Indignado y entristecido por los recientes ataques en algunos países contra comunidades cristianas y de las minorías
La sociedad desvinculada se caracteriza por su incapacidad para resolver las grandes dificultades que se le acumulan, y de añadir con sus presuntas “soluciones” otras de nuevas. El abordaje de la cuestión del mundo islámico, con sus múltiples facetas interiores y exteriores, es una manifestación grave de esta incapacidad.
Las orejeras de la ideología desvinculada impiden ver la realidad tal y como es. De ahí las respuestas equivocadas, que van del buenismo masoquista del “todos son buenos y la culpa es nuestra”, hasta su demonización, “todo musulmán es un terrorista o como mínimo un inadaptado en potencia”; pasando por los soñadores de la razón, la que engendra monstruos que quieren, como la Clinton con el común de la religiones, rediseñarlo, formatearlo, para construir un islamismo laico, que carezca de toda traducción publica, un islamismo que prácticamente reescriba el Corán y se deje ridiculizar por caricaturistas sin genio ni profesionalidad.
El Islam es lo que es, y esto significa que hay muchos pero con un denominador bastante común: su gran problema para asumir con plenitud la libertad religiosa; es decir la libertad a secas, y esto va desde las prácticas genocidas del Estado Islámico y Boko Haram a la dificultades de los cristianos en Marruecos, Argelia, Egipto y Turquía, por poner ejemplos de estados muy vinculados a Occidente.
De esto hay que partir, de esto y de dos convicciones: se requiere una respuesta política, económica e interreligiosa, como norma general, y una respuesta militar contundente y decisiva contra el Estado Islámico y Boko Haram, y no por su islamismo, sino por ser terroristas inhumanos y dictatoriales. Pertenecen a la misma categoría occidental de Hitler y Stalin, y de la oriental de Mao y Poth Pol.
En estas coordenadas, es muy importante atender el discurso del rey Abdullah II de Jordania en el Parlamento Europeo el pasado mes de marzo y que no tuvo el relieve que se merecería en los medios de comunicación.
El rey jordano estableció un paralelismo entre “los estragos que azotaron el continente a finales de 1930 y la Primera Guerra Mundial que siguió a causa de una ideología agresiva y expansionista basada en el odio y el desprecio de la esencia misma de la humanidad”, con una “guerra contra una ideología expansionista que se alimenta de odio; que el asesinato se está cometiendo en nombre de Dios y de la religión para justificar las malas acciones que no tolera la religión -una guerra contra los terroristas que no respetan los valores del Islam y los valores de la humanidad”. Mas claro el agua, hay una guerra, no contra el Islam y si con una gente totalitaria.
Y apeló a la unidad, no digamos ente cristianos y musulmanes, porque Europa no es tal cosa, pero si entre quienes desean el respeto humano y la libertad. “Nuestra victoria depende ahora de nuestra unidad. El papel de Europa es vital. Sólo mediante la cooperación pueden nuestras regiones apagar las fuentes de apoyo al terrorismo y derrotar a sus propósitos”. “Renuevan la fuente de nuestra gran fuerza: el respeto mutuo que une y nos sostiene. Los jóvenes, sobre todo, han de inspirarse en los valores que rechazan la violencia, la paz crean y construyen sociedad inclusiva”.
Del planteamiento y propuestas del rey deseamos destacar sus palabras en un tema especialmente sensible: los cristianos y el Islam.
“El primero es el alcance interreligioso que debe involucrar a las personas. Un diálogo de respeto. Atacar y excluyendo a otros, otros pueblos insultando su fe y convicciones, no es un camino a seguir. El futuro está en la unidad y el respeto, no de división y los estereotipos. Europa es un socio importante en este esfuerzo -especialmente para ayudar a detener el aumento mundial de la islamofobia.
Este veneno se basa en las ideas falsas y juega en las manos de estos extremistas”. Una islamofobia que no surge del cristianismo europeo, sino del laicismo y su voluntad de que todo los demás se adapte a él.
“Es importante lo que significa ser musulmán. Yo y un sinnúmero de otros musulmanes han sido enseñados desde nuestros primeros años que nuestra religión exigía el respeto y el cuidado de los demás. El profeta Mahoma, la paz y las bendiciones sean con él, dijo: “Ninguno de vosotros tiene fe hasta que se amen al prójimo lo que ama por sí mismo". Esto es lo que significa ser un musulmán. Entre los mismos nombres de Dios, escuchamos: el Compasivo, el Misericordioso. Toda mi vida, todos los días, he oído y usado el saludo, Assalamu aleikum -un deseo para el otro para ser bendecidos con la paz. Esto es lo que significa ser un musulmán”.
“Más de mil años antes de los Convenios de Ginebra, a los soldados musulmanes se les ordenó no matar a un niño, una mujer o un anciano, no destruir un árbol, no hacer daño a un sacerdote, no para destruir una iglesia”.
“Estoy indignado y entristecido por los recientes ataques en algunos países contra comunidades cristianas y de las minorías. Este es un delito de lesa humanidad. Así como el Islam, cristianos árabes son una parte integral de nuestra región pasado, presente y futuro”.
“Jordania es un país musulmán, con una comunidad cristiana muy arraigada. Juntos con el pueblo jordano, conforman un indivisible en la sociedad, los amigos y socios en la construcción de nuestro país”.
“De hecho, estos terroristas han hecho de los musulmanes del mundo su mayor objetivo. No vamos a permitir que secuestran nuestra fe”.
Hay que conocer lo bueno, y trabajar con el cómo, Jordania y su Rey.
Artículo originalmente publicado por Forum Libertas