400 personas podrían haber perdido la vida en el Mediterráneo tras un nuevo naufragio de una barcaza que había partido desde Libia en busca de un sueño, de un mundo mejor. Se trata de una de las peores tragedias en el Mediterráneo tras el naufragio de una embarcación cerca de Lampedusa en 2013.
Ante este hecho, Caritas Española muestra, en un comunicado, que “no queremos ni podemos acostumbrarnos a estos hechos”.
“No aceptamos que estos dramáticos sucesos sean meras noticias que dan paso a las siguientes. Ni que se limiten a la publicación recurrente de imágenes anónimas, de cifras o de datos", destacan.
"Cada una de estas 400 personas ahogadas –entre las que hay menores de edad, muchos de los cuales viajaban solos– tenían nombre, familia. Eran dueños de su propia historia y de sus sueños. Eran seres humanos como nosotros, únicos e irrepetibles”, explican en el comunicado.
Caritas recuerda que como creyentes, “no podemos olvidar que eran hermanos y hermanas nuestras” y explica cómo la decisión de embarcar en ese peligroso viaje no fue libre: “la mayoría huían de la guerra, de las matanzas, de la sinrazón de los conflictos que difunden a diario, casi como una macabra salmodia, los medios de comunicación”.
Tras recordar las palabras del Papa Francisco con ocasión de la anterior tragedia de Lampedusa, alertan de cómo los reajustes presupuestarios en la UE han propiciado que los dispositivos de búsqueda y rescate sean "insuficientes. “¿Quién tendrá la valentía de evaluar esta decisión? ¿Cuál está siendo el precio?”, se preguntan.
Y concluyen mostrando la cultura del descarte y destacando que “estas 400 personas muertas en el mar no eran descartables, sino seres humanos imprescindibles para construir la sociedad justa y fraterna en la que creemos”