Los ateos dicen que Dios no existe, los agnósticos dicen que Dios no habla, pero los creyentes saben que en realidad Dios actúa
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En el libro del Apocalipsis, leemos:
“Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo” (Ap 3,20).
Nuestro hombre interior debe prepararse para ser visitado por Dios, y por esa razón no debe dejarse invadir por las ilusiones, por las apariencias, por las cosas materiales.
Muchos hombres y mujeres famosos, científicos, filósofos, etc., que se decían ateos, un día fueron tocados por la gracia de Dios y entregaron su corazón a Él.
Muchos volvieron a Dios contemplando las estrellas, las ecuaciones de la física y la matemática, observando las galaxias, o preguntándose sobre el significado del amor y del sufrimiento.
La evidencia innegable es esta: detrás de una novela hay siempre un escritor; detrás de un cuadro bello hay un pintor, detrás de un edificio hay un constructor, detrás de una maceta hay un alfarero…
No porque haya ciegos que no pueden contemplar la belleza del mundo, deja de ser hermoso. “El problema no está en el mundo, sino en la ceguera”, dijo Jean Guiton.
No porque algunos no creen en Dios y no lo ven, significa que no existe.
Actualmente no son pocas las conversiones, entendidas como el regreso de quien, tras una educación cristiana tal vez superficial, se alejó de la fe durante años y después redescubrió a Cristo y su Evangelio.
El Señor nunca se cansa de llamar a la puerta de los hombres, incluso la de aquellos más involucrados en contextos sociales y culturales que parecen devorados por la secularización, en una vida sin Dios.
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Puedo citar a algunos de estos convertidos: Gilbert Chesterton, Vittorio Messori, Santa Edith Stein, André Frossard, Ernesto Sábato, Francis Collins, Fiódor Dostoievski, C.S. Lewis, Narciso Yepes, Pavel Florenskij, Dorothy Day, entre muchos otros. Veamos sólo algunos.
Francis Collins
Era ateo, médico, químico y biólogo, coordinador del mayor proyecto de biotecnología que el mundo ha conocido: el Genoma Humano.
Fue uno de los responsables de un hecho espectacular de la ciencia moderna: el mapeo del ADN humano, en 2001. Un día, frente a una anciana paciente cardiaca terminal, se convirtió ante la fe de la mujer. Y dijo:
“Yo creo que el ateísmo es la más irracional de las opciones” (ver 24 de enero de 2017).
“La ciencia tiene su campo de acción en la exploración de la naturaleza, pero es incapaz de decirnos por qué existe el universo, qué significado tiene nuestra vida o lo que podemos esperar después de la muerte”.
Ernesto Sábato
Escritor, anarquista y comunista en la juventud, abatido por el sufrimiento, la pérdida de su esposa Matilde y de su hijo Jorge, volvió a Dios: “En la soledad de mi habitación, abatido por la muerte de Jorge, me pregunté sobre el Dios que parece esconderse detrás del sufrimiento”. “Me reconforta la imagen de aquel Cristo que también sufrió la ausencia del Padre”.
Fiódor Dostoievski (1821-1881)
Autor de las obras Crimen y Castigo, El idiota y Los hermanos Karamazov, estuvo preso varios años en Siberia y leyendo el Evangelio en la cárcel, se convirtió:
“Lo tuve bajo mi almohada durante mis cuatro años de trabajos forzados. Lo leía de vez en cuando, y lo leía a los demás”. Dijo: “Yo no creo en Jesucristo como un niño. Fue por la duda que logré mi alabanza”. Dostoievski escribió:
“¿Qué tendríamos que hacer si Dios no existiera, si Raquitin tuviera razón al afirmar que es una idea inventada por la humanidad? En ese caso, el hombre sería el rey del mundo. Magnífico. Pero yo pregunto ¿cómo podría actuar bien sin Dios, a quién amaría entonces el hombre, a quién cantaría himnos de alabanza?”.
