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El Cristo sobre la hoz y el martillo: mucho más que una «provocación»

papa ecuador – es

© AFP PHOTO / OSSERVATORE ROMANO

Miguel Pastorino - publicado el 10/07/15

¿Qué hubiera pasado si ese mismo regalo se lo hubieran hecho a Juan Pablo II?

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Luego de conocerse la imagen de la cruz que le regaló el presidente de Bolivia, Evo Morales, al Papa Francisco, no dejaron de verse toda clase de reacciones e interpretaciones acerca del hecho y de su posible significación. Aunque se sepa que su autor fue un sacerdote jesuita – Luis Espinal- que quiso darle una intención particular, la polisemia de los símbolos da lugar a una gran variedad de interpretaciones, que alimenta no pocas discusiones ideológicas.

Muchos pueden ver en el signo una pretendida síntesis de cristianismo y comunismo. Pero también sería posible hacer una lectura distinta, inspirada en la historia reciente. Aprovechamos el signo para intentar aclarar el mar de confusión que se genera, cuando se hacen lecturas ideologizadas acerca de los gestos y palabras de los diferentes Pontífices. Confusión que no solo se encuentra en opinólogos de toda especie, sino en los mismos católicos que se alimentan de los titulares, en lugar de leer directamente a sus pastores.

Cristo crucificado en los cristianos perseguidos

"Cambian los clavos, otros son los verdugos; la víctima sigue siendo la misma: Cristo que es crucificado y agoniza en los pobres, oprimidos y pequeños. ¿Cómo denunciar hoy los verdugos?". Estas palabras escritas por el teólogo Leonardo Boff en 1978, años antes de pasarse completamente a la New Age y al emanacionismo gnóstico, nos acercan espiritualmente a una lectura distinta de la extendida en las redes sociales. Aunque es claro que esta clave hermenéutica no es la del presidente boliviano.

¿Qué hubiera pasado si ese mismo regalo se lo hubieran hecho a Juan Pablo II, que padeció en su propia carne la violencia totalitaria del comunismo y del nazismo por igual? No lo sabemos. Pero seguramente le hubiera hecho pensar en la cantidad de cristianos que han sido crucificados de mil modos por la persecución ideológica del comunismo.

¿No podría verse en ese Cristo crucificado sobre la hoz y el martillo, una cruda imagen de lo que ha hecho el comunismo materialista y ateo con los cristianos perseguidos durante décadas, en lo que fue la Unión Soviética? ¿No es profético ver a Jesús sufriendo la violencia de la ideología totalitaria sobre la vida de los cristianos? ¿No se identifican con Jesús crucificado los dolientes que han padecido toda clase de violencia, abandonados al olvido?

Más actualizado sería pintar a Jesús crucificado encima de la bandera del Estado Islámico, que martiriza cristianos todos los días. Y así podríamos dar incontables ejemplos de signos que pueden expresar lo que significa la pasión de los cristianos en cada tiempo.

Cuando Jesús, en el camino de Damasco, se le apareció a Saulo de Tarso (Hch 9) y le dijo: "¿Por qué me persigues?" Saulo podría haberle contestado: "yo persigo a la Iglesia, no a ti, que no te conozco". Sin embargo entendió en el mismo día de su conversión, que lo que le hace a la Iglesia, lo que le hace a los cristianos, se lo está haciendo a Cristo. Comprendió que no son realidades separables, salvo que uno se invente un Jesús a gusto personal.

Quienes han pretendido reinventar a Jesús dentro de cualquier ideología, solo han producido una pobre caricatura de él. Fácilmente se olvida que el evangelio no son frases sueltas a gusto del consumidor. La única forma de acomodar a Jesús y al evangelio a las ideologías, es recortando partes molestas y mutilando el cristianismo, al punto de traicionar y falsificar su contenido auténtico.

