fieles en Ñú Guazú, Paraguay en un altar hecho con los frutos de la tierra en memoria de las misiones jesuitas en el país. Fieles brasileños y argentinos se sumaron a los paraguayos en la misa multitudinaria hecha en el campo de una base militar, que perdió toda su belicosidad ante los cantos y alabanzas en español y guaraní.
Una predicación basada en la carta de presentación del buen cristiano ante un publico de campesinos, indígenas (17 etnias diferentes del país), enfermos y familias. El Papa enfatizó su predicación en la misión encomendada por Jesús a sus discípulos. Asimismo, señaló la hospitalidad y la lucha contra la soledad dos elementos de la vida cristiana. El discípulo, “invitado por Jesús a ser amigo, a compartir su suerte, a compartir su vida”.
La última misa del #PapaFrancisco en su viaje a Paraguay http://t.co/tXfaTbENoopic.twitter.com/35TX7eIj6t
— Aleteia (@AleteiaES)
julio 12, 2015
¿Cuál es la carta de presentación del discípulo de Jesús?
En su homilía explicó que el Evangelio “nos presenta la cédula de identidad del cristiano”, porque “Jesús llama a sus discípulos y los envía dándoles reglas claras y precisas. Los desafía con una serie de actitudes, comportamientos que deben tener”, indicó.
Jesús es preciso cuando dice a sus discípulos: «No lleven para el camino más que un bastón; ni pan, ni alforja, ni dinero… permanezcan en la casa donde les den alojamiento» (cf. Mc 6,8-11). Parecería algo imposible”.
Palabra clave: Hospitalidad
Más allá de las palabras «pan», «dinero», «alforja», «bastón», «sandalias», «túnica», expresó “hay una palabra clave” que traduce la experiencia del discipulado: “hospitalidad”.
“Jesús – continuó – como buen maestro, pedagogo, los envía a vivir la hospitalidad. Para después subrayar: “Podríamos decir que cristiano es aquel que aprendió a hospedar, a alojar”.
Jefes, poderosos no son los discípulos que quiere Jesús.
En este sentido, rememoró que Jesús no envía a los discípulos a ser “poderosos”, “dueños”, “jefes”, “cargados de leyes”. E indicó, por el contrario, “les muestra que el camino del cristiano es transformar el corazón”, es decir, el suyo y ayudar a transformar a los demás.
Por ello, indicó que hay dos las lógicas que están en juego, dos maneras de afrontar la vida, la misión. Aprender a vivir “bajo otra norma”. “Es pasar de la lógica del egoísmo, de la clausura, de la lucha, de la división, de la superioridad, a la lógica de la vida, de la gratuidad, del amor”, expresó.
Seguir a Jesús, significa vivir de otra manera: De la lógica del dominio, del aplastar, manipular, a la lógica del acoger, recibir, cuidar”, recordó.
La Iglesia de Cristo no es hacer mega proyectos y programas
Francisco aclaró que la misión de la Iglesia que quiere Jesús no es una “misión en base a proyectos o programas”. De hecho, enunció: cuantas veces imaginamos la evangelización en torno a miles de estrategias, tácticas, maniobras, artimañas”.
Así confirma que “en la lógica del Evangelio no se convence con los argumentos, con las estrategias, con las tácticas, sino aprendiendo a alojar”.
La Iglesia es madre de corazón abierto que sabe acoger, recibir, especialmente a quien tiene necesidad de mayor cuidado, que está en mayor dificultad.
La Iglesia, como la quería Jesús, es la casa de la hospitalidad. “Cuántas heridas, cuánta desesperanza se puede curar en un hogar donde uno se pueda sentir recibido”. Para eso hay que tener las puertas abiertas, sobre todo las puertas del corazón.
Una hospitalidad extendida a quien no tiene fe o la ha perdido incluso por “culpa nuestra”. “Hospitalidad con el hambriento, con el sediento, con el forastero, con el desnudo, con el enfermo, con el preso (cf. Mt 25,34-37) con el leproso, con el paralitico”.