Aleteia logoAleteia logoAleteia
viernes 29 marzo |
San Eustasio, obispo - Viernes Santo
Aleteia logo
Actualidad
separateurCreated with Sketch.

La sorpresa de los jóvenes con el Papa Francisco

Pope Francis at General Audience, 2013 – es

Catholic Church England and Wales-CC

Jorge Traslosheros - publicado el 27/04/15

Hoy, cuando la tradición por sí misma resulta insuficiente para transmitir la fe, sólo el testimonio puede ganarse el respeto de los jóvenes, dentro y fuera de la Iglesia

La Cuaresma está llegando a su fin.
No olvides a Aleteia en tu ofrenda cuaresmal
para que brille la esperanza cristiana.
¡Apoya a Aleteia!

 

DONE AHORA

Uno de los privilegios de ser profesor universitario es la oportunidad de tejer lazos de amistad con los jóvenes. Así, recibí un correo con breve mensaje que decía: “Tu Papa me cae bien”, y una liga a una página de internet. Nada más.

El remitente es un muchacho excelente y sencillo. Hace poco entró intempestivamente en mi oficina y me dijo que había decidido ser feliz en la vida, sin importar que fuera el camino más fácil. Le inquirí sobre cuántas personas conocía verdaderamente felices. Después de breve reflexión, me respondió que muy pocas, de hecho casi ninguna. Entonces, le comenté, era claro que había escogido el mejor camino, pero en manera alguna el más fácil. La anécdota lo pinta de cuerpo entero.

La liga conduce a un artículo de un medio especializado y poco afecto a los asuntos religiosos. Sin embargo, sus autores se muestran entusiasmados con la próxima encíclica de Francisco sobre ecología. El texto me sorprendió no sólo por el excelente análisis de las implicaciones culturales y políticas que tendría un claro posicionamiento ético del Papa a favor del medio ambiente, también por la forma serena en que comprendieron a la religión como una fuerza cultural constructiva. (Andy Hoffman and Jenna White, http://www.iflscience.com/environment/pope-messenger-making-climate-change-moral-issue)

Me quedé reflexionando. Este querido muchacho no es particularmente afecto a los asuntos religiosos, si bien es muy exigente en temas éticos, de manera especial cuando la coherencia se pone en entredicho. Francisco empieza a calar entre los jóvenes. Signo de los tiempos.

En la Universidad no han faltado muchachos que se acerquen a preguntarme, entre curiosos e intrigados, si Francisco es una flor en el desierto o si podrá realmente transformar a la Iglesia. Trato de responder lo mejor que puedo, pues les resulta por lo menos extraño que un profesor de historia, de la más grande universidad pública de Hispanoamérica, se encuentre muy feliz siendo católico.

¿Cómo es posible un Papa como Francisco? La explicación es, en verdad, sencilla. Hace cincuenta años terminó el Concilio Vaticano II, la más profunda y radical transformación de la Iglesia desde el IV Concilio de Letrán (1215), el cual marcó el camino durante el segundo milenio, con su escala tridentina.

La reforma de la Iglesia, hecha realidad en el Vaticano II, empezó su ruta desde finales del siglo XIX con el Papa León XIII y el Cardenal Newman. Con el tiempo se sumaron movimientos litúrgicos y pastorales, pensadores laicos que portaban la alegría de Chesterton o el dramatismo de Mounier, y teólogos con la hondura de Henry de Lubac. Propusieron algo tan simple que sorprende: regresar a la gente común desde la persona de Jesús.

El Concilio, pues, tuvo un sólo propósito: nutrirse en las fuentes originales de la Iglesia –evangélicas, teológicas y pastorales-, para dialogar con el mundo, hacer propias las esperanzas y los dolores de las personas y así anunciar la alegría de Cristo.

El periodo posconciliar fue tremendo, complicado, con mucho jaloneo dentro y fuera de la Iglesia. El debate fue intenso, vigoroso, con grandes avances, pero no siempre fue honesto. Los políticos metieron su cuchara convirtiendo a la Iglesia en escenario de disputas ideológicas. Además, los extremos rechazaron el Concilio bajo argumentos tradicionalistas o dizque progresistas, asunto que ya había previsto  proféticamente Juan XXIII en su discurso inaugural del Concilio.

El hecho es que hubo confusiones y también contusiones. No obstante, el proceso de recepción, adaptación y aplicación del Concilio no se detuvo, en mucho, gracias al liderazgo de tres papas excepcionales, no siempre bien comprendidos, con quienes Francisco se siente íntimamente vinculado según ha hecho notar en diversas ocasiones.


La recepción del Concilio progresó muy bien en América Latina, donde los debates fueron tremendos. En las iglesias africanas y asiáticas caló muy profundo porque habló su mismo lenguaje al buscar la inculturación del Evangelio, provocando un impulso misionero sorprendente.

