El positivismo jurídico contra la Ley Natural
La Corte Suprema de Estados Unidos declaró hoy que las parejas del mismo sexo tienen derecho al matrimonio en cualquier lugar del país. Hasta ahora, las parejas gay y lesbianas tenían derecho a casarse solo en 36 estados y el Distrito de Columbia. Con este dictamen, el matrimonio homosexual tendrá reconocimiento en los otros 14 estados en el sur y centro norte del país. Deberán anular sus prohibiciones.
Phil Lawler, editor de Catholic World News ( CWN-Noticias del Mundo Católico), el primer servicio en internet de noticias católicas en inglés ya mostraba el pasado lunes en Catholic Culture (Cultura Católica) un breve pero profundo y motivador artículo sobre este tema:
“Mientras esperamos nerviosamente una transcendental decisión de la Corte Suprema de los Estados Unidos, hoy celebramos la fiesta de los santos Thomas More y John Fisher. Es apropiado invocar su ayuda en nuestras oraciones para que la Corte se guíe por la recta razón en la sentencia que podría redefinir el matrimonio”.
“Tengamos en cuenta que estos dos mártires murieron por una causa que se presentó a cerca de la comprensión del matrimonio. El Parlamento bajo la presión de Enrique VIII, pronunció que la unión entre Enrique y Catalina no había sido un verdadero matrimonio; la Iglesia y por lo tanto estos dos hijos fieles de la Iglesia, dijeron lo contrario”.
En este momento en el que queda aprobado el matrimonio homosexual en EEUU bien viene recordar la figura de estos dos santos:
De la vida y del martirio de santo Tomás Moro brota un mensaje que a través de los siglos habla a los hombres de todos los tiempos de la inalienable dignidad de la conciencia, la cual, como recuerda el Concilio Vaticano II, "es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que está solo con Dios, cuya voz resuena en lo más íntimo de ella" (Gaudium et spes16).
Cuando el hombre y la mujer escuchan la llamada de la verdad, entonces la conciencia orienta con seguridad sus actos hacia el bien. Precisamente por el testimonio, ofrecido hasta el derramamiento de su sangre, de la primacía de la verdad sobre el poder, santo Tomás Moro es venerado como ejemplo imperecedero de coherencia moral.
Y también fuera de la Iglesia, especialmente entre los que están llamados a dirigir los destinos de los pueblos, su figura es reconocida como fuente de inspiración para una política que tenga como fin supremo el servicio a la persona humana.
Vuelviendo al artículo de Phil, en él podemos leer un anticipo de lo que finalmente ha ocurrido:
“La Corte Suprema tiene autoridad para interpretar la Constitución de los Estados Unidos. No tiene la autoridad, mucho menos el poder, de alterar la naturaleza humana, ni de definir una unión sacramental.Pidamos a los santos Tomás Moro y Juan Fisher que se unan a nosotros para pedir la guía del Espíritu Santo para la corte, que los jueces puedan reconocer la fuerza de la ley natural, o en su defecto, los límites de su propia autoridad”
Con honestidad, valentía y claridad, Phil Lawler ha plantaeado la verdad del dilema que enfrenta el pueblo norteamericano. Ciertamente ninguna corte en el mundo, por muy poderosa o suprema que sea, tiene autoridad para cambiar la ley de Dios.
Existen valores morales absolutos y su existencia no rebaja ni elimina la libertad de la voluntad humana, sino que más bien la sitúa en su verdadero contexto que es el saber reconocer la finitud propia del ser humano, creado por Dios a su imagen y semejanza. Luchemos para no ser víctimas de lo que muy acertadamente Benedicto XVI definió como la “tiranía del relativismo.”
El testimonio de estos santos y la invitación de Lawler para que iluminara a los jueces de la Corte Suprema no ha surgido efecto: finalmente el matrimonio en Estados Unidos queda reducido a un simple vínculo entre dos personas.
La ley natural ha quedado, de momento vencida por el positivismo jurídico y la tiranía del relativismo ha ganado una nueva batalla. Ahora queda que la decisión sea apelada en los tribunales. No estamos ante el capítulo final.