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​Celebrar el misterio lejos de casa

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Comunidad Latinoamericana de la Diocesis de Paris

José Antonio Varela - publicado el 07/04/15

Cómo vivió la Semana Santa la comunidad latinoamericana en París

Esta Semana Santa se ha celebrado en distintas partes del mundo, poniéndole cada lugar una característica propia, sea por el idioma, las costumbres o la situación particular que le toca vivir. Y los latinoamericanos en París no han sido la excepción.

La parroquia de San Alberto el Grande (Saint Albert le Grand), que es el lugar de reunión y culto de los latinoamericanos en París y alrededores, tuvo un nutrido programa por el Triduo Pascual.

Este empezó con el Domingo de Ramos, y siguió con la misa de la Cena del Señor, en que seis niños franceses, junto a seis niños latinoamericanos, como un solo cuerpo, fueron elegidos para el lavatorio de los pies.

El Viernes Santo se alargó con una vigilia nocturna por la paz en el mundo que terminó a las 6 de la mañana, habiéndose rezado por los pueblos de Chile y del Perú que han sufrido muertes y destrucción por los fenómenos naturales; así como por la paz en los pueblos de Siria, Irak, Yemen, y en comunión solidaria con los cristianos de Oriente que viven la persecución y el martirio.

La Vigilia Pascual y el Domingo de resurrección no sólo tuvieron la alegría de la celebración ante este misterio, sino también la acogida gozosa de la comunidad a una pareja de fieles que han pedido formalizar su relación y casarse por la Iglesia, para luego servir como catequistas.

Los amigos de Dios

Y aunque los latinoamericanos cargan la propia cruz de la lejanía de la familia, o las precarias condiciones de trabajo, los consuela saber que tienen en París un lugar de culto en español.

Esto es así porque participan de los sacramentos, y pueden rendirle culto al Señor de los Milagros, a la Virgen de Guadalupe y a los santos latinoamericanos, entre los cuales se cuenta ya al próximo beato Oscar Arnulfo Romero, arzobispo de El Salvador.

La interculturalidad aquí se hace fe y vida, en la medida que los devotos migrantes conjugan su fe y veneración a "sus" santos, con la que profesan a los que Francia dio al mundo, entre los que se cuentan a san Vicente de Paul, las santas Luisa de Marillac y Magdalena Sofía o el reciente beato Charles de Foucald, entre otros.

Celebrar el misterio

Aunque los devotos latinoamericanos se encuentren lejos de sus ciudades de origen, y no puedan celebrar la fe con bailes, comparsas y cantos alegres, nada les impide vivir los días santos con recogimiento.

No podrán confeccionar sus alfombras de flores para que pase alguna de las muchas imágenes de la Virgen María o del Nazareno sufriente, ni podrán colocar sus ofrendas al pie del altar, pero sabrán celebrar con sus vestidos y hábitos engalanados, aquello que es el misterio de la redención.

Y podrán hacerlo en su idioma, junto a un pastor que les hablará y entenderá desde su óptica, como es el padre César Martín Terrones, un dominico peruano que celebra cada domingo la misa en español a la una de la tarde, y quien tuvo a su cargo toda la Semana Santa 2015.

Vivencias reales

Las voces de los fieles que asisten a San Alberto el Grande, son el mayor testimonio de cómo la Iglesia vive y celebra el misterio allí donde sea convocada.

A Lourdes, estas fechas le traen el recuerdo de cuando era pequeña, "con los santos cubiertos en las iglesias, nada de música en las radios, todo más riguroso", para vivir hoy la Semana Santa de otra manera "con más libertad de interpretación, (con) momentos de silencio para pensar en todo lo que nos ofrece el hijo de Dios".

Luis ha querido recordar que estos días son para "dedicarse a la oración y a la reflexión en los misterios de la Pasión y Muerte de Jesús, para aprovechar todas las gracias que esto nos trae".

Para la pareja de esposos Jorge y Angélica, la Semana Santa "es una ocasión especial para nuestras familias de la comunidad latinoamericana de París, ya que vienen cristianos procedentes de diferentes nacionalidades, lo que también hace nuestra diversidad y nuestra riqueza".

Finalmente una religiosa, la hermana Deisy, nos hace ver que en Paris "el latino tiene la posibilidad de vivir este tiempo fuerte, sin ser desenraizado completamente de su herencia cultural-religiosa".

Y muestra su satisfacción frente a este ambiente propicio, el cual -añade-, "tiene un gusto especial, ya que al celebrar Semana Santa fuera de su terruño y en su propia lengua, hay la impresión de que la gente se reencuentra con el real significado de este tiempo fuerte, que va más allá de simples tradiciones".

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