El Cristo de cada generación

Bien lo expresaba el Padre J.L. Martín Descalzo en 1989: "Jesús es un prisma con demasiadas caras como para ser abarcado en una sola vida y por una sola persona, e incluso por una sola generación. Los hombres somos cortos y estrechos de vista. Contemplamos la realidad por el pequeño microscopio de nuestra experiencia. Y es imposible ver un gigantesco mosaico a través de la lente de un microscopio. Por ella podrá divisarse un fragmento, una piedrecita. Y así cada generación ha ido descubriendo tales o cuales "zonas" de Cristo, pero todas han terminado sintiéndose insatisfechas en sus búsquedas inevitablemente parciales e incompletas".




El mismo crucificado en nuevas cruces.

Aunque a muchos les pueda parecer un insulto a la fe, ese Cristo sobre el signo del comunismo, es tal vez, y sin quererlo, un signo que le recuerde a los cristianos, lo que le han hecho las ideologías de izquierda y de derecha -si es que todavía se puede hablar así-. Toda la doctrina social de la Iglesia, desde los Padres de los primeros siglos hasta la modernidad, desde León XIII y la Renum Novarum, pasando por Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco, el evangelio es la regla con la que se critican todas las ideologías de turno, vengan de donde vengan.

Cuando se lee una encíclica social de la Iglesia se corre el riesgo ingenuo de buscar la propia ideología o la contraria, sin percatarse que el cristianismo es otro universo mental, no reducible a lecturas politizadas de moda o a los esquemas mentales que arrastramos desde el siglo XIX.

Las ideologías no son otra cosa que visiones parciales, a veces dogmáticas, incapaces de ver más allá de sus paradigmas, y por lo tanto, incapaces de reconocer que el evangelio nació mucho antes que las ideologías modernas y su mensaje las precede. El cristianismo las ha padecido y las padece todavía, cuando en nombre de ideas supuestamente liberales o progresistas, se oprime, silencia y persigue al que piensa distinto.

¿Acaso no es hoy acosada la libertad religiosa en nombre de políticas supuestamente democráticas, pero con una obsesiva discriminación a cualquier manifestación pública de la religión? Aquí también Cristo es crucificado sobre la cruz del laicismo fundamentalista.

El cristianismo más allá de las ideologías

Todavía hay cristianos que creen que antes que católico, uno es de derecha o de izquierda. Eso es miopía intelectual. Quien conozca un poco de la doctrina social de la Iglesia sabe que no hay compatibilidad real entre el cristianismo y las ideologías, salvo que se nieguen verdades fundamentales de la fe para acomodarse. Quien haya leído los evangelios sabe que el mensaje de Jesús no se presta a reduccionismos ideológicos de ninguna clase.

Todavía hoy es complejo para muchos comprender que el cristianismo no son valores, ni sentimientos, ni ideales, ni doctrinas, sino una persona: Jesucristo. Cuando el Papa Francisco llegó a Río de Janeiro en julio del 2013 expresó claramente cuál es el centro de todas sus visitas, lo más importante: "…traigo conmigo lo más valioso: Jesucristo. Vengo en su nombre para alimentar la llama de amor fraterno que arde en todo corazón".

No vamos a negar las consecuencias políticas de una visita del Papa, pero ¿cuál es la razón más importante de su visita? La respuesta la da siempre él. ¡Si tan solo se leyeran sus discursos y homilías, en lugar de conocerlo por titulares, se lo comprendería mejor! Algunos todavía dicen: "yo no estoy de acuerdo con la Iglesia con respecto a…" y nunca han leído nada sobre lo que la Iglesia piensa realmente sobre determinados asuntos. Todavía muchos siguen contraponiendo a Benedicto XVI y a Francisco, clasificándolos en estereotipos tomados de las ideologías. Basta leer un poco a ambos y se descubre enseguida, que enseñan lo mismo, con diferente lenguaje y estilo.

La avalancha de prejuicios que se leen a diario sobre los cristianos, no provienen siempre de un anticristianismo pensado, sino que son simple ignorancia.

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