El pontífice quedó impresionado por el valor de este adolescente enfermo de distrofia muscular
Había también flores del Papa Francisco en el adiós a Michael Di Marco, un joven italiano enfermo de distrofia muscular, al que el pontífice había llamado por teléfono a raíz de una carta enviada al Vaticano por la familia (La Stampa, 4 junio).
El Papa envió tres rosas blancas en recuerdo del joven, cuyo calvario le había conmovido, cuando en 2013, una conocida de Michael y de su familia, Antonella Scarantino, contactó a la Secretaría de Estado de la Santa Sede, contando la difícil situación del niño.
Y sobre todo transmitió el gran deseo de Michael: hablar con el Papa Francisco, ese Papa bueno que abraza a los niños y besa a los enfermos, y que podía llevarle una palabra de consuelo. Este deseo fue escuchado: Bergoglio le llamó, invitándole a ir a Roma. “No me emocioné mucho – contó un Michael sonriente – el Papa me hizo sentir cómodo en seguida”.
En seguida comenzó una competición de solidaridad, y la Cruz Verde garantizó el traslado en ambulancia de Michael. En octubre de 2013, el encuentro conmovedor en Plaza de San Pedro con "su" Papa Francisco dejó un signo imborrable en el joven, y le impulsó a seguir luchando a pesar de su dolorosa enfermedad.
En los últimos meses, su estado de salud había empeorado a causa de su enfermedad. El 30 de mayo falleció a causa de una crisis respiratoria. “Michael era un chico especial: a pesar de la enfermedad degenerativa, nunca se rindió”. Raffaele De Santis, amigo y presidente de la asociación Santa Monica que en 2013 le ayudó a encontrarse con el Papa Francisco.