Si haces Su Voluntad, desaparecen los odios, los caprichos y los egoísmos
"En momentos de duda, de confusión, de "noche oscura", cuando quiero hacer "lo que yo he planeado" y no tengo claridad de lo que Dios quiere que haga, tengo que detenerme y confrontar mis planes con los suyos.
Veo cómo hizo Jesús en Getsemaní: pidió ayuda a sus discípulos más cercanos, a Pedro, Santiago y Juan, pidió al Padre Dios que de ser posible alejara el cáliz que debía beber y le dijo: "No se haga mi voluntad, sino la tuya".
Así dialogamos con Jesús, en una especie de regateo interno que nos divide y nos agota, porque no queremos ceder a lo que es su voluntad.
Cuando tomamos la decisión de hacerlo, con "determinada determinación", se experimenta un gozo como de ángeles, que consuela y da la fortaleza, fortaleza de lo divino en lo humano, necesaria para llevar adelante lo que Dios quiere.
Y podemos ver desde Dios que las murallas que no nos dejaban actuan como él quería, se derrumban entre cantos de alabanza… y vemos cómo desaparecen los odios, los caprichos y los egoísmos. Sólo queda el infinito amor que me impulsa a hacer el bien y sólo el bien."
E.C. Dominguez
Artículo originalmente publicado por Oleada Joven