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Lectio Divina: Viernes Santo Ciclo B

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Aleteia Team - publicado el 03/04/15

Una guía para rezar con la Escritura esta Semana Santa
LECTIO DIVINA 
VIERNES SANTO CICLO B


Invocación al Espíritu Santo:
Ven Espíritu Santo,
Vamos a abrir la Biblia, Tú eres el autor.
Queremos que nos abras nuestra mente cerrada, nuestro corazón preocupado en otras cosas,
Y nos lleves al encuentro con Jesús, a través de su Palabra y de la oración.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros.
Amén

TEXTO BIBLICO: Juan 18, 1—19,42
«Todo se ha cumplido. Dobló la cabeza y entregó el espíritu»

 19,: Entonces se lo entregó para que fuera crucificado.

  19,: Se lo llevaron; 19,1: Entonces Pilato se hizo cargo de Jesús y lo mandó azotar. 19,2: Los soldados entrelazaron una corona de espinas y se la pusieron en la cabeza; lo revistieron con un manto rojo, 19,3: y acercándose a él le decían:
   —¡Salud, rey de los judíos!
   Y le pegaban en la cara.

  19,4: Salió otra vez Pilato afuera y les dijo:
   —Miren, lo saco afuera para que sepan que no encuentro en él culpa alguna.

  19,5: Salió Jesús afuera, con la corona de espinas y el manto rojo.
   Pilato les dice:
   —Aquí tienen al hombre.
  19,6: Cuando los sumos sacerdotes y los policías del templo lo vieron, gritaron:
   —¡Crucifícalo, crucifícalo!
   Les dice Pilato:
   —Tómenlo ustedes y crucifíquenlo, que yo no encuentro en él ningún motivo de condena.
  19,12: A partir de entonces, Pilato procuraba soltarlo, mientras los judíos gritaban:
   —Si sueltas a ése, no eres amigo del César. El que se hace rey va contra el César.

 19,14: Era la víspera de Pascua, al mediodía. Dice a los judíos:
   —Ahí tienen a su rey.
  19,15: Ellos gritaron:
   —¡Afuera, afuera, crucifícalo!
   Les dice Pilato:
   —¿Voy a crucificar a su rey?
   Los sumos sacerdotes contestaron:
   —No tenemos más rey que el César.
  19,16: Entonces se lo entregó para que fuera crucificado. Se lo llevaron; 19,17: y Jesús salió cargando él mismo con la cruz, hacia un lugar llamado La Calavera, en hebreo Gólgota.19,18: Allí lo crucificaron con otros dos: uno a cada lado y en medio Jesús.
  19,19: Pilato había hecho escribir un letrero y clavarlo en la cruz. El escrito decía: Jesús el Nazareno, rey de los Judíos.
  19,25: Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María de Cleofás y María la Magdalena. 19,26: Jesús, viendo a su madre y al lado al discípulo predilecto, dice a su madre:
   —Mujer, ahí tienes a tu hijo.
  19,27: Después dice al discípulo:
   —Ahí tienes a tu madre.
   Y desde aquel momento el discípulo se la llevó a su casa.
  19,28: Después, sabiendo que todo había terminado, para que se cumpliese la Escritura, Jesús dijo:
   —Tengo sed.
  19,29: Había allí un jarro lleno de vinagre. Empaparon una esponja en vinagre, la sujetaron a una caña y se la acercaron a la boca.
  19,30: Jesús tomó el vinagre y dijo:
   —Todo se ha cumplido. Dobló la cabeza y entregó el espíritu.

  19,31: Era la víspera del sábado, el más solemne de todos; los judíos pidieron a Pilato que hiciera quebrar las piernas de los crucificados y mandara retirar sus cuerpos para que no quedaran en la cruz durante el sábado.
  19,33: Al llegar a Jesús, viendo que estaba muerto, no le quebraron las piernas; 19,34: sino que un soldado le abrió el costado con una lanza. En seguida brotó sangre y agua.
  19,38: Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo clandestino de Jesús, por miedo a los judíos, pidió permiso a Pilato para llevarse el cadáver de Jesús. Pilato se lo concedió. Él fue y se llevó el cadáver. 19,39: Fue también Nicodemo, el que lo había visitado en una ocasión de noche, llevando cien libras de una mezcla de mirra y áloe.
  19,40: Tomaron el cadáver de Jesús y lo envolvieron en lienzos con los perfumes, según la costumbre de sepultar que tienen los judíos.
  19,41: En el lugar donde había sido crucificado había un huerto y en él un sepulcro nuevo, en el que nadie había sido sepultado. 19,42: Como era la víspera de la fiesta judía y como el sepulcro estaba cerca, colocaron allí a Jesús.
BIBLIA DE NUESTRO PUEBLO

