50 años prodigando misericordia: Nunca hay que desconfiar ni de la providencia de Dios ni del corazón de los hombres
En la celebración del 50 aniversario de la presencia en España de la Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada, intervino, como primer promotor de esta obra en España, el padre mercedario y académico Alfonso López Quintas, tal vez el último filósofo español del siglo XX tras Julián Marías o Antonio Millán Puelles.
En su intervención nos contó una historia, que me causó una grandísima impresión, de la vida del fundador de Ayuda a la Iglesia Necesitada, o Ayuda a la Iglesia que sufre, el padre Padre Werenfried van Straaten, más conocido por el padre Tocino, cuando comenzó pidiendo patatas y piezas de tocino pueblo por pueblo en Centro Europa en principio para auxiliar a los sacerdotes y religiosos de la devastación, y en seguida para todos los demás que compartían su misma suerte en las cárceles y en los campos de refugiados tras la II Guerra Mundial.
Se atrevió a visitar unas zonas rurales muy pobres donde la devastación de los rusos y ucranianos había sido terrible, y dejándole los párrocos del lugar hablar en la misa dominical les decía: “vengo a pediros alimentos para vuestros enemigos, los que saquearon y prodigaron la muerte por estas tierras, que ahora en las prisiones pasan hambre”. El silencio era estremecedor.
Después se quedaba todo el día en la casa parroquial y, prodigiosamente, recibía uno tras otro a los feligreses, que le traían tocino y patatas, y le pedían que no se lo dijese a nadie, creyendo cada uno de ellos que era el único que había sucumbido ante la asombrosa sugerencia de aquel sacerdote de presencia física y de voz potente de vivir heroicamente la consigna evangélica de amar a los enemigos y cubrir el mal del pasado con el bien del presente.
Una de la frases más repetidas del Padre Werenfried era: “Nunca hay que desconfiar ni de la providencia de Dios ni del corazón de los hombres”.
Después el padre Werenfried extendió su obra por todo el mundo, con el impulso personal del papa Pío XII, para ayudar a todos los cristianos que sufren en el mundo por ser cristianos: los cristianos perseguidos, en primer lugar, y las comunidades cristianas, con sus abnegados obispos y sacerdotes, que más sufren en el mundo la pobreza, y las dificultades, sociales, políticas y económicas, para evangelizar y para celebrar su fe.
A través de tres medios fabulosos -la oración (porque lo que no es posible para los hombres lo es para Dios), la información (porque no podemos amar lo que no conocemos) y la ayuda concreta (porque la caridad de Cristo nos urge)-, Ayuda a la Iglesia Necesitada prodiga misericordia tras misericordia, para que con nuestros bienes materiales, pero sobre todo con nuestro compungido corazón orante, no olvidemos nunca que, como reza el famoso libro del padre Werenfried, Dios sigue llorando en la tierra.
50 años de presencia de AIN en España significa 50 años de colaboración con la acción de esta Fundación Pontifica en la construcción de iglesias, la ayuda a obispos, sacerdotes, religiosos, y religiosas en dificultad, la ayuda en la difusión del Evangelio, y la ayuda a los cristianos perseguidos y a todos los refugiados y damnificados.
50 años en pro de lugares dignos para acoger a Dios: Las aportaciones a la construcción y reconstrucción de iglesias, conventos, capillas, seminarios y casas parroquiales representaron más del 40% de la ayuda de AIN en 2014. Una media de 19.570 euros es lo que se destinó a cada proyecto aprobado.
Se trata de que las comunidades cristianas puedan desarrollar su vida de fe en entornos dignos y de que cuenten, en el caso de los templos, con la presencia física de Dios en la Eucaristía.