Un efectivo método de evangelización que podría interesarle a tu parroquia
Actualmente en España el 26,3 por ciento de la población se declara no creyente o atea, seis de cada diez bodas son civiles, el 64,7 por ciento de los que se declaran católicos casi nunca va a misa y cerca de la mitad de los nuevos padres no bautizan a sus hijos.
La sociedad occidental que decidió contar su historia a partir del nacimiento de Jesucristo pierde paulatinamente su raíz espiritual.
En ese caldo de cultivo, a finales de los años 70, en la Iglesia anglicana de Holy Trinity Brompton del centro de Londres, comienza un curso para renovar la fe de sus parroquianos.
Un éxito inesperado que hizo que en 1991 se organizase una convención llamada Alpha que impulsaría esta herramienta de evangelización entre anglicanos, protestantes y católicos de 171 países.
José Alberto Barrera es el coordinador de Alpha en España. Viajó en 2008 a Londres para formarse en esta metodología, por la que dejó su trabajo para entregarse plenamente, junto con su mujer, a la evangelización.
“Alpha tiene la capacidad de poner el “primer anuncio” en el centro de la vida de una parroquia, convirtiéndola –si se deja– en una comunidad misionera. Yo les explico que lo importante no es Alpha, sino lo que hay detrás: la comunidad cristiana que lo lleva a cabo”, explica convencido.
No es para menos viendo las cifras. Se estima que más de 17 millones de personas han participado en al menos uno de los cursos Alpha que se imparten en 110 idiomas. En España se realizan al año más de 100, en 17 diócesis.
¿Cómo funciona Alpha?
Es un método de “primer anuncio” o proclamación del Kerygma, subraya la necesidad de que, antes de recibir la catequesis, la persona experimente una conversión que solo puede hacer posible el Espíritu Santo.
El matrimonio formado por Xisco Fernández y Mónica Herrera compartía la “hostilidad” hacia la Iglesia. De hecho, hacerles pensar en bautizar a su hijo era una provocación.
Sin embargo, a los nueve años el pequeño pide apuntarse a clases de Religión y esto descoloca a su madre. Ante las inquietudes espirituales de su hijo, Mónica estaba francamente sorprendida.
Una amiga la invitó a ir a Alpha. “Allí descubrí –dice emocionada– al Espíritu Santo. Descubres que Dios no es algo teórico, sino que se hace presente en tu día a día, si Le dejas. Para mí esto lo cambió todo”.
En un contexto distendido, el curso consiste en 10 cenas o comidas de frecuencia semanal en casas particulares, restaurantes o locales parroquiales. Lo importantes es poder dialogar y conocer la realidad personal de cada asistente mientras se come.
Después tiene lugar una charla para suscitar preguntas existenciales que terminan en un debate donde todas las opiniones son respetadas.
La temática varía desde si el cristianismo es falso, aburrido o irrelevante hasta por qué murió Jesús o acerca de la tarea de la Iglesia.
A mitad del curso, se les invita a un pequeño encuentro de fin de semana para profundizar en la persona del Espíritu Santo, que incluye profundos momentos de oración que culminan en una experiencia de Pentecostés.
Xisco, el marido de Mónica, se enfadó con ella porque iba a estas cenas. Sin embargo, decidió asistir al siguiente curso Alpha porque la veía más feliz.
“Estaba dispuesto a ir el primer día y no volver, pero la gente allí era simpática. Te permiten expresar tu opinión, respetan todo y eso siempre se agradece. Además, te sientes querido y no juzgado”, afirma Xisco, quien admite que tan solo un año después era él quien organizaba los encuentros.
De Alpha se ha dicho que es uno de los métodos de evangelización más efectivos de las últimas décadas y esto se debe, en parte, a que son los que están alejados de la Iglesia quienes, tras experimentar el amor de Dios, invitan a un curso a sus amigos ajenos a la fe.
Muchos de los participantes son católicos de tradición que no han tenido una relación íntima con Jesús. Entre ellos estaba Fátima Coello, quien recuerda que abandonó asustada la convivencia que hay a mitad del curso y pidió que la recogieran para no volver porque dudaba de la ortodoxia de la temática.
“Cuando llegué a casa busqué en Internet todo lo que me habían contado: si el Papa lo aprobaba, si venía en el Catecismo, si todo lo que me contaban sobre el Espíritu Santo era cierto. Vi que tenían razón, que Él actuaba en mi vida y me podía renovar. Mi salvación era gratis, por eso había muerto por mí. Ese fue mi primer encuentro con Él”.
Y es que como dice Nicky Gumbel, impulsor del método, “no hay que preocuparse si alguien se marcha a mitad de curso porque de esas personas saldrá un futuro líder de Alpha”.
Algo parecido le sucedió a Salva Duque. “Hay una charla titulada ‘Cómo nos habla Dios’ en la que nos mostraban una imagen de un Cristo llamando a una puerta.
Comentaban que un periodista que estuvo en la presentación de ese cuadro le dijo al autor que tenía un defecto: la puerta no tenía pomo. El pintor le dijo que no era un error. Cuando Cristo llama al corazón, o le abres tú desde dentro o Él no va a entrar. Ese detalle a mí me quebró. Ahora mismo, la charla de ‘Cómo nos habla Dios’ la doy yo”, explica sonriente
Artículo publicado por la revista Misión