Lecciones de política y economía en su encuentro con representantes de la sociedad civil en Asunción
Cuando el Papa Francisco entraba en el estadio León Condou del colegio San José de Asunción donde iba a encontrarse con representantes de la sociedad civil paraguaya, este sábado 11 de julio, alguien le dijo que una persona estaba secuestrada por el ejército y le pidió que hiciera algo, reveló él mismo en su discurso.
Francisco no entendió bien el apellido que le dijeron, pero quiso responder a esta petición, como a muchas otras que le están haciendo en este viaje por Latinoamérica que mañana llega a su fin.
Así que ya en la parte final de su alocución, se lanzó, suscitando aplausos: “Yo no digo si es verdad, si no es verdad, si es justo o no es justo, pero uno de los métodos que tenían las ideologías dictatoriales del siglo pasado era apartar a la gente, o con el exilio o con la prisión, o en el caso de los campos de exterminio nazis o estalinistas, la apartaban con la muerte”.
El Papa continuó afirmando que para que haya una verdadera cultura política y del bien común es necesario que haya “juicios claros, juicios nítidos”.
“No sé si acá existe o no, lo digo con todo respeto”, dijo, y algunas personas gritaban espontáneamente desde el público el nombre "¡Edelio!", en posible referencia al policía Edelio Morínigo secuestrado hace un año por el grupo criminal "Ejército del Pueblo Paraguayo".
“Hay un método que no da libertad a las personas para elegir el modo de construir en la sociedad”, advirtió el Papa: “La corrupción es la polilla, la gangrena de un pueblo”.
"Ningún político puede cumplir su rol si está chantajeado, eso que se da en todos los pueblos del mundo -añadió-. Si un pueblo quiere mantener su dignidad tiene que desterrarlo, estoy hablando de algo universal".
Sus palabras fueron muy celebradas, a pesar de que en la confusión del momento, el Papa Francisco confundió la naturaleza del secuestro de Edelio Morínigo, quien lleva más de un año cautivo del grupo criminal autodenominado Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), y no de las fuerzas armadas del Paraguay.
Fue un paréntesis en un discurso con el que Francisco respondió a las preguntas formuladas en diversas lenguas por cinco representantes de la sociedad, e invitó a dialogar sin ignorar el conflicto, a una economía con rostro humano, a acercarse al pobre como a un igual, a poner la cultura popular al mismo nivel que la ilustrada.
Un tsunami de alegría
El Papa fue recibido con una variada música interpretada con instrumentos realizados con material reciclado (uno de ellos, un violín, fue el obsequio de una niña al Papa al final del encuentro).
“Gracias por traernos este tsunami de alegría, le dijo el secretario de la conferencia episcopal del Paraguay, monseñor Adalberto Martínez Flores en su discurso de bienvenida.
A continuación, los presentes elevaron una oración seguida de una melodía de guitarra, y después un grupo de jóvenes bailarines representaron una danza de alabanza a Dios cuyo protagonista era san Francisco de Asís.
En su discurso, el Papa Francisco volvió a alabar al pueblo paraguayo y su lucha por el bien de la patria.
Palabras solas no sirven
Respondiendo a un joven preocupado por hacer que la sociedad sea un ámbito de fraternidad, de justicia, de paz y dignidad para todos, el Papa constató que “la verdadera felicidad pasa por la lucha de un mundo más fraterno”
“Qué bueno que ustedes jóvenes, vean que felicidad y placer no son sinónimos”, exclamó, animándoles a “jugársela por algo, a jugársela por alguien, esa es la vocación de la juventud”.
También invitó a los jóvenes a escuchar a los ancianos: “Busquen charlar, aprovechen a escuchar la vida, las historias, los cuentos de sus mayores, de sus abuelos