“Donde siempre se discute y se realizan pactos y los hermanos se traicionan unos a otros, ¡allí no está el Espíritu!”, afirma en su homilía de este viernes
El Espíritu Santo crea “movimiento” en la Iglesia que aparentemente puede parecer “confusión” y, sin embargo, si es acogido con oración y con espíritu de diálogo, genera siempre unidad entre los cristianos. Lo afirmó el Papa Francisco durante la homilía de la misa celebrada este viernes 8 de mayo en la Casa Santa Marta, dedicada por Francisco a su “patria” en el día de la Virgen de Luján, patrona de Argentina.
Es el Dios desconocido el que mueve las aguas de la Iglesia y todas las veces que los cristianos, a partir de los Apóstoles, se han confrontado con franqueza y en el diálogo, sin fomentar traiciones y “pactos” internos, han realizado lo que tenían que hacer, gracias a la inspiración del Espíritu Santo.
Francisco demostró este asunto de la mano de los Hechos de los Apóstoles, recordando las situaciones de debates y desencuentros que la primera comunidad cristiana vivió.
Diálogo entre hermanos, no “pactos” entre enemigos
La cita de hoy narra la conclusión del primer Concilio de Jerusalén, que estableció, después de muchas fricciones, las pocas y simples reglas que los nuevos convertidos al Evangelio debían observar.
El problema, recuerda Francisco, es que anteriormente se había abierto una lucha interna entre los que se defían como los “cerrados”, grupo de cristianos “muy cogidos a la ley” que querían “imponer las condiciones del judaísmo a los nuevos cristianos”, y Pablo de Tarso, el Apóstol de los paganos, era decididamente contrario a esta obligación.
“¿Cómo resuelven el problema? -señaló el Papa en su homilía-. Se reúnen y cada uno da su opinión, discuten como hermanos y no como enemigos. No pactan a escondidas para vencer, no buscan los poderes civiles para vencer, no matan para vencer. Buscan el camino de la oración y del diálogo. Estos, que estaban en posiciones totalmente contrarias, dialogan y se ponen de acuerdo. Esto es obra del Espíritu Santo”.
El Espíritu se mueve hacia la armonía
La decisión final, destacó Francisco en su homilía, se toma en la concordia. Y esta es la base en la que se escribe, al final del Concilio, la carta que hay que enviar a los “hermanos” que “provienen de los paganos”, en la cual lo que se comunica es fruto de una comunión muy distinta a las maniobras y tretas realizadas por los que siembran la “cizaña”.
“Una Iglesia donde nunca hay problemas de este tipo me hace pensar que el Espíritu no está -afirmó-. Y una Iglesia donde siempre se discute y se realizan pactos y los hermanos se traicionan unos a otros, ¡allí no está el Espíritu!".
"El Espíritu es el que crea la novedad, el que mueve la situación para seguir adelante, el que crea nuevos espacios, el que crea la sabiduría que Jesús prometió: "¡Él os enseñará!". Esto mueve, pero es también lo que al final crea la unidad armoniosa entre todos”.
Fieles a los “movimientos” del Espíritu
El Papa Francisco concluyó su homilía refiriéndose a la última frase que concluye la carta. Palabras que revelan el alma de la concordia cristiana, no un simple acto de buena voluntad sino un fruto del Espíritu Santo:
“Esto es lo que nos enseña hoy esta Lectura, lo que nos enseña el primer Concilio ecuménico. Pareció bien, de hecho, al Espíritu Santo y a nosotros: esa es la fórmula, cuando el Espíritu Santo nos pone a todos de acuerdo. Ahora continuamos la celebración eucarística pidiendo al Señor Jesús, que se va a hacer presente entre nosotros, que nos envíe siempre el Espíritu Santo, a nosotros, a cada uno de nosotros. Que lo envíe a la Iglesia y que esta sepa ser fiel a los movimientos del Espíritu Santo”.