Una sugerencia importante para los padres y profesoresCrímenes, guerras, terrorismo y violencia forman parte del mundo que los niños tienen que descubrir. La confrontación entre un mundo seguro y protector y el mundo real puede traducirse en dudas y miedos. Y las preguntas empiezan a surgir en cascada. ¿Cómo pueden los educadores responder a los niños? ¿Cómo colocarlas ante lo inevitable sin que esto los deje paralizados?
El hombre y el mundo están hechos de contrastes, entre bien y mal, acierto y error, paz y guerra, extremismo y tolerancia, y, aunque lo intente, sería casi imposible intentar ahorrar a los pequeños esta dicotomía. Pero ¿significa esto que los niños deben estar expuestos a todas las violencias?
En los últimos meses, la Historia de la humanidad se ha construido también con actos particularmente difíciles de asimilar: personas asesinadas por una opinión expresada, personas perseguidas por la religión que profesan, niñas raptadas, maltratadas y muertas, cuyo “crimen” fue ir a la escuela, o niños, muchos niños, asesinados y algunos utilizados como bombas.
No siempre es fácil percibir dónde esta la frontera entre el contacto deseable con la realidad y la información en exceso, entre lo que es esencial y lo que es “sensacionalista”, entre lo que es necesario y lo que no lo es.
Esta gestión debe, en primer lugar, “ser hecha por los educadores”, empieza diciendo Bento Sério, psicólogo.
Y hay aspectos a tener en cuenta. La exposición a la violencia debe tener “algunos filtros”. “Hay cosas que, si los niños son muy pequeños, hay que tener cuidado en lo que se les muestra, en lo que se les dice”.
Eso no es lo mismo que apartar al niño de la realidad o mantenerle en una “paz falsa”, continúa el psicólogo. También porque en algún momento, el niño podría confrontarse con la violencia, posiblemente sin el encuadramiento deseable por parte de un adulto. “La paz que la ignorancia mantiene puede ser rápidamente destruida cuando la información llega de forma inadecuada”, por ejemplo, a través de otros niños y sin la debida contextualización.
Comparte esta opinión Maria da Conceição Moita, educadora infantil que, en una entrevista por correo electrónico, explicó que, en consonancia con la fase de desarrollo del niño, puede no tener sentido exponer a los niños a determinadas imágenes. “No tiene sentido que vean telediarios (u otros programas…) cuando no tienen capacidad de distanciamento crítico, cuando aún no tienen posibilidad de entender el contenido de la noticia y sólo ven imágenes que les sugieren algo que les perturba”.
La educadora explica también que, cuando ya consiguen comprender lo que se les presenta, los educadores deben acompañar a los niños en materia de violencia. “No sólo les da seguridad, sino que puede ser una ayuda fundamental para entender lo que van a ver u oír, y en la construcción de un sentido crítico que no deje a los niños “desamparados” ante una situación que puede ser para ellos muy agresiva y chocante”.
“Conozco familias en que todos ven el telediario juntos, lo que propicia el comentario compartido y que surjan preguntas. El abandono de los niños delante de un televisor es lo que me parece muy negativo”, continúa.
En las explicaciones dadas por los educadores, Bento Sério considera que hay también otros factores a los que los adultos deben prestar atención, sobre todo a lo que el niño ya sabe sobre el tema, “porque probablemente él ya ha oído algo, y sólo cuando preguntamos al niño lo que sabe sobre esto es cuando nos damos cuenta de qué tipo de respuesta hay que darle, sin necesidad de dar demasiada información que le confunda aún más, cuando seguramente bastaría con algo sencillo”.
Igualmente importante, en edades más jóvenes, es simplificar el lenguaje. “Si no simplificamos, probablemente después de esta cuestión vendrá otra. Tenemos que saber responder de forma clara para garantizar que la respuesta que le damos le satisface por completo”, añade el psicólogo. Además de esto, “no hay que dejar que el niño piense solo sobre el asunto, pues no tiene capacidad de abstracción” para poder “reflexionar” sobre el tema.
De acuerdo con cada momento, el niño, a medida que se desarrolla, va pidiendo explicaciones más elaboradas sobre los temas, y Maria da Conceição Moita recurre a un ejemplo práctico. “Nadie come una vez para siempre. Los niños van aprendiendo la Historia, van aprendiendo a contextualizar, van viendo las relaciones humanas de forma más compleja. Es todo un aprendizaje. Que también se hace a lo largo de la vida”, concluyó.
Bento Sério considera que, a veces, puede suceder que los niños se asusten un poco cuando se enfrentan con el lado oscuro de la realidad, pero que “siempre hay formas de deconstruir algo que no es bueno. No podemos olvidar que estamos trabajando con niños y que a veces cuesta que entiendan o acepten esa explicación de una forma más leve, no tan asustadora”.
Aún así, es posible llegar a un término medio entre el miedo y la seguridad, entre una vivencia despreocupada y adoptar algunas precauciones. Al explicar al niño episodios violentos, el adulto puede no sólo ayudar al niño a darse cuenta y protegerse de los peligros, sino también a percibir, para cada aspecto negativo, uno positivo.
Al final de la historia, lo que es importante es que el niño perciba que “no está solo”, defienden ambos especialistas, y que tenga siempre presente que “el Amor nos acompaña”, concluye Maria Conceição.
Artículo publicado originalmente por Família Cristã