Sólo en Europa, cosa increíble, no han podido llevar adelante la recepción del concilio, por lo menos en su porción occidental. Ojalá y ahora los europeos tengan la humildad de recibir ayuda de otros hermanos; pero no será fácil para ellos. Sus problemas para sintonizar con Francisco son una pequeña muestra de lo que digo. Lo entiendo. Dejar de ser el ombligo del mundo, ya no digamos de la Iglesia, les resulta indigesto. 

Hoy, digámoslo con alegría, las guerras posconciliares han terminado. Son otros tiempos. Las tormentas han pasado y la nave de san Pedro navega en los mares procelosos de nuestros días. Francisco, el Papa latinoamericano, no es una excepción, sino la muestra de andar de la Iglesia a lo largo de la última centuria.

Ahora bien. Los católicos, obvio, somos personas de grandes limitaciones y, para los refinados gustos de los intelectuales, incluso medio chabacanos. Esto no tiene solución. En contrapartida, confiamos en el buen Jesús y contamos con su Palabra, con la oración, la religiosidad sencilla del pueblo, los sacramentos y esta enorme familia que es la Iglesia.

Por eso, trato de explicarme, hago tanta oración, acudo a misa, frecuento los sacramentos y, a mi clase-mediera forma, hago mis peregrinaciones familiares a lugares santos, en uso de este híbrido moderno llamado turismo religioso. Soy consciente de mis limitaciones y, sin más, pongo mi confianza en Jesús y en su Iglesia la cual, como dijo Chesterton, no es el museo de los santos, sino un gran hospital de pecadores en proceso de rehabilitación.

Por lo demás, siempre habrá mala hierba, la infaltable cizaña, asunto que nos obliga a mantenernos alertas. Ya lo dijo el Papa Francisco. El problema no es el pecado, sino la corrupción.  

Pues bien, yo soy hijo del proceso derivado del Concilio Vaticano II. Viví la crisis y sus grandes turbulencias en carne propia. Una auténtica tormenta espiritual. No fue sencillo y las confusiones se apoderaron muchas veces de mí, lo que incluyó incursiones serias y honestas en el ateísmo. La mayoría de mis amigos, entrañables si los hubo, mejores católicos de lo que yo alguna vez podré llegar a ser, se fueron.

Algunos, muy pocos, guardan cierta nostalgia por la alegría de la fe, la amistad de Jesús y la belleza de los sacramentos. Tal vez ahora, pasadas las guerras posconciliares, con una Iglesia que retoma su misión con valentía, visible en el testimonio del Papa Francisco, pudieran reencontrar la frescura de la fe.

Al final del artículo referido, entre los comentarios, se puede leer: “I’m not Catholic but I absolutely love Pope Francis”. ¿Cómo explicar que Francisco es tan sólo un mensajero, que él no es el importante, ni quiere ser protagonista?  Hoy, cuando la tradición por sí misma resulta insuficiente para transmitir la fe, sólo el testimonio puede ganarse el respeto de los jóvenes, dentro y fuera de la Iglesia. En ocasiones, más veces de las que suponemos, es suficiente para provocar un encuentro. Lo demás hay que dejárselo a Dios y esto, siempre, es lo más difícil.


Tags:
jovenespapa francisco
Apoye Aleteia

Usted está leyendo este artículo gracias a la generosidad suya o de otros muchos lectores como usted que hacen posible este maravilloso proyecto de evangelización, que se llama Aleteia.  Le presentamos Aleteia en números para darle una idea.

  • 20 millones de lectores en todo el mundo leen Aletiea.org cada día.
  • Aleteia se publica a diario en siete idiomas: Inglés, Francés, Italiano, Español, Portugués, Polaco, y Esloveno
  • Cada mes, nuestros lectores leen más de 45 millones de páginas.
  • Casi 4 millones de personas siguen las páginas de Aleteia en las redes sociales.
  • 600 mil personas reciben diariamente nuestra newsletter.
  • Cada mes publicamos 2.450 artículos y unos 40 vídeos.
  • Todo este trabajo es realizado por 60 personas a tiempo completo y unos 400 colaboradores (escritores, periodistas, traductores, fotógrafos…).

Como usted puede imaginar, detrás de estos números se esconde un esfuerzo muy grande. Necesitamos su apoyo para seguir ofreciendo este servicio de evangelización para cada persona, sin importar el país en el que viven o el dinero que tienen. Ofrecer su contribución, por más pequeña que sea, lleva solo un minuto.

ES_NEW.gif
Oración del día
Hoy celebramos a...




Top 10
Ver más
Newsletter
Recibe gratis Aleteia.