La Semana Nacional de las Bibliotecas se celebró por primera vez en Estados Unidos en 1958 y es patrocinada por la Asociación de Bibliotecas del país (American Library Association, ALA, por sus siglas en inglés).
Desde entonces se lleva a cabo todos los años en el mes de abril, generalmente en la segunda semana. Es una ocasión para celebrar las contribuciones de las bibliotecas y los bibliotecarios de la nación y promover el uso de las bibliotecas de todo tipo: escolares, públicas académicas y especiales. La de este año comenzó el domingo 12 de abril y terminó el sábado 18.
Entre los diferentes eventos y actividades que tuvieron lugar durante esta semana, hubo tres que se destacaron y tienen su día fijo. El martes se celebró el “Día Nacional de los Trabajadores de las Bibliotecas”, momento en el que se reconoce la valiosa contribución que hacen los bibliotecarios al desarrollo educativo del país y se les honra por su importante labor cultural.
El miércoles fue el “Día Nacional de las Bibliotecas Ambulantes” donde se destaca el trabajo que realizan sus dedicados profesionales, haciendo posible que diferentes barrios y comunidades puedan utilizar el material que ellas poseen.
El tercer día fue el jueves, que se conoce como el “Día de la Literatura Juvenil” dedicado a presentar a los jóvenes y al público en general el crecimiento y la riqueza de este género literario.
Aunque es una celebración nacional con más de medio siglo de existencia y que incluye diferentes actividades, la prensa y el resto de los medios de comunicación le dan una pobre cobertura lo cual me parece injusto y equivocado, dada la importancia enorme que tienen los libros en la vida del ser humano y en la cultura de una nación.
Motivado por el espíritu literario que propone esta semana y teniendo en el horizonte la celebración del “Día Mundial del Libro” hoy, 23 de abril, deseo compartir algunos consejos que nos ayuden a desarrollar un buen hábito de lectura.
1. Separar un horario para leer en la casa y hacerlo con disciplina y constancia.
El ejercicio diario de la lectura hará que se convierta en una actividad habitual en el hogar, que puede incluso realizarse en familia si se busca un horario adecuado y un lugar apropiado.
Esta rutina ayudará a los miembros de la familia y sobre todo a los hijos a imitar esta conducta y desde pequeños se irán creando este saludable hábito.
Ellos imitan lo que ven hacer a los padres. Predicar con el ejemplo es vital. “El arte de leer es, en gran parte, el arte de volver a encontrar la vida en los libros y, gracias a ellos, de comprenderla mejor” (André Maurois).
2. Buscar libros apropiados para la edad de cada uno.
Leer a los siete u ocho años La Divina Comedia de Dante o las Confesiones de san Agustín provocaría un rechazo total a esta actividad, que debe ser algo agradable y entretenido.
En cambio, si leen Las fábulas de Esopo o quizá La vuelta al mundo en 80 días de Julio Verne, o los escuchan leídos por sus padres, resulta una experiencia placentera y enriquecedora para todos.
La introducción a la lectura debe ser progresiva, con contenidos divertidos y fáciles de asimilar. Otro aspecto importante de este punto y válido para cualquier edad es cuidar el contenido de lo que se lee.
Hay que saber separar “el trigo de la paja” para evitar caer en los errores y las trampas que aparecen en muchos de los libros que ahora se publican. “Un libro hermoso es una victoria ganada en todos los campos de batalla del pensamiento humano” (Balzac).
3. Realizar visitas a las librerías y las bibliotecas.Participar en actividades literarias.
De la misma forma que se va al cine, al teatro o a un espectáculo deportivo, es necesario visitar con frecuencia las librerias y bibliotecas para rodearse de un ambiente literario y estar actualizado en cuanto a autores, publicaciones recientes, actividades educativas que se estén celebrando, etc, etc.
Las ferias de libros son también una excelente oportunidad para disfrutar con la familia, profundizar en el gusto por la literatura y conocer escritores y libreros de diferentes países. También aquí se pueden comprar libros a buenos precios. “Un hogar sin libros es como un cuerpo sin alma” (Cicerón).
4. Regalar libros a la familia y los amigos.
En vez de rompernos la cabeza buscando regalos sofisticados para los adultos y juguetes novedosos para los muchachos, regalemos un buen libro.
En la actualidad además del libro tradicional, existen los libros digitales que por lo general son más baratos, y se pueden leer en diversos dispositivos electrónicos, incluyendo algo tan común como un teléfono cellular.
Este formato digital tiene también la ventaja de que se pueden acumular muchos libros sin que resulte una carga voluminosa y pesada como sería con el libro en papel.
Cada cual puede escoger la forma que más le guste o que se adapte mejor a sus circunstancias particulares; lo importante es que no olvide que un libro es un excelente regalo para cualquier ocasión. “El regalo de un libro, además de obsequio, es un delicado elogio” (Stendhal).
Lectura espiritual
Los cristianos además del hábito de leer buenos libros de formación e instrucción en la fe deben desarrollar la sana costumbre de la lectura espiritual.
A lo largo de la historia de la Iglesia podemos encontrar muchísimos ejemplos que confirman el valor transformador que tienen los libros de autores espirtuales.
Muchos hombres y mujeres han llegado a la santidad gracias a la influencia de estos escritos y de las biografías de quienes fueron santos antes que ellos.
Dos ejemplos clásicos que todos conocemos son san Ignacio de Loyola convertido por la lectura de vidas de santos, y santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein), quien leyó de un tirón la biografia de santa Teresa de Jesús y al finalizarla exclamó: “esta es la verdad”.
En el siglo V, Pelagio le escribía a Demetrio este sabio consejo en una hermosa epístola:
“Debes leer las Sagradas Escrituras teniendo en cuenta que se trata de la Palabra de Aquel que no se contenta con que se conozca su ley, sino que quiere que se lleve a la práctica. No sirve para nada saber lo que hay que hacer, si no se hace.
El mejor modo de hacer la lectura espiritual es utilizarla como un espejo, para que el alma se mire y descubra así los defectos, para corregirse, y las virtudes, para aumentarlas.
La lectura debe ser interrumpida frecuentemente por la oración, para que el alma, que ha quedado unida al Señor, vaya encendiéndose cada vez más.
Lee a veces la historia sagrada, para instrucción; otras veces, deléitate con los salmos de David, o aprende de la sabiduría de Salomón; otras veces, siéntete movido al temor de Dios por los reproches de los Profetas; y, por fin, la perfección que se encuentra en el Evangelio y en la doctrina de los Apóstoles te unirá a Cristo con la santidad de todas las costumbres.
Apunta en la memoria los propósitos, y acuérdate de ellos; y sigue meditando luego también en lo que necesitas profundizar… Sin embargo, la lectura espiritual no debe superar el tiempo prudentemente fijado”.
Invito a todos a leer un buen libro y a poner en práctica estas sabias palabras de Pelagio.
Hoy celebramos a...