Roma autorizó a la arquidiócesis de Olinda y Recife a iniciar el proceso que podría llevar a los altares a Dom Helder Camara
Tras la beatificación próxima de monseñor Óscar Arnulfo Romero, varios procesos de personajes controvertidos de la Iglesia católica latinoamericana se han disparado, entre ellos el de Dom Helder Camara, uno de los animadores de la "opción preferencial por los pobres" que, en la segunda mitad del siglo XX se identificó como la "teología de la liberación".
Uno de sus émulos, el teólogo y escritor brasileño Frei Betto, publicó hoy un artículo en diversos medios de América Latina a raíz de que Roma autorizó a la arquidiócesis de Olinda y Recife a iniciar el proceso que podría llevar a la Iglesia católica a reconocer y dar culto a Dom Helder Camara (1909-1999) como un beato o un santo.
Tras hablar de su relación con Dom Helder Camara, cuando era obispo auxiliar de Rio de Janeiro, a comienzos de la década de 1960, y luego como miembro y dirigente de la Acción Católica brasileña, Frei Betto recuerda que el llamado "obispo rojo" era un hombre de baja estatura y frágil, que tenía "curiosas características": "Apenas se alimentaba. Comía como un pajarito. Y tenía un extraño horario de sueño: se acostaba hacia las once, se levantaba a las dos de la madrugada, se sentaba en una silla-balancín y se entregaba a la oración. Era, según decía él mismo, su ‘momento de vigilia’. Rezaba hasta las cuatro, dormía otra hora y se levantaba para celebrar la misa".
Más adelante, en su artículo, Frei Betto apunta que en la década de 1960, Dom Helder encabezó en Rio de Janeiro la Cruzada San Sebastián, proyecto de "desfavelización" creado por él. "No cuajó; lo cual le llevó a combatir las causas de la pobreza", dice el autor, entre otros libros, de "Hambre de Dios".
Me cuidan el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo
"De espíritu amigable, allá donde iba juntaba a la gente en torno de él. Fue quien originó la CNBB (la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil), inventando las conferencias episcopales, y el CELAM, el consejo de los obispos de América Latina", resalta Frei Betto.
"Esos organismos, que en cierta forma descentralizaron la Iglesia romana, salieron de la cabeza del obispo que, para desgracia de los militares golpistas, fue nombrado arzobispo exactamente en 1964. El papa (Pablo VI) lo nombró para São Luis, pero días después le transfirió a la arquidiócesis de Olinda y Recife, en la que permaneció hasta su muerte", relata Frei Betto.
Luego, señala que durante el Concilio Vaticano II (1962-1965), monseñor Camara lideró el "Pacto de las Catacumbas", en el que obispos latinoamericanos, principalmente, se comprometieron con la "opción por los pobres", dando origen a esa porción de obispos que más tarde se identificarían con la Teología de la Liberación.
Dom Helder fue nominado en 1972 para el Premio Nobel de la Paz, pero no le otorgaron el galardón por presiones, sobre todo, de la dictadura militar que entonces gobernaba Brasil con mano dura.
"El gobierno militar, temiendo que le pasara algo a Dom Helder y la culpa recayera sobre la dictadura, envió delegados de la Policía Federal a ofrecerle protección. Dom Helder contestó: ‘No necesito de ustedes, ya tengo quien cuide de mi seguridad’. ‘Pero usted no puede tener escoltas privados. Para tenerlos es necesario registrarse en la Policía Federal. Debemos de conocerlos nosotros y autorizar el uso de armas. ¿Quién cuida de su seguridad?’ Dom Helder replicó: ‘Son tres personas. Pueden anotar: Padre, Hijo y Espíritu Santo", refiere Frei Betto en su artículo.
Incómodo para el gobierno militar, a Dom Helder, hoy abierta su causa diocesana, le asesinaron a su asesor para la juventud, el padre Antonio Henrique Pereira Neto, de 29 años, en marzo de 1969, en Recife. Dom Helder solía repetir: "Si hablo de los hambrientos, todos me llaman cristiano; si hablo de las causas del hambre, me llaman comunista", termina recordando Frei Betto.