Estaba en Katmandú cuando sobrevino el terremoto
Lourdu Mary Thumma vivió directamente el primer terremoto. Y se salvó. El día 24 de abril estaba en Katmandú. El día 25 de abril, cuando ocurrió el primer terremoto, había sólo 2 personas en la casa. “Y al mediodía, todo ocurrió. Lo que sentimos fue una experiencia terrible para nosotros, no nos percatábamos de dónde estaba el epicentro ni de lo que esto supondría para la gente”.
Llegó a Damak, en Nepal del Este, junto a otros 3 miembros del Servicio Internacional de Refugiados Jesuita, todos ellos voluntarios, y asistieron a los refugiados de Bután. Es su trabajo, pues es la asistente del director del Servicio de Refugiados Jesuita en Nepal.
La hermana Lourdu ha vuelto al lugar del desastre. Ha estado 3 semanas en India. Regresó a Nepal hace unos días y evoca lo sucedido, convencida que falta mucho trecho para volver a la normalidad.
Los hechos
En Nepal dos terremotos han sacudido la tierra en 17 días. El primero, del 25 de abril y de 7.9 grados, dejó más de 8.000 muertos y casi 15.000 heridos. Del segundo, del 12 de mayo y de 7,4 grados, todavía no han trascendido datos de víctimas.
Sor Lurdu nos relata que “desde la India seguía las noticias muy cerca. Fue un desastre masivo para el cual la gente no estaba preparada. Y el shock ha sido brutal: la gente en Katmandú y en las zonas cercanas tienen que afrontar ahora la pérdida de seres queridos, de casas y propiedades. Han visto a sus familiares heridos, y los supervivientes lo están viviendo con trauma, necesitando comida y apoyo, además de consejo y apoyo emocional”.
El miedo y la incertidumbre acompañan a esta religiosa, que a pesar de vivir lejos de la zona afectada y haberse salvado, no cesa de “pedir constantemente a Dios su protección, ya que los terremotos como este no pueden ni ser previstos ni ser controlados”.
¿Qué hace falta a los afectados por el terremoto? “Tienen muchas necesidades”, reconoce la hermana. Tanto el gobierno nepalí, como la comunidad internacional, están haciendo todos los esfuerzos necesarios para paliar la situación, pero en las zonas más remotas es difícil actuar. Y además, el monzón ya ha llegado. La vida se está complicando para la gente que vive bajo el cielo o en tiendas temporales. La vida normal va a tardar mucho en instalarse de nuevo. Aquí en el este de Nepal, más lejos, nosotros continuamos nuestro servicio a los refugiados, concluye la hermana.