No aprovecharse del dolor de las familias en accidente aéreo
Enorme sorpresa ha causado la noticia que ha facilitado el Fiscal de Marsella, Brice Robin, al informar que ha sido el copiloto del avión quien estrelló el Airbus 320 en las montañas de los Alpes “voluntariamente” causando la muerte de los 150 ocupantes del avión. El copiloto, Andreas Lubitz, de 28 años, tomó esta decisión al quedarse solo en la cabina y encerrarse en ella.
Este cambio brusco en la investigación del accidente del Airbús ha levantado varios interrogantes: ¿por qué puede suicidarse un copiloto, joven y deportista? ¿Por qué no lo hizo él solo, sino que quiso que murieran con él sus compañeros de tripulación y los 144 pasajeros? ¿Por qué quiso perjudicar también el avión y la compañía? El fiscal de Marsella asegura también que no hay ninguna conexión terrorista.
Andreas Lubitz llevaba 630 horas de vuelo y hacía tres años trabajando en la compañía GermanWings, filial de la alemana Lufthansa. Según Der Spiegel el copiloto alemán suspendió seis meses sus entrenamientos de vuelo a causa de una “depresión”.
La compañía Lufthansa afirma que el copiloto pasó todas las pruebas psicotécnicas. No se conoce por el momento la vida familiar y sentimental del copiloto. La canciller alemana Ángela Merkel afirma que “es un crimen”. Pero ¿en realidad es un crimen? ¿Se trata tal vez de un psicópata que no deja rastro en los test psicotécnicos?
Quedan todavía muchas hipótesis que aclarar sobre quién era y qué mente tenía Andreas Lubitz y, sobre todo, por qué llevó a cabo tan horrenda acción. En su página de Facebook se sabe que era deportista, amante de la música pop y los night-clubs. “No tengo ninguna explicación”, declaran sus vecinos y amigos que dicen estar “consternados”.
Hay medios que buscan hacer espectáculo del dolor
Por otro lado, y en otro orden de cosas, algunos medios de comunicación quieren aprovecharse del dolor de las familias que han perdido a sus seres queridos en el vuelo Barcelona-Dusseldorf del martes.
Hay medios de comunicación que no tienen en cuenta el principio deontológico del periodismo que es respetar a la intimidad de las personas. Y el dolor forma parte de esta intimidad.
En Francia y Alemania, los otros dos países -además de España- más afectados por el accidente del Airbus 320 existe por parte de los medios un generalizado respeto a las familias, las cuales sin querer, sin saber y sin poderlo evitar se han visto inmersas en una tragedia que les supera.
Parece que en España y en Italia hay varios medios que no tienen este respeto, y los familiares de las víctimas (50 españolas) del accidente aéreo se ven acosados por los medios de comunicación en los aeropuertos, en los hoteles y en sus domicilios.
Este tipo de periodismo no hace otra cosa que buscar el morbo que genera siempre el dolor y la muerte de seres humanos. Preguntan: “¿qué siente usted ante la muerte de su hijo?” “¿Está satisfecha de cómo le ha tratado la compañía de vuelo alemana GermanWings?”, y así sucesivamente.
El familiar ante una cámara, embargado por el dolor, no sabe qué cara poner ni qué decir y se pone a llorar, y de este modo el dolor y el llanto se convierten en un espectáculo.
Pertenecer a un medio de comunicación, ejercer de periodista, no puede ser una patente de corso para hurgar en la intimidad de las personas, para sacar del dolor de estas personas carnaza y morbosidad y así aumentar la audiencia.
El periodismo es la profesión que más códigos éticos o deontológicos tiene y al mismo tiempo es la que menos los cumple.
Es un problema de conciencia, no sólo de los periodistas, sino de los propietarios de los medios que fomentan este tipo de información, para darla a conocer a una audiencia –siempre habrá esta audiencia—ávida de noticias que especulan morbosamente sobre el amor y sobre el dolor, sobre la vida y sobre la muerte, sobre el éxito y sobre la tragedia.
Una gran capa de luto se ha extendido por toda Europa a causa de este accidente. Había 16 adolescentes de un colegio alemán que venían de un intercambio con un colegio catalán; había maridos, esposas, parejas, padres y madres, bebés, entre los pasajeros de 21 nacionalidades distintas.
Y este luto, creemos, se debe respetar y se debe rezar por las almas de los fallecidos en este accidente, así como por sus familiares vivos para que Dios extienda sobre ellos su misericordia. Habrá oficios religiosos en iglesias de confesiones cristianas diversas, en Alemania y en España.
Un aspecto que me resulta curioso es que las autoridades contratan a un número importante de psicólogos profesionales para “consolar” a las familias que han perdido algún ser querido en este tipo de accidentes. Es un hecho relativamente reciente en los usos europeos para estos casos. Los familiares, en efecto, sufren un shock, un estrés muy fuertes del que es difícil reponerse.
Los psicólogos hacen una labor buena técnicamente y serán buenos profesionales, pero no pueden enjugar la tragedia que ha dañado gravemente el alma, los sentimientos de los familiares.
Para un cristiano el refugio importante en estos casos es la misericordia de Dios que da una visión más completa del drama que viven las personas y que va mucho más allá de consejos técnicos. Un cristiano debe elevar su punto de mira y buscar la misericordia de Dios. Son necesarios los psicólogos, pero para los creyentes los consejos profesionales son insuficientes para consolar un dolor tan grande.