El papa Benedicto XVI, en la audiencia general del miércoles 13 de febrero de 2013 narró algunos casos de personas importantes que volvieron a Dios.
Comenzó contando el caso del científico ruso ortodoxo Pavel Florenskij.
Tras una educación completamente agnóstica, al punto de actuar con verdadera hostilidad hacia las enseñanzas religiosas enseñadas en la escuela, el científico Florenskij se encontró exclamando: “¡No, no es posible vivir sin Dios”, y cambió su vida completamente, al punto de volverse monje.
Después contó el caso de Etty Hillesum, una joven holandesa de origen judío que murió en Auschwitz. Inicialmente distante de Dios, lo descubrió mirando profundamente dentro de sí misma y escribió:
“Un pozo muy profundo está dentro de mí. Y Dios está en ese pozo. A veces puedo alcanzarlo, muchas veces la piedra y la arena lo cubren: entonces Dios queda sepultado. Es necesario desenterrarlo nuevamente” (Diario, 97).
En su vida dispersa e inquieta, encontró a Dios en medio de la gran tragedia del siglo XX, el Holocausto. Esta joven frágil e insatisfecha, transfigurada por la fe, se vuelve una mujer llena de amor y paz interior, capaz de decir:
“Vivo constantemente en intimidad con Dios”.
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Otro caso que contó el Papa muestra la capacidad de oponerse a las atracciones ideológicas de su tiempo para escoger la búsqueda de la verdad y abrirse al descubrimiento de la fe. Es lo que sucedió con otra mujer de nuestro tiempo, la estadounidense Dorothy Day.
En su autobiografía, confiesa abiertamente haber caído en la tentación de resolverlo todo con la política, adhiriendo a la propuesta marxista:
“Yo quería ir con los manifestantes, ir a la cárcel, escribir, influenciar a los demás y dejar mi sueño en el mundo. Cuánta ambición y cuánta búsqueda de mí misma había en todo eso…”.
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El camino de la fe en un ambiente tan secularizado era particularmente difícil, pero la gracia actúa de la misma manera, como ella misma enfatiza:
“Es cierto que sentí muchas veces la necesidad de ir a la iglesia, arrodillarme, inclinar la cabeza en oración. Un instinto ciego, se podría decir, porque no era consciente de la oración. Pero me gustaría envolverme en la atmósfera de la oración…”.
Dios la condujo a una consciente adhesión a la Iglesia, a una vida dedicada a los menos favorecidos.
Un caso maravilloso fue el de Félix Leseur.
Este periodista francés materialista y colaborador de diarios anticlericales hizo de todo para eliminar la fe de la esposa, Elizabeth Leseur, forzándola a leer obras de autores racionalistas como Los orígenes del Cristianismo y la Vida de Jesús de Ernest Renan.
Tras la muerte de la esposa, el viudo Félix descubrió el diario de su esposa: Journal et Pensées pour chaque Jour (Diario y Pensamientos para cada día).
La lectura de estas notas impresionó a Félix Leseur, quien decidió cambiar de vida; una vez convertido, se hizo fraile dominicano y se volvió un gran propagandista de las obras de su esposa.
Además de publicar el diario en París (1917), editó Lettres sur la Soufrance (Cartas sobre el Sufrimiento), París 1918; La Vie Spirituelle (La Vida Espiritual), París 1918, Lettres à des Incroyants (Cartas a los Incrédulos), París 1922.
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Este bello caso muestra que Dios actúa siempre cuando la gente reza; incluso cuando nos pueda parecer que nuestra oración no ha tenido éxito.
Dios está siempre presente y oye cuando rezamos con fe, humildad y perseverancia. No olvidemos que Él es el Padre bueno y nos ama.
Por lo tanto, depende de nosotros “Orar constantemente” (1Ts 5,17) y jamás desanimarnos, pues, incluso después de nuestra muerte, Dios puede atender nuestra súplica.
Depende de nosotros rezar, y a Él dar la gracia cuando lo considere mejor. Sus caminos no son los nuestros.
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