Conoce cada rincón de mi vulnerabilidad, traspasa mi humanidad, me desnuda el alma...
Creo en la mirada de Dios,
mirada que me inunda el corazón de amor,
que me llena de entusiasmo y esperanza.
Creo en la mirada de Dios,
esa que me impulsa a salirme de mi mismo,
a crecer, a sacar lo mejor de mí.
Mirada que me invita a darme a los demás,
sin mezquindades y con todo corazón.
Creo en la mirada de Dios,
que me llena de alegría y me saca una sonrisa,
que me llena de paz y me invita a levantarme,
sacudirme la tierra y seguir mi caminar.
Creo en la mirada de Dios
que traspasa mi humanidad;
que me desnuda el alma
y conoce cada rincón de mi vulnerabilidad.
Creo en la mirada de Dios,
esa transparente, que me serena
y me hace saberme hijo…
Hijo en los brazos del Padre.
Matías Aguero
Artículo originalmente publicado por Oleada Joven