Casi todo el mundo ha visto a un aparecido o conoce a alguien que lo ha visto…Los aparecidos
Casi todo el mundo ha visto a un aparecido o conoce a alguien que lo ha visto. Los aparecidos forman parte de nuestra cultura mexicana y, seguramente, de la cultura de todos los pueblos del mundo. Los muertos que se aparecen han contribuido a la literatura y ahora contribuyen al cine que ha sabido explotar esa rica veta popular y, desgraciadamente, ha contribuido a añadir notas extravagantes a las creencias populares. Hollywood tiene su propia teología dictada por las ganancias económicas que le producen sus películas.
El hecho es que muchos creen firmemente en que los difuntos se aparecen y el tema forma parte de las sabrosas charlas en las que cada participante compite por contar la historia más espeluznante para quitar el sueño a los timoratos anónimos que jamás reconocerán que el miedo no los dejó dormir.
¿Existen los aparecidos o fantasmas?
Doctrina de la Iglesia
Entendemos por fantasma la aparición de un difunto desprovisto de su cuerpo físico, pero perceptible por todos los sentidos o por alguno de ellos.
La Iglesia, como doctrina segura, nos enseña que el ser humano puede hacer actos meritorios mientras tiene tiempo; cuando se le acaba el tiempo, con la muerte, ya no puede hacer nada por su propia salvación.
Nos enseña que cuando morimos, inmediatamente somos juzgados por Dios y destinados de acuerdo con nuestra voluntad manifestada libremente mientras vivíamos. Nosotros elegimos el vivir eternamente con Dios o el vivir sin Dios.
Enseña también la Iglesia Católica la existencia del Purgatorio, un estado de vida en el que nuestra alma se purifica antes de contemplar a Dios. De algún modo, el Purgatorio ya es el cielo porque implica que ya estamos salvados y esperamos la plenitud del cielo que nos coheredó Jesús.
La benditas almas del purgatorio necesitan de nuestros sufragios para poder purificarse y los que vivimos consideramos que es una obra de misericordia no sólo orar por nuestros difuntos, sino hacer obras buenas en nombre de ellos para “sacarlos” del purgatorio.
En ningún momento nos habla la Iglesia de fantasmas que se aparecen para pedirnos arreglar algún asunto que haya quedado pendiente durante su vida; pero, por otra parte, la Iglesia acepta que en algún momento un muerto puede aparecerse a los vivos.
Por ejemplo, Moisés se le aparece a Cristo en su transfiguración junto con Elías, que según la Biblia, fue arrebatado al cielo en cuerpo y alma.
Pero, por otra parte el mismo Jesús nos cuenta la parábola del pobre Lázaro y la petición del rico de que Lázaro vaya a avisarle a sus hermanos que hay un infierno para que se conviertan y el Padre Abraham se niega a enviar a Lázaro diciéndole que tienen a Moisés y a los profetas y que si no les hacen caso tampoco le harán caso a Lázaro aunque se les aparezca.
¿Es posible que un muerto se aparezca? Es posible que lo haga con un permiso de Dios, pero debemos pensar que Dios toma las cosas muy en serio y que no va a permitir que los fantasmas de los muertos pululen en nuestro mundo real.
Buscar otras explicaciones
El hecho es que muchas personas dignas de todo crédito han visto aparecidos y que este fenómeno se da con mucha, con muchísima frecuencia y que, en justicia, no podemos decir que esas personas mienten. ¿Qué es lo que sucede?
Desde el S. XIX ha surgido el interés por dar a estas apariciones una respuesta lógica y, si es posible, una respuesta científica y así ha surgido una disciplina, que todavía no es ciencia, que se llama Parapsicología. Esta disciplina no es una tomadura de pelo, por más que muchos charlatanes se llamen parapsicólogos.
Los más serios de entre ellos explican que estos fenómenos son producto de espíritus ¡encarnados!, es decir que somos los que aún vivimos los que causamos este tipo de fenómenos por el poder de nuestra mente y por la acción del subconsciente que nos hace jugarretas. Podemos producir fantasmas que no solamente nosotros vemos, sino que los ven también los que están con nosotros.
Creer en fantasmas no va contra nuestra fe, aunque sí va contra el primer mandamiento el invocar a los muertos y pedirles que contesten a preguntas dictadas por nuestra curiosidad. Esto se llama nigromancia y es una práctica común entre los espiritistas y entre los espiritualistas trinitarios marianos y por eso ya no se consideran católicos ni cristianos.
A nivel más sencillo está la ouija, que no es un juego de salón, y que algunos juegan con la ilusión de entablar comunicación con un muerto o con el demonio mismo. Por eso un católico no puede “jugar” este juego tan peligroso.
Seguiremos viendo fantasmas y seguiremos encontrándonos con personas que los ven, lo único que podemos hacer es recomendarles que hagan oración por sus muertitos para que encuentren el eterno descanso.
Artículo originalmente publicado por Desde la fe