Y qué hacer ahora
En septiembre, se espera que vayan a Filadelfia cerca de dos millones de personas para celebrar el tradicional encuentro de las familias con el Papa Francisco, el Encuentro Mundial de Familias. Unos cuantos meses antes, el Tribunal Supremo de Estados Unidos determinará “el matrimonio homosexual” como un derecho constitucional.
Estos eventos tan importantes nos dan una idea de la amplia gama de puntos de vista que existen actualmente sobre el matrimonio, lo que es y lo que debería ser.
¿Cómo podemos entender el matrimonio y la familia con estas ideas tan contradictorias? Antes que nada deberíamos entender como hemos llegado hasta aquí. Casi todos los cambios que ha sufrido el matrimonio son el resultado de la revolución sexual. Veamos algunas de las consecuencias de la misma.
1. El sexo se ha divorciado de los hijos
La invención y la proliferación de las píldoras anticonceptivas en 1950 y 1960 hizo posible la difusión de la mentira de que el sexo podía ser utilizado sólo para el placer, sin consecuencias no deseadas, como los hijos.
Como lo describió san Juan Pablo II el Grande en la Evangelium Vitae, el peligro de la anticoncepción es la forma en la que coloca la realización personal en el centro del sentido de la vida y fomenta un concepto egoísta de libertad, una libertad divorciada de la verdad.
La libertad no es la capacidad de hacer lo que quieras, si no la de hacer lo que se debe hacer. Esta es la diferencia entre la libertad que te esclaviza a tus pecados o la libertad que te libera a través de la disciplina y del dominio de uno mismo.
Cuando pretendemos que el sexo sea estéril no estamos viviendo acorde con la verdad de la persona, y esto nos coloca en el camino de la autodestrucción. El hecho de que 60 millones de personas hayan sido abortadas desde 1973 es una prueba evidente.
2. El sexo se ha divorciado del amor
En su libro Three to Get Married, Fulton Sheen hace una distinción clara: “en el sexo el hombre adora a la mujer. En el amor el hombre y la mujer unidos adoran a Dios. El sexo busca las partes, el amor la totalidad”.
En la cultura occidental, omnipresente en todas las universidades de hoy, el sexo es considerado una actividad recreativa sin más significado. Esencialmente favorece los deseos del hombre mientas que deja a las mujeres desconectadas y hastiadas.
Esto ha llevado a más enfermedades de transmisión sexual y embarazos no deseados, ha aumentado la violencia sexual y ha introducido una serie de problemas emocionales y psicológicos que se han convertido en barreras para el amor auténtico.
3. El amor se ha divorciado del compromiso
El amor no se considera una acción, una promesa, un compromiso anclado y sostenido por la voluntad. Ahora se basa en una mentalidad hedonista que considera el amor como una emoción, un sentimiento intangible construido en la mente y apoyado por mariposas en el estómago y la atracción física.
Con la introducción del divorcio “sin culpa” a finales de 1970 y principios de 1980, las parejas pueden separarse sin motivo aparente, por “desamor”. Esta política legislativa se basa erróneamente en la idea de que el matrimonio se basa principalmente en el romance adulto.
4. El matrimonio se ha divorciado de los niños
Casi la mitad de los “primeros bebés” de Estados Unidos nacen de madres solteras. Para los millenials, el parto fuera del matrimonio es lo normal. Con la convivencia llega una menor estabilidad familiar que acaba produciendo familias monoparentales.
Las familias monoparentales son más proclives a la pobreza y los niños que crecen sin uno de sus padres tienden más a consumir drogas, cometer crímenes, convertirse en padres adolescentes y acabar en la cárcel.