Durante los 12 años de mandato kirchnerista, la asistencia del presidente al tradicional Te Deum del 25 de mayo fue un tema polémico
Evitar al cardenal Jorge Bergoglio o federalizar el Te Deum; por un motivo u otro, durante sus años de mandato los presidentes Néstor y Cristina Kirchner optaron por no asistir a la catedral de Buenos Aires para el Te Deum por el 25 de mayo, aniversario del primer gobierno patrio.
Tradicionalmente, el Te Deum por el 25 de mayo se ha celebrado en la catedral de Buenos Aires. Es que el 25 de mayo de 1810, tras la conformación de la Primera Junta, los integrantes de aquel primer gobierno patrio recorrieron los escasos metros que separan el cabildo de la catedral de Buenos Aires para dar gracias a Dios por los históricos acontecimientos que acababan de protagonizar.
Ya en 1811, al conmemorarse el primer año de aquella histórica gesta que se coronaría en 1816 con la Independencia, se celebró un Te Deum, protocolar rito de acción de gracias que hasta la actualidad, aunque con algunas variaciones y algunas excepciones históricas, ha caracterizado cada 25 de mayo.
El gobierno de Néstor Kirchner tuvo como inicio formal el 25 de mayo de 2003. Argentina venía de dos años de recuperación de la confianza social tras la crisis institucional que en 2001 hizo que hubiera cinco presidentes en pocos días.
El discurso de la Iglesia, como han advertido distintos sociólogos, había tenido durante aquel tiempo un efecto cohesionador y gozaba de gran prestigio. El estilo del entonces arzobispo de Buenos Aires, el cardenal Jorge Bergoglio, no variaba demasiado del actual, señalando los problemas sociales de manera llana, sin circunloquios.
Fue en el Te Deum de 2004, coinciden analistas, que Néstor Kirchner se sintió incómodo con las palabras del cardenal Bergoglio.
Entre otros duros conceptos dedicados a todos los argentinos, y no sólo al gobierno, dijo en aquella ocasión: “No pocas veces, el mundo mira asombrado un país como el nuestro, lleno de posibilidades, que se pierde en posturas y crisis emergentes y no profundiza en sus hendiduras sociales, culturales y espirituales, que no trata de comprender las causas, que se desentiende del futuro. Frente a esta realidad debemos quizá pedir luz acerca de la segunda promesa profética: ha venido a dar vista a los ciegos, y plantearnos el hecho de nuestra ceguera”.
Al año siguiente, el presidente solicitó participar del Te Deum en la provincia de Santiago del Estero, y pese a que en 2006 retornó a la catedral porteña, tanto él como su esposa han participado de la oración en distintas provincias y templos.
“¿Qué problema hay si monseñor dice algo con lo que nosotros no estamos de acuerdo? Más de una vez yo le saldré a contestar lo que pienso, él dirá lo que piensa; somos dos argentinos, dos cristianos, es mi pastor. Yo creo que hay que desdramatizar estos temas”, aseguró Kirchner en una conciliadora entrevista con la periodista Magdalena Ruiz Guiñazú en 2007.
Cristina Kirchner continuó con la idea de su marido de no asistir a la catedral porteña. Aunque públicamente se alegaba la federalización, enojos por declaraciones de la Iglesia y críticas alusivas al cardenal Bergoglio parecían confirmar que la real intención de celebrar el Te Deum fuera del histórico templo porteño, donde tuvieron lugar los acontecimientos patrios, tenía que ver con sus incisivas palabras.
Para los festejos por el bicentenario, en 2010, se esperaba la asistencia de Cristina Kirchner, ya viuda, a la catedral de Buenos Aires. Pero la mandataria solicitó asistir a la Basílica de Luján, donde el Te Deum fue presidido por monseñor Agustín Radrizzani.
Aquel día, mientras la prensa “polarizaba” los "Tedéums", el cardenal Bergoglio dio una lección de unidad eclesial a la opinión pública al optar por leer durante su homilía el mensaje que los obispos argentinos habían escrito para el Bicentenario.
Independientemente de quien se dirigía a los distintos mandatarios locales o nacionales, aunque con distintos estilos, los prelados argentinos se mostraban unidos y con el mismo mensaje de cara a la realidad social que enfrentaba la patria.
Tras la elección de Francisco, Cristina Kirchner regresó a la catedral de Buenos Aires en 2014, esa vez para escuchar el mensaje del cardenal Mario Poli.Y en 2015, su último Te Deum como mandataria, optó nuevamente por la basílica de Luján, templo que luce después de años de obras de restauración como nuevo. La obra, como hacen saber considerables carteles aledaños al santuario, fue impulsada por el matrimonio presidencial.
En línea con el mensaje de todos los obispos en las distintas diócesis en las que se celebró el Te Deum, monseñor Radrizzani pidió cultivar la convivencia social, y citó palabras de Francisco, quien ya como Papa pidió que los argentinos “no se hagan daño” y que “no haya odio”.
Ante la imposibilidad constitucional de reelección, en diciembre cambiará el presidente. Y al menos por cuatro años no habrá un Kirchner encabezando el poder ejecutivo en una oración que, independientemente del estilo del mensaje que el pastor imprima en cada ocasión, da gracias a Dios por los fundamentos de la nación argentina e invita a la introspección.
Pasarán los nombres, y acaso habrá algunos que prefieran no asistir, pero la Iglesia seguirá comprometida dando gracias y llamando a una sociedad más justa y fraterna.