Que el gobierno argentino haya lamentado inicialmente la elección de Jorge Bergoglio como Francisco fue, como reconoció el fin de semana al diario La Nación el diputado nacional por el Frente para la Victoria Julián Domínguez, “un despiste histórico”. Pero duro poco.
Dos años y medio después, Cristina Fernández Kirchner volvió a la Santa Sede para hacer una visita al Papa Francisco, la última como presidenta.
Es la cuarta vez que la mandataria visita a Francisco en el Vaticano. Se trata de una visita inicialmente programada para principios de este año en conjunto con la presidenta chilena Michelle Bachelet para celebrar los 30 años del tratado de paz del Canal de Beagle, posible gracias a la mediación de la Santa Sede, que por una lesión de tobillo de la argentina no pudo realizarse. En esta ocasión, sin embargo, la visita no fue conjunta, ya que Francisco recibió a Bachelet tres días antes.
Haber recibido a las mandatarias en distintas reuniones permitió abordajes particulares. Si la visita hubiese sido conjunta, es probable que Francisco no hubiese podido conversar con Bachelet sobre la defensa de la vida humana mientras en Chile se debate sobre una posible despenalización del aborto.
El encuentro con la mandataria argentina duró cerca de dos horas. Inicialmente se había anunciado un encuentro breve, pero al ser domingo y al haberse cancelado la reunión que el Papa tenía prevista para ese día con el presidente venezolano Nicolás Maduro, la agenda de Francisco fue más flexible.
De hecho salió unos minutos antes a recibirla, y aprovechó para saludar a los periodistas presentes, entre ellos varios argentinos, que celebran el 7 de junio el Día del Periodista.
Cristina Kirchner obsequió al Papa un retrato del beato Oscar Arnulfo Romero, obra del prestigioso artista plástico argentino Eugenio Cuttica, además de libros sobre el patrimonio arquitectónico argentino, Alberto Methol Ferré, el Martín Fierro y una canasta con productos regionales. Francisco le obsequió una copia del icono del siglo XI de la Virgen de la Ternura que hay en la catedral de Vladimir.
Según la mandataria relató después, hablaron principalmente sobre la paz en el mundo. De temas locales, hizo saber que comentaron la remodelación de la basílica de Luján, completada recientemente gracias a un apoyo gubernamental para las obras iniciadas en 2007, y el reciente traslado del sable del general José de San Martín. “Lo del sable de San Martín le pareció fantástico por la revalorización de la historia y la patria para todos los argentinos”, aseguró la presidente tras el encuentro en el estudio de la sala Pablo VI.
No conversaron, según dijo la presidenta, de las próximas elecciones en la Argentina, aunque, aseguró, “si hubiéramos hablado no te lo diría porque no corresponde”.
“Con todos los problemas que hay en el mundo, la participación del Papa en el tema Cuba, su viaje a Sarajevo, su lucha por la paz y el entendimiento, hablar de las PASO es algo que no se merecía ni él ni yo”, consideró en respuesta a la corresponsal de La Nación.
Este fue el cuarto encuentro en el Vaticano, y el quinto, contando el saludo en Río de Janeiro durante la Jornada Mundial de la Juventud. Es probable que vuelvan a verse en alguna escala de la próxima visita a Sudamérica de Francisco, o incluso en la visita a Cuba o la ONU.