El 27 de junio de 2012, el Santo Padre Benedicto XVI anunciaba que el el nuevo arzobispo de San Francisco (EEUU) sería monseñor Salvatore Cordileone, nativo de San Diego. Este firme defensor del matrimonio tradicional, abogado canónico y fuerte defensor de la vida, era enviado a una de las mecas de la cultural liberal y progresista en los Estados Unidos.
Monseñor Cordileone fue uno de los diecisiete obispos católicos que firmaron la Declaración de Manhattan, una llamada a la conciencia cristiana junto a líderes católicos, ortodoxos y cristianos evangélicos, un manifesto en favor de la santidad de la vida, el matrimonio tradicional y la libertad religiosa.
Un proponente de la forma extraordinaria de la celebración eucarística, el arzobispo Cordileone heredaba una diócesis no solo multicultural, sino multi-ideológica, incluso dentro de la Iglesia.
Algunas de las reacciones inmediatas a su ordenación incluyeron el curioso significado de su nombre, en particular de su apellido “Cordileone”, Corazón de León. Para algunos, esto era profético, ya que heredaba una diócesis muy necesitada no sólo de pastor, sino también de un padre capaz de corregir, guiar y amar sin ceder ni otorgar favoritismos ni comprometer la ortodoxia de las enseñanzas de la Santa Madre Iglesia.
Y con esto el arzobispo Salvatore Cordileone, “Salvador Corazón de León”, empezó a caminar el camino de los obispos herederos de la tradición apostólica.
En la primera semana de febrero de el 2015, el arzobispo Cordileone provocó una tormenta de críticas al presentar públicamente el nuevo manual para maestros de escuela preparatoria, que incluye una sección específica para los miembros de las facultades, en la cual se les exige respetar las enseñanzas de la Iglesia en su vida profesional y privada, en particular una fuerte oposición a el aborto, los contraceptivos, la homosexualidad y las uniones de personas del mismo sexo, entre otras tendencias liberales.
El manual exige a los trabajadores someterse a una conducta moral a la par de la institución para la cual trabajan: la Iglesia católica. Esto es por demás un practica estándar para toda empresa, el exigir que sus empleados sigan un cierto código de valores y códigos éticos y de conducta.
Mas para la sociedad de San Francisco, esto cayó como balde de agua fría. ¡La locura! El arzobispo católico resultó ser en verdad católico. En menos de veinticuatro horas se reunieron casi 1500 firmas en contra de el nuevo manual habían sido recogidas.
Y es que, como en su momento el San Francisco Chronicle mencionó, el arzobispo Cordileone parecía ir en contra de la “nueva” tendencia católica empezada por el Papa Francisco. De acuerdo a los medios liberales, se suponía que de pronto la Tradición Bíblica y Apostólica estaban viviendo una transformación de base nunca antes vista.
Nada más lejano de la verdad, como menciona en su carta para los maestros, en la que dice que “todos los maestros están llamados a contribuir a crear una atmósfera de santidad, virtud y familiaridad con el Evangelio, lo cual no puede ser posible si no hay común acuerdo en las enseñanzas católicas”. Su única finalidad es crear una sola familia de fe en la cual el Evangelio es predicado de palabra y obra.
El arzobispo Cordileone ha creado una verdadera revolución, por el sólo hecho de mantenerse fiel al magisterio. La prensa secular, en particular los medios liberales, acompañados de católicos mal informados, han formado toda una campaña de desprestigio y ataque en su contra, por el solo hecho de que su posición es la misma de la Iglesia católica durante milenios.
El Evangelio no se compromete ni se rebaja por más que te ataquen y de difamen. Así como hay muchas voces en su contra, hay muchas más a su favor. Está de más pedir sus oraciones por este valiente arzobispo en medio de un mar de disidentes, y de manera específica he aquí un espacio para apoyar públicamente sus esfuerzos: http://www.catholicvote.org/sanfrancisco/