Una guía para rezar con la Escritura
Invocación al Espíritu Santo:
Ven Espíritu Santo,
Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad
para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros.
Amén
TEXTO BÍBLICO: Mateo 28, 16-20
28,16: Los once discípulos fueron a Galilea, al monte que les había indicado Jesús. 28,17: Al verlo, se postraron, pero algunos dudaron.
28,18: Jesús se acercó y les habló:
—Me han concedido plena autoridad en cielo y tierra. 28,19: Vayan y hagan discípulos entre todos los pueblos, bautícenlos consagrándolos al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, 28,20: y enséñenles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Yo estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo.
BIBLIA DE NUESTRO PUEBLO
1.- LECTURA: ¿Qué dice el texto?
Estudio Bíblico.
Este domingo celebramos la festividad de la Santísima Trinidad y de esta forma comenzamos el tiempo litúrgico ordinario.
El Evangelio de este domingo es del último capitulo de san Mateo, en donde Jesús habla sobre la misión universal de los apóstoles. La Palabra comienza diciendo que los once discípulos fueron a la montaña en Galilea, porque Jesús los había citado. Es decir, Jesús mismo les había dicho dónde reunirse en algunas de sus apariciones en Jerusalén posteriores a su resurrección.
Esta vez son los discípulos que salen al encuentro del Maestro, y ese lugar de encuentro es la montaña; esta era considerada tanto para los antiguos como para los contemporáneos el lugar de comunión por excelencia, podemos repasar muchos ejemplos tanto del antiguo como del Nuevo Testamento sobre el Monte o la Montaña y su relación con Dios.
Si bien el Evangelio no especifica qué montaña es, se presume que se trata del Monte Tabor ubicado en Galilea, lugar de la transfiguración del Señor.
La actitud de los discípulos es de reverencia y adoración absoluta; dice la palabra que al verlo se postraron ante Él. Pensemos en que los discípulos llegan hasta este lugar luego de haber acompañado a Jesús en su vida pública, como así también en los momentos de dificultad y dolor, y ahora con la alegría de saber a su Maestro y Señor resucitado, tal como lo había predicho.
Sus corazones estaban embargados de alegría por el encuentro tan esperado, este es el momento que tanto aguardaban. La duda también esta presente en la vida de los cristianos, ocurrió en este caso con algunos de sus discípulos, porque la fe requiere del ser humano una apertura de su corazón, de voluntad y de su inteligencia.
La fe hace posible el encuentro con Cristo que disipa toda oscuridad de nuestra vida. Por la fe, junto a nuestra capacidad racional podemos conocer plenamente a Cristo.
Jesús realiza un envío misionero empleando dos verbos: “Ir y Hacer”. Ir y hacer, en nombre de Dios, y no en nombre propio, muy claro lo dice Jesús: “para que sean mis discípulos”.
Este “IR” (conjugado en imperativo) es un mandato a “SALIR”, en este caso los discípulos debían salir del lugar de resguardo o comodidad, ante un contexto convulsionado con relación a los judíos, para dar testimonio gozoso de la salvación en Cristo.
El verbo “HACER” (también en imperativo), le inflige una dinámica a la salida; no se trata de un ir o salir comodista, sino de acompañar, escuchar, enseñar, llevar, de dar testimonio vivo de la presencia del Señor. El mandato del Señor es claro, invita a sus discípulos a salir de sí mismos, para ir al encuentro de los demás, guiándolos al encuentro con Dios.
La palabra discípulo tiene una gran importancia en el evangelio de san Mateo, y el término aparece utilizado en muchas oportunidades más que en cualquier otro evangelio.