   18,3: Entonces Judas tomó un destacamento y algunos empleados de los sumos sacerdotes y los fariseos, y se dirigió allá con antorchas, linternas y armas.
  18,4: Jesús, sabiendo todo lo que le iba a pasar, se adelantó y les dice:
   —¿A quién buscan?
  18,5: Le respondieron:
   —A Jesús, el Nazareno.
   Les dice:
   —Yo soy.
   También Judas, el traidor, estaba con ellos.   18,7: Les preguntó de nuevo:
   —¿A quién buscan?
   Le respondieron:
   —A Jesús, el Nazareno.
  18,8: Contestó Jesús:
   —Ya les dije que yo soy, pero, si me buscan a mí, dejen ir a éstos.
  18,12: El destacamento, el comandante y los agentes de los judíos arrestaron a Jesús, lo ataron 
  18,15: Seguían a Jesús Simón Pedro y otro discípulo. Como ese discípulo era conocido del sumo sacerdote, entró con Jesús en el palacio del sumo sacerdote.
  18,17: La sirvienta de la portería dice a Pedro:
   —¿No eres tú también discípulo de ese hombre?
   Contesta él:
   —No lo soy.
    18,19: El sumo sacerdote interrogó a Jesús sobre sus discípulos y su enseñanza.
  18,20: Jesús le contestó:
   —Yo he hablado públicamente al mundo; siempre enseñé en sinagogas o en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada en secreto. 18,21: ¿Por qué me interrogas? Interroga a los que me han oído hablar, que ellos saben lo que les dije.

  18,22: Apenas Jesús dijo aquello, uno de los guardias presentes le dio una bofetada y le dijo:
   —¿Así respondes al sumo sacerdote?
  18,23: Jesús contestó:
   —Si he hablado mal, demuéstrame la maldad; pero si he hablado bien, ¿por qué me golpeas?
  18,25: Simón Pedro seguía junto al fuego. Le preguntan:
   —¿No eres tú también discípulo suyo?
   Él lo negó:
   —No lo soy.
  18,26: Uno de los sirvientes del sumo sacerdote, pariente de aquél a quien Pedro había cortado la oreja, insistió:
   —¿Acaso no te vi yo con él en el huerto?
  18,27: Pedro volvió a negarlo y en ese momento cantó el gallo.

  18,29: Pilato salió afuera, a donde estaban, y les preguntó:
   —¿De qué acusan a este hombre?
  18,30: Le contestaron:
   —Si éste no fuera malhechor, no te lo habríamos entregado.

  18,33: Entró de nuevo Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le preguntó:
   —¿Eres tú el rey de los judíos?
  18,34: Jesús respondió:
   —¿Eso lo preguntas por tu cuenta o porque te lo han dicho otros de mí?  18,38: Le dice Pilato: —¿Qué es la verdad? Dicho esto, salió de nuevo a donde estaban los judíos y les dijo: —No encuentro en él culpa alguna. 18,39: Y ya que ustedes tienen la costumbre de que ponga en libertad a un preso durante la fiesta de la Pascua. ¿Quieren que suelte al rey de los judíos?
  18,40: Volvieron a gritar:
   —A ése no, suelta a Barrabás. Barrabás era un asaltante.

LECTURA: ¿Qué dice el texto?



Hoy es viernes Santo, es el día de la Cruz, la misión de Cristo asumida plenamente a través de ella. Hoy la Iglesia no celebra la misa, sino que adora la Cruz, de la que por ella nace la eucaristía, y la vida nueva que nos salva del pecado de la muerte. No se adora a la cruz como una simple madera, es para los cristianos el árbol de la vida, que nos redime y renueva.

