Una monja española relata las angustiosas circunstancias que han arrojado al país al caos
Inma Moya, Hija de la Caridad, ha transcurrido los últimos 15 años en Libia, trabajando en Cáritas con los emigrantes. Gente que soñaba con cruzar el mar para llegar a Europa, panacea soñada.
Ahora vive en Marruecos con otro servicio pastoral, pero ha querido atender a Aleteia para explicar por qué Libia se ha convertido en la puerta del Estado Islámico a Europa. A pesar del miedo y la inseguridad, sor Inma cuenta que los católicos en este país del norte de África siguen confiando.
– Libia, tierra de atentados, masacres de coptos, terrorismo…. ¿Que está pasando en este inmenso y desconocido país?
Está pasando lo que se temía si algún día desaparecía el coronel Muamar el Gaddafi: que llegaría el caos al país.
Cuando comenzó la “Primavera Árabe”, en el país libio nadie pensaba que afectaría y llegaría, por el régimen tan estricto y dictador que reinaba en Libia.
Antes de la fecha prevista a la manifestación llamada ¨El día de la ira¨ ya comenzó todo. Primero, una manifestación a favor del régimen, y unos días después, las revueltas, que dieron comienzo en Bengasi y siguieron por toda Libia.
Hubo quema de vehículos, carteles con la foto del líder, barricadas…días horribles porque nadie pensaba que iba llegar lo que llegó.
Y se desató el caos.
En los supermercados, los alimentos comenzaron a escasear, en las panaderías, filas de gentes esperando coger algo de pan, miedo y pánico, sobre todo durante la caída de la tarde y noche, los cláxon de los coches y gritos de los jóvenes eran estrepitosos. Él salía hablando a todas horas en la tele, y desde el exterior salían imágenes horrorosas de lo que estaba ocurriendo en el país, fueron días de mucha inseguridad.
Las cárceles estaban repletas de presos, muchos pudieron escapar, como los islamistas que Gaddafi tenía en la cárcel porque no se fiaba de ellos y así evitar que tomaran el país y derrocarlo a él.
Los libios jamás emigraron, porque tenía cubiertas sus necesidades básicas, en lo referente a los alimentos. Los salarios eran muy bajos, unos 150 o 200 dinar libio, menos de 150 euros al mes, pero nadie se quejaba.
– En 2013 la situación se agrava. ¿Y qué ocurre?
En 2013 todo cambio bruscamente, comenzaron las revueltas, robos, inseguridad ciudadana… No había gobierno estable, hubo elecciones y nada, el que salió se aprovechó de la situación y… así hasta el 2014 que ya el caos se apoderó de todo.
Comenzó a faltar la gasolina, el gas, la luz durante los tres años fue muy escasa, todos los días cortes de hasta 15 o 18 horas.
Casi todos los días había problemas en la calle entre los diferentes grupos militares, la rivalidad se apodero del país, robos de coches con asesinato de conductores que se negaban a dejar el vehículo…
A caer la tarde era mejor no salir a la calle para evitar problemas.
Comenzaron también los asesinatos a cristianos, los egipcios coptos y un filipino en Bengasi, aunque anteriormente asesinaron al embajador de USA y más adelante a una pareja en una playa, y otros…
Y ahora el terror se ha instalado en el poder.
Lo que está ocurriendo ahora es que los islamistas, Yihadistas… se han hecho con el poder, porque no ha habido un gobierno estable desde la guerra 2011. Cada uno ha hecho lo que ha querido, y se han apoderado de todo, todos luchan por el poder, el pueblo no cuenta para nada.
Libia es un caos en el que los Yihadistas han implantando califatos en varias zonas del país.
– ¿Cuál es el trabajo de su comunidad allí?
Es una tarea variada. Una hermana en la escuela filipina como profesora, otra en un hospital público con enfermos de sida y dos hermanas a tiempo completo con los emigrantes que llegan hasta el país para cruzar a Europa.
– ¿Es Libia la puerta para que el Estado Islámico entre en Europa?
Puede ser. Y con tanta emigración, nunca se sabe, se pueden mezclar entre ellos… aunque yo creo que el EI tiene medios para entrar en Europa por vía normal, tienen a gente que les ayuda desde el exterior.
– ¿Cómo se convive con el miedo y la inseguridad?
No es fácil convivir con el miedo y la inseguridad. Peor es la inseguridad, porque el miedo es más llevadero.
La inseguridad de salir a la calle y no saber si podrás volver a casa. Llaman a la puerta y no sabes con quien te vas a encontrar detrás de ella.
Pero la verdad, miedo no: siempre confiando y diciendo: mañana será mejor que hoy, y así un día y otro…
– Una palabra de esperanza: ¿qué semilla dejan los católicos en esta tierra?
La semilla que dejan los católicos en este país es que, aun a pesar de todo el sufrimiento, siguen creyendo y respondiendo siempre con el bien y la esperanza puesta en Aquél que nunca falla.