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Fernando “El Toro” Valenzuela, un beisbolista de admirable tenacidad

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STEPHEN DUNN -GETTY IMAGES NORTH AMERICA - AFP

Javier Ordovás - publicado el 06/05/15

Hijo de una familia numerosa mejicana, brilló en Grandes Ligas del béisbol gracias a su incansable lucha por lograr su sueño

Su carrera fue un modelo de tenacidad y consistencia que animó a muchos mexicanos a sumarse al sueño americano en los años 80. "El Toro", apodado así por su corpulencia, terminó 1981 transformándose de novato desconocido, en el personaje número uno del deporte de los Estados Unidos y de México

Un pueblito pequeño localizado entre Obregón y Navojoa, en Sonora, casi sobre la carretera que une a estas dos ciudades y que lleva por nombre Etchohuaquila, es el lugar de procedencia de uno de los deportistas más exitosos y populares que ha tenido México, Fernando "El Toro" Valenzuela.

El 1 de noviembre de 1960, nació Fernando Valenzuela, el hijo número doce de una familia de escasos recursos económicos conformada por Avelino Valenzuela y Hermenegilda Anguamea, quienes vivían del campo y habitaban una pequeña casa de adobe y techo de paja.

En aquel entonces, Etchohuaquila era un pueblo muy tranquilo y prácticamente desconocido en el que no habitaban más de 250 personas, casi todos descendientes de una tribu, los mayos.

El béisbol era el deporte favorito y lo practicaban los jóvenes como una forma de pasatiempo. Dentro de esos adolescentes y con tan sólo 13 años, Valenzuela ya destacaba en la región por su habilidad para lanzar con el brazo izquierdo.

Sin embargo, no fue sencillo ya que al comienzo solía jugar en el jardín derecho por su condición de lanzar la bola con la zurda; pero cierto día aburrido de no tener acción en esa posición, pidió la oportunidad de ser el pitcher ante un equipo que ya los aventajaba por muchas carreras, en un juego de esos amistosos que podían durar horas bajo el sol ardiente de la región.

Fernando tomó la bola y lanzó de extraordinaria forma para sacar los outs necesarios y que su equipo tomara el turno al bate. A partir de ese momento comenzó a ser el lanzador oficial en los juegos.

Cuando cumplió 17 años representó a su tierra en un torneo de estrellas en Ciudad Obregón, y ganó el premio al Jugador Más Valioso; su brazo ya destacaba por mucho, empezando a llamar la atención de entrenadores y dueños de equipos en el béisbol mexicano.

Fue así que los Tuzos de Silao, en Guanajuato, un equipo modesto de béisbol adscrito a la antigua Liga Central de México, en el año de 1978 le ofreció su primer contrato profesional pagándole un sueldo de 250 dólares.

Valenzuela se despidió con mucho pesar e incertidumbre de sus padres, para comenzar una aventura que lo llevaría a lo más alto del béisbol en Grandes Ligas.

A pesar de su juventud, Valenzuela tuvo buenos números en su primera temporada con Tuzos. En uno de esos juegos en Silao, Mike Brito, buscador de talentos de Grandes Ligas de Los Dodgers, quedó sorprendido con el trabajo de Valenzuela, quien ponchó a 12 bateadores de manera contundente con su poderoso brazo izquierdo. Sin embargo, Brito no le hizo ninguna propuesta formal, sólo lo anotó en su libreta de futuros prospectos.

Tras buenas actuaciones, Fernando es contratado en 1979 por el equipo de los Ángeles de Puebla, que prefirió enviarlo en calidad de préstamo a Leones de Yucatán, conjunto que pertenecía a la Liga Mexicana, circuito en donde brilló con su técnica de pitcheo logrando récord de 10 ganados y 12 perdidos, con promedio de carreras limpias de 2.49, impresionando a muchos buscadores de talentos.

Es en Yucatán, donde Mike Brito le siguió la huella al "Toro", pues estaba convencido de su talento, para firmar por Los Dodgers, y tras la debida valoración, se firmó al oriundo de Echohuaquila por 120 mil dólares: 20 mil para Fernando y el resto para el club dueño de su contrato.

