Me dice Pablo, un joven sacerdote, que para los nuevos políticos de la extrema izquierda (o extrema derecha, por que si los extremos se tocan, en esta coyuntura se tocan en las proclamas nazis de modo sospechosamente reiterado), parece obvio que los católicos en general y los sacerdotes en particular somos terribles dinosaurios.
Vamos, que los dinosaurios de la nueva entrega de Steven Spielberg a nuestro lado son de peluche. Les debemos parecer así porque nos consideran monstruos, monstruos prehistóricos, monstruos prehistóricos y peligrosos.
Analizar lo de sí somos o no monstruos es un poco pérdida de tiempo, bien por lo grotesco o bien por lo ambiguo del término.
Lo de prehistóricos nos llevaría a un análisis interesante que podría revelar la falacia de la filosofía de la historia que nuestros amigos defienden. Lo dejamos para otra ocasión.
Pero lo de peligrosos sí merece una leve consideración, aunque sea por lo pegada a la actualidad que puede resultar.
Me explico: si al exiguo concejal de cultura y deportes del nuevo equipo de gobierno del Ayuntamiento de Madrid se le ha echado la opinión publica encima por sus ideas antisemitas pro Auschwitz y descuartizadoras de las víctimas del terrorismo, nadie ha dicho nada del no menos reciente baúl de los horrores declarativos de la concejala y portavoz del mencionado nuevo equipo de gobierno municipal, Rita Maestre.
Esta señora, tras desnudarse en un atentado blasfemo en una capilla católica de la Universidad Complutense, nos amenazo a los dinosaurios, es decir, a los católicos, con el fuego abrasador, al repetir la consigna con la que hace 80 años se asesinó a mas de diez mil religiosos en este país, esa de "no hay mejor Iglesia que la que arde".
Claro qué, por no echar más leña al fuego (nunca mejor dicho), la Iglesia Católica no la ha denunciado (y eso que somos monstruos peligrosos). Tampoco en las filas laicas humanistas nadie ha dicho nada (ni entonces ni ahora), por eso de que en el vademécum laicista, los ataques antisemitas hacen saltar la alarma roja, y lo hacen merecidísimamente, mientras los ataques anti católicos sólo merecen una cómplice sonrisa.
Tengamos la fiesta en paz, faltaría más. Busquemos y potenciemos los puntos de encuentro (¿regeneración de la política? ¿políticas sociales?). Pero, como se dice en la película de Spielberg, "no le des nunca la espalda a la jaula".
Hoy celebramos a...