, que hay sabiduría ahí”.
“Pierdan mucho tiempo en escuchar todo lo bueno que tienen para enseñarles –insistió-. Ellos son los custodios de ese patrimonio espiritual de fe y valores que definen a un pueblo y alumbran su camino”.
También habló de la necesidad de concretar los ideales, confesando que a veces a mí me da un poquito de alergia, o para no decirlo así en términos tan finos, un poquito de moquillo, el escuchar discursos grandilocuentes con todas estas palabras y cuando uno conoce la persona que habla dice: qué mentiroso que sos”.
“Palabras solas no sirven –añadió-: si vos decís una palabra, comprometete con esa palabra, amasala día a día, sacrificate por eso, comprometete”.
Diálogo
En respuesta a una pregunta sobre el diálogo como medio para forjar un proyecto de nación que incluya a todos, Francisco reconoció que el diálogo no es fácil y que puede convertirse en un teatro cuando no se dice realmente lo que se piensa y no hay compromiso de escuchar y conversar.
“Para que haya diálogo es necesaria una base fundamental: una identidad”, señaló, y la identidad en un país, dijo en referencia al diálogo social, es el amor a la patria: “La patria primero, después mi negocio”, pidió.
También dijo que el diálogo presupone y exige la cultura del encuentro, que sabe reconocer que la diversidad no sólo es buena: es necesaria. “La uniformidad nos anula, nos hace autómatas –advirtió-. La riqueza de la vida está en la diversidad”.
Y añadió que “dialogar no es negociar”, procurar sacar “la propia tajada”, sino buscar el bien común para todos, discutir juntos, pensar una mejor solución para todos”, sin “temer ni ignorar el conflicto”, sino asumiéndolo.
Incluir a los pobres
Otra de las preguntas se refirió a acoger el clamor de los pobres para construir una sociedad más inclusiva. En su respuesta, Francisco pidió “no excluir a nadie, pero no autoexcluirse porque todos necesitamos de todos”.
“Un aspecto fundamental para promover a los pobres está en el modo en que los vemos” -enseñó-. No sirve una mirada ideológica, que los termina utilizándolos al servicio de otros intereses políticos o personales”.
Y añadió que una valoración real de los pobres “exige estar dispuestos a aprender de ellos: los pobres tienen mucho que enseñarnos en humanidad, en bondad, en sacrificio, en solidaridad”.
También pidió: “No cedan a un modelo económico idolátrico que necesita sacrificar vidas humanas en el altar del dinero y de la rentabilidad”. “En la economía, en la empresa, en la política lo primero es la persona y el habitat en donde vive”, añadió.
Cultura ilustrada y popular
El Papa Francisco también destacó, en repuesta a otra pregunta, que la cultura popular tiene el mismo valor que la ilustrada. “No es cultura sólo haber estudiado gozar de un concierto o leer un libro interesante sino también mil cosas: el tejido de ñandutí, es cultura nacida del pueblo”.
Para finalizar, un coro de jóvenes le dirigió una canción y una mujer indígena le entregó un libro de su cultura, y Francisco pidió que cada uno se aplique a sí mismo las palabras del Papa y rechace el pensamiento de pensar que sus palabras las dijo por otro.