Años después se supo que Dodgers contrató a Valenzuela con la intención de limar asperezas con la comunidad mexicana
, luego de que varias familias fueron retiradas de la loma Chávez Ravine para poder construir un nuevo estadio de béisbol.

Una vez en Grandes Ligas, "El Toro" tuvo que aprender más recursos en su técnica de lanzamiento. Fue así que el equipo le solicitó a Bob Castillo, un expelotero de origen latino, que le enseñara a tirar el famoso "tirabuzón", que años más tarde perfeccionó y era su principal arma arriba de la lomita.

El manager de los Dodgers, Tom LaSorda, declaró alguna vez: “Bobby le enseñó a Valenzuela a lanzar el tirabuzón; ahora Valenzuela lo hace mejor que Bobby”.

El gran momento llegó el 15 de septiembre; el manager Tom Lasorda llamó al sonorense para que fuera él quien lanzara en el juego contra los Astros de Houston.

Cualquier otro joven debutante habría llegado al montículo convertido en un manojo de nervios, pero Valenzuela, en cambio, echó una siesta en la mesa de masajes después de la habitual práctica preliminar de bateo y dos horas más tarde terminó de propinar, al equipo de Houston, la que sería su primera blanqueda en Grandes Ligas.

A partir de aquel día empezó a hilvanarse una de las carreras más asombrosas y rápidas que se hayan visto en el beisbol, puesto que al final de la temporada Valenzuela había hecho de todo: nombrado novato del año, obtuvo el premio Cy Yong al mejor lanzador de la liga, y también ganó el bat de plata en su primer año, reconocimiento que se le da al mejor pitcher bateador, además del banderín de la Liga Nacional, y como broche de oro a una gran temporada se llevó la Serie Mundial.

"El Toro", apodado así por su corpulencia en el montículo, término 1981 transformado de novato desconocido, en el personaje número uno del deporte de los Estados Unidos y México, desatando la "Fernandomanía".

Fernando no perdió ningún turno en la rotación por más de seis años, acumulando 99 victorias y 68 derrotas con 2.94 carreras limpias permitidas y 26 blanqueadas en un período hasta finales de 1986, cuando brilló en todo lo alto de la Gran Carpa.

Su carrera fue un modelo de tenacidad y consistencia. En 1988 por desgracia sufrió una grave lesión en el hombro izquierdo que lo marginó toda la temporada, pero con gran voluntad regresó en julio de 1990, para contra Cardenales de San Luis, lanzar un juego perfecto, uniéndose  así a Juan Marichal, y a Juanchi Nieves de Puerto Rico, como el tercer lanzador latino que lanzaba sin permitir hits.

Al año siguiente, los Dodgers decidieron recortar su nómina y justo antes de iniciar la temporada lo dejaron libre. Estuvo unos meses en México, y después fue contratado por los Angels de Anaheim, conjunto con el que jugó tan sólo una temporada. Posteriormente, en 1992, firmó con los Tigres de Detroit, con los cuales nunca vio actividad.

Fernando decidió alternar temporadas en México y en Estados Unidos, vistiendo por último las franelas de Los Padres de San Diego y Cardenales de San Luis, en Grandes Ligas. El retiro definitivo llegó en 1997, tras 17 temporadas en activo, diciendo adiós con un récord personal de 173-157 y 3.54 de efectividad.

En 2004, sorprendió a todos cuando anunció que retomaría su carrera como beisbolista, esta vez en la Liga Mexicana del Pacífico, con las Águilas de Mexicali, de forma esporádica hasta la campaña de 2006.

Para los Clásicos Mundiales de Béisbol de 2006 y 2009, "El Toro" formó parte del cuerpo técnico del conjunto mexicano.
Sin duda Fernando se convirtió en una de las grandes figuras del deporte mexicano, gracias a su capacidad y tenacidad para luchar por su sueño en la máxima categoría del béisbol. 

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