El Domingo de Pascua, el primer ministro británico, David Cameron, emitió un mensaje al país, en el que enumeró los que él llamó los "valores reales" del cristianismo: “la responsabilidad, la caridad, la compasión, la humildad, el perdón y el amor". También alentó a tener “confianza” en la fe y en la defensa de las creencias.
Cameron señaló que los cristianos en otros países a menudo no son capaces de celebrar la Pascua por miedo a la persecución o muerte, y prometió que el Gobierno (o, al menos, el Partido Conservador, que lidera) haría lo posible para redoblar nuestra determinación de luchar por la libertad religiosa y la tolerancia no sólo en nuestro propio país, sino en todo el mundo.
El mensaje no se quedó en teoría sino que aborda la práctica: todos los días, “los cristianos tienen que hacer mejor las vidas de las personas", invita.
En su mensaje, Cameron hace hincapié en la vertiente social eclesial: “Las iglesias abren sus puertas a los necesitados” y “los voluntarios trabajan en las calles para ayudar a aquellos menos afortunados que ellos”, constata.
Pero Cameron –o quien le escribiera el mensaje- ha “omitido las partes duras del cristianismo, el significado teológico de la muerte y resurrección de Jesús y las obligaciones morales que acompañan a la enseñanza cristiana", observa el abogado Peter Smith.
"Quizá lo ha hecho para ser lo más inclusivo posible y atractivo para ateos, agnósticos y gente de todas las creencias y por esto ha puesto el foco en la caridad, la compasión, el perdón y el amor -prosigue-. Nadie, religioso o no, puede estar en desacuerdo con estos valores, y están en las enseñanzas cristianas, pero hay poco de “específicamente cristiano” en la manera como el primer ministro las entiende.
“Es sorprendente que el señor Camerón no haya elaborado estas creencias religiosas y las encarne: su sincretismo es político, no espiritual y es compartido por el stablishment, que tiene miedo de describirse en términos exclusivos”, rebate Smith en un análisis para Aleteia.
“Cuanto más estrechas y poco flexible sean las creencias, menos gente las comparte. Es más fácil, y la política lo require, hablar en términos vagos y universales”, destaca.
Peter Smith hace una comparación con el príncipe Carlos, el futuro rey, que dijo que en la promesa monárquica no será el “defensor de la fe” sino el “defensor de fe”, para no referirse a “la fe” como a la Iglesia de Inglaterra (anglicanos).
Ambas visiones (primer ministro y príncipe Carlos) son “un claro reflejo de muchos cristianos en Gran Bretaña”, especialmente los del “anglicanismo establecido”.
“Hablan en términos vagos en relación a las enseñanzas morales cristianas sobre la santidad del matrimonio, la familia tradicional, el valor de la vida desde la concepción hasta su muerte natural”, sentencia Smith.
“Pero no es necesario actuar así. Muchos ateos y creyentes de otras religiones no tienen la piel tan fina como creen los politicos, y no les importa añadir “Navidad” a lo que se llama “vacaciones de invierno”, asegura.
“Los musulmanes no prescinden de su teología para encontrar un sentimiento británico mayoritario, y tampoco esperan que los demás lo hagan”. Smith concluye con una demanda: “Se tiene que reevangelizar a la clase política británica”.
Hoy celebramos a...