Aleteia logoAleteia logoAleteia
viernes 19 abril |
San Expedito
Aleteia logo
Estilo de vida
separateurCreated with Sketch.

Mi hijo nacerá sin cerebro. ¿Qué voy a hacer?

web-window-Paval Hadzinski-cc – es

Paval Hadzinski-cc

Orfa Astorga - publicado el 23/06/15

La vida de mi hijo valdrá más para nosotros en la medida en que sea amado

Cae la tarde, en ocasiones observo por la ventana de mi habitación la suave llovizna de la estación, contemplando las plantas y flores de mi pequeño jardín mecerse con las minúsculas gotas que las pintan con el brillo de la vida. Son momentos de recogimiento, en donde puedo escuchar siempre el claro murmullo de  la voz de Dios en el silencio de mi interior.

Un murmullo que me habla de motivos por los que tanto vale la pena vivir y que no excluyen la experiencia del dolor, con el que más de una vez me ha tocado con amor de padre. Esta vez, al contemplar por la ventana, lo hago con las manos cruzadas  sobre mi vientre adelantando un amoroso abrazo. Mi hijo está en mi seno esperando nacer.

Hace  solo tres semanas, después del resultado de unos análisis, con cara sombría, el médico nos pidió hablar conmigo y con mi esposo en su consultorio; presentimos que algo no andaba bien, pero no esperábamos que fuera algo extraordinario. Sorprendida escuche los términos anencefalia severa u holoacrania.

Luego vinieron explicaciones que me aturdieron y hundieron en el sillón, mi hijo tenía una malformación congénita por la que no habría de desarrollar cerebro.

Una semana después, el medico nos citó a su consultorio para hablar sobre el caso.

Hablando en voz baja, consoladora, y con cierta autoridad, me indicó, más que aconsejar, que abortara, planteándolo como algo ineludible. Lo hizo con argumentos en los que se refería a mi hijo como “el producto mal logrado de un embarazo”; que muy probablemente nacería muerto, y de nacer vivo, solo sería por unas horas o días; que su aspecto sería lastimoso y difícil de sobrellevar anímicamente aunque fuera por un corto tiempo.

También, con “acogedor humanismo”, no dejó de agregar a sus argumentos el costo económico, que, de nacer, supondrían las atenciones que necesitaría. Ciertamente una difícil carga considerando nuestra situación económica. Luego guardó silencio estudiando mis reacciones y esperando un "sí, estoy de acuerdo con usted" como una lógica respuesta a la actitud “inteligente y compasiva” con que sugería la destrucción de mi hijo, no considerándolo persona.

Más no fue así.

Desde el primer momento en que adquirí plena consciencia de la difícil realidad de mi hijo, decidí que nacería. Mi hijo, aun en estas difíciles circunstancias, no es “el producto mal logrado de un embarazo”. Para mí, está lejos de ese concepto de vida en que la persona deja de serlo solo por no poder manifestarse racionalmente, lo que ha sido la horrible premisa con que se practica el aborto de los más indefensos, simplemente porque no son deseados o porque estorban.

Mi hijo, inocente entre los inocentes, es una persona que llegará al mundo débil y necesitado del cuidado de los demás. Es para mí como la suave llovizna que observo por la ventana y que es acogida como un don de vida por la creación.

Mi hijo vive con un halito divino en el que ha recibido el ser personal, con el  que el creador llama a la vida a cada uno de sus hijos. Las cualidades de su inteligencia y voluntad que no han de manifestarse aquí en la tierra le permitirán gozar de su presencia en la morada eterna. Mi hijo será bautizado.

Dios me está ofreciendo la entera persona de mi hijo, no simplemente su cuerpo, una vida natural, las cualidades de una inteligencia. Es un don personal que acepto consciente de que la vida de mi hijo valdrá más para nosotros en la medida en que sea amado, sin importar las condiciones y el tiempo que este en este mundo. Un don que regresaré muy agradecida a su origen divino, respondiendo con un “sí  acepto” a Dios, y con un no a mi médico.

Sigo observando la suave lluvia en la ventana, y en un acto de fe, estrecho el abrazo sobre mi vientre mientras escucho el claro murmullo de la voz de Dios en el silencio de mi interior. Un murmullo que me habla de motivos por los que tanto vale la pena vivir.

Desde el momento mismo de la concepción, cada persona humana es un don divino, un espíritu encarnado que solo puede ser comprendido desde Dios, quien le ha otorgado su ser personal por infinito amor.

Este artículo está inspirado en un caso real.

Por Orfa Astorga de Lira, orientadora Familiar, máster en matrimonio y familia por la Universidad de Navarra


Tags:
abortodiscapacidadfamilia
Apoye Aleteia

Usted está leyendo este artículo gracias a la generosidad suya o de otros muchos lectores como usted que hacen posible este maravilloso proyecto de evangelización, que se llama Aleteia.  Le presentamos Aleteia en números para darle una idea.

  • 20 millones de lectores en todo el mundo leen Aletiea.org cada día.
  • Aleteia se publica a diario en siete idiomas: Inglés, Francés, Italiano, Español, Portugués, Polaco, y Esloveno
  • Cada mes, nuestros lectores leen más de 45 millones de páginas.
  • Casi 4 millones de personas siguen las páginas de Aleteia en las redes sociales.
  • 600 mil personas reciben diariamente nuestra newsletter.
  • Cada mes publicamos 2.450 artículos y unos 40 vídeos.
  • Todo este trabajo es realizado por 60 personas a tiempo completo y unos 400 colaboradores (escritores, periodistas, traductores, fotógrafos…).

Como usted puede imaginar, detrás de estos números se esconde un esfuerzo muy grande. Necesitamos su apoyo para seguir ofreciendo este servicio de evangelización para cada persona, sin importar el país en el que viven o el dinero que tienen. Ofrecer su contribución, por más pequeña que sea, lleva solo un minuto.

ES_NEW.gif
Oración del día
Hoy celebramos a...




Top 10
Ver más
Newsletter
Recibe gratis Aleteia.