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Colombia, un país obligado a matar

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Monica Ibáñez Sarco - publicado el 02/05/15

En La Habana se dialoga por la paz y en Colombia se “mata legalmente”

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Hace unos meses, todo el mundo se paralizó debido a un video viral que publicó una joven estadounidense que padecía de cáncer cerebral terminal. Brittany Maynard (Q.E.P.D) con tan solo 29 años recibió cartas de distintas partes del mundo en las que se le alentaba a seguir luchando y a no perder ningún minuto de su existencia para amar la vida.

Esta joven que habría anunciado su muerte para el 1 de noviembre de 2014 parecía arrepentirse después de haber compartido momentos agradables con su familia y haber experimentado la compañía de distintas personas que siendo extrañas se comprometieron a rezar por su vida, haciéndole cercano así su cariño y verdadera compasión. Finalmente, se aplicó la eutanasia. Fue una noticia triste que tenía expectante a muchas personas.

Este hecho que movilizó a tantas personas a favor de la vida e incitó a promover la compañía compasiva y humana con quién sufre para que acepte su enfermedad, su dolor hasta su muerte natural no hizo distinción de credos. Pues, la defensa de la vida y de una muerte natural es algo que la propia humanidad reclama: permanecer y morir cuando sea el momento y no cuando unos consideren oportuno; pues sino, ¿qué sentido tiene buscar la paz y acabar la guerra?

Colombia pasa por un momento crucial; hace unos años viene dialogando la paz buscando que esta sea concertada; sin embargo, se ha convertido en el primer país de Latinoamérica que obliga a matar. “Es curioso que mientras estamos luchando por acabar con esta guerra que ha generado tanta muerte, por otro lado estamos tratando de crear leyes para generar más muertes”,expresó Monseñor Luis Castro, Presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia.

Eutanasia, ¿muerte digna?

Ya en 1997 el llamado Alto Tribunal de la nación colombiana había despenalizado el mal calificado “homicidio por piedad” pero no se había reglamentado, por lo que este año la Corte Constitucional pidió al Ministerio de Salud a través de la sentencia T-970 de 2014 que procediera con el debido plan para garantizarle a todos los colombianos la posibilidad de “morir con dignidad” en todos los hospitales y clínicas del país.

Esta acción de la Corte Constitucional ha generado en algunos cierto desconcierto puesto que no existe ninguna ley del Congreso sobre esta materia, la eutanasia. Sin embargo, el Ministerio de Salud ha procedido y con la Resolución número 00001216 de 2015 ha dado cumplimiento al abuso de potestad que ha ejercido el Alto Tribunal que ha pasado por encima de miles de colombianos que tienen su voz y voto en el Congreso.

Con esta resolución se han impartido las directrices para llevar a cabo la Eutanasia, definida como el derecho a morir con dignidad. Al respecto el Padre Mercado, secretario adjunto de la Conferencia Episcopal de Colombia ha dicho al Ministerio de salud:“Eutanasia directa, constituye un grave atentado contra la dignidad del enfermo y contra la inviolabilidad del derecho fundamental a la vida”.

Supuestamente lo que se busca es garantizarle un muerte digna y sin más dolor al enfermo en fase terminal, que según la Resolución es todo aquel que es portador de un enfermedad o condición patológica grave, que haya sido diagnosticada en forma precisa por un médico experto, que demuestre un carácter progresivo e irreversible, con pronóstico fatal próximo o en plazo relativamente breve, que no sea susceptible de un tratamiento curativo y de eficacia comprobada, que permita modificar el pronóstico de muerte próxima; o cuando los recursos terapéuticos utilizados con fines curativos han dejado de ser eficaces.

¿Cuántas veces los médicos expertos han sido precisos y veraces?¿Cuántos casos existen de pronósticos irreversibles que se revirtieron sin explicación científica?¿Será que este mal llamado “avance” en Colombia es una contribución a la cultura del descarte?

¿Y la vida digna?

La Eutanasia tiene una aproximación que manipula al que sufre y a los familiares del sufriente. Es verdad, nadie puede hablar del dolor del otro hasta que lo vive, hasta que lo experimenta; pero si se puede hablar de valor de la vida y de la necesidad antropológica de saberse amado y valioso. Quien está en una etapa de mucha fragilidad y sufrimiento no quiere morir porque lo anhela profundamente, sino porque considera que es una carga para su familia y para la sociedad. La solución no es confirmarle sus pensamientos, fruto del intenso dolor en todas las dimensiones, sino brindarles amor y proponerles una vida digna.

La salida más fácil es la eutanasia: menos gastos, menos población, más posibilidad para los que todavía pueden producir, etcétera. Pero, manipulando el lenguaje se quiere mover a la compasión ante el sufrimiento del otro. “El Gobierno debe preocuparse más por brindar un sistema de salud de calidad a los colombianos, por darles una vida digna, sin que existan los paseos de la muerte, que entreguen los medicamentos de forma fácil y oportuna, y que haya especialistas para atender las necesidades de todos”, expresó Monseñor Juan Vicente Córdoba, Presidente de la Comisión de Vida de la CEC a Colprensa.

El tiempo usado en redactar la Resolución la hubieran invertido en pensar un Plan de Salud que beneficie a todos los colombianos que por la precariedad del sistema y la corrupción de intereses no brindan la vida digna que todos se merecen.

¡Cerraremos nuestros hospitales!

Muchos de los hospitales que prestan sus servicios para dignificar la vida de los colombianos son de instituciones y comunidades religiosas, y de primer nivel; como es de esperarse se han negado rotundamente a efectuar esa Resolución. Monseñor Juan Vicente Córdoba señaló que acudirán a todas las instancias “legales nacionales e internacionales y de no conseguir respuestas frente a la eutanasia, procederemos a cerrar todos nuestros hospitales si insisten en obligarnos a matar”.

Finalmente, Monseñor Castro exhortó a acudir a la objeción de conciencia cuando sea necesario y exhortó a los médicos católicos para que no procedan a realizar esos actos. Vale recordar el juramento hipocrático al que se comprometieron los médicos al iniciar su carrera de defender siempre la vida.

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