Hace poco, en una charla a la que asistí, un conferenciante ponderaba lo mucho que Europa ayuda a África y la obligación de seguir haciéndolo porque de otra forma el continente no saldrá nunca de la pobreza y oscuridad en la que se encuentra sumergido.
Este es un argumento que no me gusta. Además está demostrado que es falso; diversos estudios han puesto de manifiesto cómo las potencias occidentales o los países ricos que presumen de ayudar a África sacan del continente seis veces más de lo que realmente donan.
Estamos acostumbrados a escuchar a esos países ricos presumir de su propia generosidad y de la de sus amigos, de verlos convocar y asistir a reuniones de donantes y hacer grandes promesas, aunque poco después se olviden y nadie parezca tener la autoridad suficiente para reclamar su total cumplimiento.
Y de oír que, gracias a sus ayudas, se está acelerando el desarrollo de las regiones más empobrecidas del planeta lo cual está contribuyendo, grandemente, a la reducción de la pobreza en todo el mundo, también en África. Pero la realidad es que los países ricos donan al continente alrededor de 30 mil millones de dólares anuales, al mismo tiempo que sacan de él unos 192 mil millones de dólares cada año.
Uno de los estudios que más claramente pone al descubierto esta verdad es el titulado Honest Accounts? The true story of Africa’s billion dollar losses, que un consorcio de ONG presentó en julio de 2014.
Este documento afirma que la mayoría de las prácticas económicas que rigen en África, y que la mayoría de las veces tienen su origen en las reformas impuestas o impulsadas por las instituciones financieras internacionales, tienden a favorecer a los países ricos, permitiendo su penetración en el continente y el control de la explotación de los recursos naturales y financieros de este. Esas prácticas incluyen la evasión de impuestos, la repatriación de beneficios de las empresas multinacionales, la imposición de políticas comerciales injustas, los gastos ocasionados por el cambio climático y la fuga de cerebros, entre otras.
Algunos autores opinan que las cifras citadas anteriormente no son reales y que a la ayuda al desarrollo que recibe África anualmente habría que sumar también el dinero que entra a través de inversiones directas y las remesas que envían los que un día migraron desde ella, porque son cantidades que también contribuyen al desarrollo de África. Si hacemos caso a estas opiniones, obtendríamos que la suma de dinero que recibe el continente alcanza los 134 mil millones de dólares.
Sin embargo, la realidad es que así y todo, África seguiría sufriendo una pérdida de 58 mil millones de dólares anuales. En definitiva, el dinero que África pierde cada año, dice el estudio citado anteriormente, representa más de la cantidad de dinero que se necesitaría para ofrecer asistencia sanitaria a todos los habitantes del planeta.
También podríamos hablar de que la ayuda al desarrollo destinada a África no está libre de cargas y contrapartidas, y que contribuye a mantener un sistema y una servidumbre que es la que permite a los países ricos seguir accediendo a las materias primas que necesitan gracias a la amistad de los líderes locales.
Por lo tanto, una primera conclusión sería que los países ricos no deberían presumir tanto de la ayuda al desarrollo que donan a África, porque tampoco es tanto y ellos se están beneficiando a través de ella.
El otro aspecto del que suelen presumir los países ricos decíamos que es el de que la ayuda al desarrollo contribuye a terminar con la pobreza en África. Sin embargo, esto también se puede desmontar porque tras décadas recibiendo ayuda, África no da muestras de terminar con una pobreza presente en gran parte de su paisaje.
Es verdad que todo indica que en la última década la pobreza se ha reducido en África. Sin embargo, algunos estudiosos defienden que en realidad no ha sido gracias a la ayuda al desarrollo, ya que esta no deja de ser una cortina de humo tras la cual se esconde el hecho de que los mismos donantes están perpetuando la indigencia de África, una vez más en su propio beneficio.
El informe citado anteriormente, defiende que África no es pobre. Sin embargo, una combinación de políticas inadecuadas, muchas de ellas impuestas desde fuera del continente, las grandes diferencias entre ricos y pobres, y la corrupción (y las actividades criminales) de las élites políticas apoyadas y mantenidas por las potencias extranjeras, mantienen a gran parte de la población en la extrema pobreza.
Es por ello que se habla de que África sufre una hemorragia equivalente a 35.3 mil millones de dólares anuales provocada, principalmente, por la evasión de impuestos y otros flujos financieros ilícitos facilitados por los paraísos fiscales.
Estos flujos ilícitos de capital, ya lo hemos dicho otras veces en estas páginas, equivalen a una media del 5,7 % anual del PIB de África subsahariana, lo que está muy por encima de la media mundial. No olvidemos que los paraísos fiscales están protegidos por los países ricos. Además, está claramente demostrado que los paraísos fiscales son una causa muy importante de la pobreza que existe en los países en desarrollo.
Si este dinero se quedara en el continente y se invirtiera en educación, sanidad e infraestructuras, por ejemplo, la situación de África sería muy distinta.
Curiosamente, los países con más recursos naturales son los que más fuertemente sufren el sangrado de sus finanzas. Se esperaría que estos fueran los que mostrasen niveles más bajos de pobreza, pero todos sabemos que esto no es así.
Según el 2015 World Hunger and Poverty Facts and Statistics, de los mil millones de pobres que hay en el mundo, el 33 por ciento vive en países que son ricos en recursos naturales. Esto explicaría que la mayoría de los países que ocupan los últimos puestos de la lista de países del Índice de Desarrollo Humano, posean grandes cantidades de recursos naturales.Compañías occidentales explotan esos recursos y luego, con la ayuda de sus propios gobiernos y la complicidad de los paraísos fiscales, sacan el dinero de África.
Podríamos seguir dando vueltas a este tema y proponiendo más ejemplos. Lo cierto es que los países ricos deben poner fin a su retórica sobre África porque no es verdad que estén haciendo tanto por el continente. Más bien, en la actualidad son un obstáculo para poner fin a la pobreza en el mismo. Hoy por hoy, África es la que ayuda a Occidente a mantener su nivel de vida, en detrimento del de sus propios ciudadanos.
Es necesario cambiar el sistema de relaciones políticas y comerciales entre África y los países occidentales para que de verdad la situación pueda ser distinta un día.
Chema Caballero
Artículo originalmente publicado por Mundo Negro
Hoy celebramos a...