La lectura de este día nos introduce en el largo camino de Jesús a la cruz, el camino a la aceptación de su “hora”. En cada versículo es notoria la descripción que hace el autor del evangelio, en este caso San Juan, sobre la dimensión humana de Jesús, sus dolores, padecimientos y preocupación. El tambien experimenta la soledad, la angustia y hasta la sed. En este camino particular de Jesús a la cruz, nos acerca a nuestra propia realidad de dolor y sufrimiento, de caída y elevación, de cansancio y de sed.


Este es el día del silencio de la cruz, silencio que lleva en sí mismo el peso del dolor del hombre rechazado, oprimido y aplastado; por el peso propio del pecado, que envenena el alma. Es el silencio del viernes que espera el clamor del domingo, es el día del fracaso que espera la victoria, es el día de la muerte que espera la vida, es el día de la noche que espera ver la gran Luz.

La imagen de Jesús en la cruz es la máxima expresión del amor de Dios a sus hijos, un amor que es capaz de darlo todo, incluso a su tesoro más preciado, el hijo único de Dios. La cruz es la gran pedagoga del amor, que no es otra cosa que entrega y donación hasta el límite. Tambien es la entrega del hijo al Padre, “en tus manos encomiendo mí espíritu”, porque todo estaba cumplido.

Tengamos presente que en el camino de la Cruz de Jesús, junto a él estaba su Madre María, que desde ese momento es Madre nuestra, en aquellas palabras que les dijo a Juan “Ahí tienes a tu Madre”. Esta es la última invitación de Jesús, a ser como el discípulo a quien Jesús amaba, que lo acompaño hasta el último momento, y preparo un lugar en su casa para recibir a María, madre de Jesús y madre nuestra.

MEDITACION: ¿Qué me dice a mí el texto?


Nos preguntamos para profundizar en nuestra vida estas palabras de Salvación:

  1.  ¿Como vivo este momento trascendental en la historia de la salvación, y en mi propia historia? ¿Lo vivo como un espectador desde la ventana, o intento adentrarme al misterio de la Pasión? ¿Comprendo que la muerte de Jesús, me tiene a mí tambien como protagonista? ¿De que forma? ¿Entiendo que murió tambien por mí? ¿Cómo respondo a esto?
  2. La muerte de Jesús, nos redimió del pecado del hombre ¿Crucifico tambien hoy a Jesús, y de que forma? ¿Entiendo que mi pecado crucifica a Jesús, y oprime mi propia alma?
  3. ¿Me cuales de los discípulos me siento o me sentí identificado, con Juan, Pedro o Judas? ¿Entiendo que debo seguir el camino discipular de Juan, que sigue y acompaña al Maestro en las diversas circunstancias de su vida, incluso en el momento de la Cruz? ¿Qué significan para mí estas palabras de Jesús “Ahí tienes a tu Madre”? ¿Cómo es la casa (mí corazón) que le preparo a María, para que permanezca junto a mí?

ORACION: ¿Qué le digo yo al Señor?


Orar, es responderle al Señor que nos habla primero.

·       Gracias Señor por amarnos hasta el extremo, dando por nuestras vidas, tu propia vida.
·       Señor que pueda vivir este día en profundo recogimiento y oración, y preparar mi corazón para la resurrección.
·       Añadimos unas intenciones de oración.

CONTEMPLACION: ¿Cómo interiorizo el texto?


Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo del texto para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón:

«Todo se ha cumplido. Dobló la cabeza y entregó el espíritu» (Cap. 19, versículo 30)

Y de esta forma nos ponemos en contemplación.


ACCION: ¿A qué me comprometo?


Debe haber un cambio notable en mi vida. Hoy Viernes Santo debo manifestarlo como señal de mi agradecimiento por creer en Jesús, y por testimoniar que en su Pasión Él me ha redimido.

Una obra de caridad con los más necesitados, donde pueda yo dar mi tiempo a los demás será adecuado para mostrar que además de discípulo del Señor, soy Misionero.

Hno Ricardo Grzona, frp y Cristian Buiani

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