La crisis desatada en la arquidiócesis de Boston, apenas abriendo el siglo XXI, sobre el tema de la pederastia en el clero estadounidense, comienza a cerrar un doloroso ciclo.
Según un informe de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB), dado a conocer recientemente, la Iglesia católica de este país gastó, entre junio de 2013 y junio de 2014, aproximadamente 120 millones de dólares para apoyar a víctimas de abuso sexual por parte de sacerdotes, y 30 millones en programas de prevención de la pedofilia.
El sistema legal de Estados Unidos impone cargas de indemnización de las víctimas que, probablemente, no existan en ningún otro país del mundo.
Según el informe anual de la Comisión ad-hoc de la USCCB, la mayor parte de los 150 millones de dólares se destinaron a indemnizaciones, terapias de las víctimas y gastos inherentes a los juicios y a las demandas, así como a los despachos de abogados que han llegado a acuerdos con las familias de las víctimas de esta execrable actitud de algunos sacaerdotes
Causa grave
Desde que en 2002 -en sintonía con el Papa Juan Pablo II, quien reaccionó de inmediato para enfrentar los escándalos de Boston y los que se han dado en cadena en la Unión Americana-la USCCB realiza un estudio anual sobre las denuncias presentadas al respecto en el ámbito de su competencia.
Incluso varios prelados han sido encontrados culpables de proteger a sacerdotes responsables de abusos sexuales de menores de edad; el último de ellos el obispo de Kansas City-Saint Joseph, monseñor Robert W. Finn, quien presentó su renuncia al cargo cerca de dos años después de haber sido el primer obispo de Estados Unidos condenado "por no reportar sospechas de abuso infantil cometido por un sacerdote de su diócesis".
La Santa Sede confirmó el pasado 21 de abril que el Papa Francisco había aceptado la renuncia del obispo de Kansas City-Saint Joseph de acuerdo al canon 104, artículo 2, del Código de Derecho Canónico, que establece que cuando un obispo diocesano está en incapacidad de cumplir con su cargo "por motivos de salud o alguna otra causa grave, debe presentar su dimisión".
En el caso de monseñor Finn, la "causa grave" fue, justamente, el encubrimiento de un sacerdote acusado de pederastia (el padre Shawn Ratigan, ya condenado a 50 años de prisión por pornografía infantil) de su diócesis. El Papa Francisco ha sido muy claro al respecto: no habrá ninguna tolerancia sobre las acciones de ocultamiento de quien tiene el deber de proteger de este tipo de conductas a los menores.
Cero complacencias
Según el informe de la USCCB, en el año relatado, tuvo en consideración 657 denuncias de abusos sexuales a menores por parte de sacerdotes, de los cuales 130 han sido reconocidas, 243 están todavía bajo investigación y el resto no han sido probadas.
La mayoría de las denuncias se refieren a acontecimientos que tuvieron lugar hace años, por lo que se considera que ha habido avances significativos; sin embargo, "no debemos ser complacientes con lo que se ha logrado. Debemos continuar cumpliendo nuestra promesa" de sanar lo ocurrido en 2002, dijo el presidente de la Conferencia Episcopal, el arzobispo Joseph Kurtz.
El propio monseñor Kurtz agregó, sobre este informe de la USCCB, que "la Iglesia ayudará a (…) echar luz sobre lo oscuro y a combatir el mal y los abusos dondequiera que se cometan", en plena sintonía con el Papa Francisco y sus reiterados mensajes en contra del abuso y su estrecha relación con las víctimas.
Hoy celebramos a...