Los amantes de los superhéroes estamos de enhorabuena. Vivimos en la época dorada de las series de televisión y de las sagas cinematográficas en donde los superhéroes tienen mucho que decir. De alguna forma esta saga evoca a otra de Pixar, Toy Story; seguimos siendo un poco como Andy, con un recuerdo claro, quizás oculto ya, de nuestros juguetes de la infancia.
Y aunque nos hayamos ido a la universidad e incluso seamos dueños y señores de familias o empresas siempre queda una nostalgia ante esos héroes con los que jugábamos de pequeños; cuándo convertíamos toda la casa en campo de batalla y los bajos del sofá eran la guarida secreta perfecta.
Esta nostalgia genera unos vínculos que, bien usados, pueden producir millones de euros en recaudación y merchandising. Pero, ¿hay algo más a parte del mejor entretenimiento? ¿podemos salir del cine sintiéndonos como Andy y con preguntas adultas llenas de sentido? Claro y sin rodeos: sí, podemos.
En este caso nuestros vengadores más queridos: Iron Man, el Capitán América, Thor, Hulk, la Viuda Negra y Ojo de Halcón, tienen que enfrentarse con Ultrón, un ser con inteligencia artificial que tratando de crear el mundo perfecto llega a la conclusión de que mientras los humanos existan no podrá haber armonía, por lo que la extinción es la única opción viable.
Más allá de la trama de héroes y malvados existen varios temas que toca la película con gran acierto, respetando siempre la unidad de una cinta con una gran estructura y un sólido guión. Con respeto a su antecesora quizás le falte unidad en algunos momentos aunque logra mayor hondura por la definición de los personajes y la temática que aborda al hacerlo.
Entre los temas que aparecen caben destacar los siguientes: el enorme valor de la familia (del hogar) como espacio de seguridad donde poder recuperarse, contemplarse (Ojo de Halcón y Viuda Negra); temas como la importancia de trabajar en equipo o el valor de la vida humana (Hulk); o la necesidad de ser bien mirados para descubrir una misión a la que estamos llamados (Bruja Escarlata).
En este sentido, y como toda buena película sobre “poderes”, toca el tema de la vocación particular y comunitaria. Todo superhéroe es más héroe cuanto más humano se nos muestra; porque su valor no solo reside en ser capaz de usar bien sus poderes sino en atreverse a hacer frente a sus miedos y fantasmas interiores.
De hecho, más allá de sus poderes tienen los mismos conflictos y deseos de significado en su interior que cualquiera de nosotros, como ya les pasaba a los mutantes de la saga de X-men. Y por eso es más honda que Los vengadores, porque el conflicto no solo está es superar las diferencias personales entre ellos, sino en mirarse a sí mismos hasta el fondo. Por ello, quizás sean también deudores del Batman de Nolan.
Con un gran reparto y unos efectos especiales verdaderamente espectaculares nos encontramos con una ágil, entretenida y mejorada secuela. Puro espectáculo visual de calidad, que arriesga más que Los vengadores aportando un punto de cierta oscuridad y hondura a los personajes que termina dando a la cinta un alma más personal. Toda una aventura cinematográfica digna del mejor fan, con momentos cómicos muy bien insertados y con un regalo final tras los títulos de crédito.
La factoría Disney con sus nuevas adquisiciones (Pixar, Marvel y Lucasfilm) parece estar llamada a convertirse en el monopolio del entretenimiento más creativo del momento. En este sentido, Marvel Studios, Joss Whedon y todo su equipo, han logrado afianzar una saga llamada a romper todos los records de recaudación de la historia. Habrá que ver cómo tan solo la saga de Star Wars la termina superando. Tiempo al tiempo.