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Francisco, Fátima y el fin del mundo

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Dwight Longenecker - publicado el 17/06/15
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¿El Santo Padre sabe algo que nosotros ignoramos?
A finales de abril se confirmó que el Papa Francisco acudirá a Fátima para el 100° aniversario de las apariciones marianas, y se ha dicho que aprovechará esa ocasión para canonizar a los dos videntes más jóvenes, Jacinta y Francisco Marto.
 
El mes pasado, con ocasión de la fiesta de Nuestra Señora de Fátima (el 13 de mayo), la imagen original de la Virgen fue venerada por el Santo Padre en el Vaticano. ¿Cuál es la comprensión del Papa Francisco del mensaje de Fátima, y por qué la Virgen de Fátima parece tan importante para él, como también lo ha sido para sus predecesores?
 
Los sorprendentes acontecimientos que sucedieron en Fátima en mayo de 1917 tuvieron lugar mientras el mundo se sumergía en el siglo XX – un siglo que vería dos guerras mundiales, genocidios a gran escala, la invención de la bomba atómica y la rápida afirmación de tecnologías que transformarían el mundo y la raza humana.
 
La visita del Papa a Fátima y su celebración de los días anteriores muestran su interés y su implicación respeto a los acontecimientos de la localidad portuguesa. Su pontificado fue consagrado a Nuestra Señora de Fátima el 13 de mayo de 2013 por el cardenal de Lisboa.
 
Durante la ceremonia, el purpurado rezó para que al Papa Francisco se le diese “el don del discernimiento sobre cómo identificar las vías de renovación para la Iglesia”. También rezó que el Santo Padre fuera protegido “en las difíciles horas del sufrimiento, para poder superar, en la caridad, las pruebas que la renovación de la Iglesia le presentará”. Esto se produjo cinco meses después de la consagración del mundo, por parte del Papa Francisco, a Nuestra Señora de Fátima el 13 de octubre de 2013.
 
La devoción del pontífice a Nuestra Señora de Fátima indica un vínculo histórico y significativo del pontificado con las profecías de Fátima. Juan Pablo II visitó Fátima tres veces, en el 2000 beatificó a Jacinta y Francisco, y fue también responsable de confiar el Tercer Milenio al Corazón Inmaculado de María frente a la estatua de la Virgen, el domingo 8 de octubre de 2000, cuando más de 1.400 obispos estaban presentes por la Misa del Jubileo.
 
También el papa Benedicto XVI sostuvo con vigor Fátima y visitó el santuario en mayo de 2010, cuando entre otras cosas, dijo: “Nos equivocaríamos si pensáramos que la misión profética de Fátima ha terminado”.
 
En la famosa visión del papa León XIII, Satanás afirmó que si hubiera tenido cien años habría destruido a la Iglesia. Es interesante notar que la fecha era el 13 de octubre de 1884. Surgen dos “fechas de Fátima”. El intento de homicidio del papa Juan Pablo II tuvo lugar el 13 de mayo de 1981. El Papa Francisco consagró el mundo a Nuestra Señora de Fátima el 13 de octubre de 2013. Las apariciones comenzaron el 13 de mayo de 1917 y terminaron con el milagro del sol el 13 de octubre del mismo año. ¿Estos signos memorables del cielo indican el comienzo del siglo en el que Satanás intentaba destruir la Iglesia? Si es así, ¿nos estamos acercando al final de los tiempos? ¿Esto hace la visita del papa a Fátima en 2017 más importante que una simple celebración de centenario?
 
Cuando celebró la consagración a Nuestra Señora de Fátima en octubre de 2013, el Papa Francisco afirmó: “Su estatua, venida de Fátima, nos ayuda a sentir su presencia en medio de nosotros. Hay una realidad: María siempre nos lleva a Jesús… A la misericordia de Dios, lo sabemos, ¡nada es imposible! También los nudos más intrincados se deshacen con su gracia. Y María, que con su ‘sí’ abrió la puerta a Dios para deshacer el nudo de la antigua desobediencia, es la madre que con paciencia y ternura nos lleva a Dios para que Él deshaga los nudos de nuestra alma con su misericordia de Padre”.

 
Como sus dos predecesores, este Papa parece profundamente consciente no solo de la batalla espiritual con Satanás, sino también de la posibilidad de que el tiempo sea breve. Contemplando “el fin del mundo”, debemos preguntarnos lo que significa.
 
Seguramente no podemos excluir alguna terrible catástrofe que llevaría el mundo al caos, pero hay otro sentido en el que nuestra raza humana está llegando a un punto final porque nos estamos destruyendo a nosotros mismos.
 
Estamos destruyendo nuestras comunidades a través de la guerra, la violencia e terrorismo. Estamos destruyendo a nuestras familias a través de la contracepción, la esterilización, el aborto y el divorcio. Estamos destruyendo nuestra pureza y nuestro poder a través de la pornografía, la homosexualidad, la promiscuidad, la lujuria y la rabia.
 
Estamos destruyendo nuestra sociedad con la avaricia, el materialismo, la indiferencia hacia los pobres, pisoteando a las viudas y los huérfanos, a los sin techo y a los hambrientos. Estamos destruyendo nuestro medio ambiente con el sobredesarrollo y la contaminación. De muchas formas, estamos provocando nosotros mismos el fin de nuestro mundo, y la Beata Madre mira todo esto con el corazón destrozado de una madre.
 
En medio del caos asesino, la Beata Virgen María nos muestra el corazón compasivo de su Hijo. Ella nos lleva a la Divina Misericordia. Mira a esta humanidad destrocada y enloquecida – una raza que va hacia la destrucción – y dice, con el corazón de una madre, “¡Volved a casa!”
 
Esto explica también el mensaje y el método del Papa. Él mira al mundo con piedad, sin culpabilizar. Quiere llegar a los que tienen el corazón destrozado, a los que están amargados y atados por el pecado, y ofrecerles el perdón y la misericordia de Dios – como el padre y la madre, con el corazón roto, miran a sus hijos rebeldes.
 
El pontífice acogió la estatua de Fátima en el Vaticano hace unos días, consagró el mundo a la Virgen hace dos años, y proyecta una visita a Fátima en 2017. ¿Sabe algo que nosotros no sabemos? ¿Hay una crisis en ciernes que nos llevará de algún modo a un punto de no retorno? ¿Ha pedido a la Beata Virgen que rece e interceda por nuestra humanidad pobre, problemática, loca y suicida con particular urgencia?
 
No queremos especular sobre el futuro, sino ponernos en las manos de Dios con total confianza. El mensaje de Fátima es mirar, esperar, rezar y hacer reparación por los pecados, y mirar siempre con esperanza llena de expectativas al buen futuro que Dios nos reserva.
 
 

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