¿Es verdad que también Mitra nació de una virgen y se sacrificó como Jesús?¿Cómo se explican las analogías entre Mitra y Cristo y las evidentes similitudes entre el mitraísmo y el cristianismo? Responde don Alfredo Jacopozzi, profesor de Historia de las religiones en la Facultad teológica de Italia central.
La confrontación entre cristianismo y mitraísmo siempre ha sido un ámbito fascinante para los historiadores de las religiones. El culto de Mitra tiene orígenes muy antiguos. Mitra es un difundidísimo personaje divino indo-iraní que aparece tanto en los Veda indios como dios de la luz, subordinado al dios del cielo Varuna, como en el Avesta (colección de textos sagrados de la antigua Persia, pertenecientes a la religión zoroastriana, n.d.t.), como compañero del dios Ahura-Mazdah en la lucha cósmica contra Ahriman, el dios de las tinieblas. La reforma emprendida de Zoroastro (VII siglo d.C.) intentó eliminarlo, pero de hecho no lo logró y su veneración permaneció en la religión popular iraní.
Con la expansión del reino persa, el culto de Mitra llegó a Asia menor donde – no se sabe por obra de quien – fue helenizado y transformado en un dios ligado a los cultos mistéricos. El culto de Mitra encontró su máxima difusión en torno al siglo II y III d.C., después de que fuera abrazado por el emperador romano Cómodo (180-192 d.C.).
La confrontación con el cristianismo se hace a menudo en relación con el mitraísmo de la época romana, del que existen sólo algunos restos arqueológicos y noticias más bien parciales recogidas por los Padres de la Iglesia (Tertuliano), que en el mitraísmo veían imitaciones demoniacas del culto cristiano.
Según una leyenda iraní, Mitra habría nacido de una virgen. La iconografía romana lo hace nacer en cambio ya adolescente de una roca, la petra genetrix, rodeado de dos personajes menores interpretados por algunos historiadores como pastores que ofrecen dones.
El tema del nacimiento de las figuras divinas de vírgenes es un dato muy difundido en muchas religiones antiguas. En muchas culturas, de hecho, el calendario comenzaba originariamente en la constelación de Virgo, por lo tanto, el Sol habría nacido de una Virgen.
Muy distinto es en cambio el relato del nacimiento virginal de Jesús narrado por los Evangelios, dirigido a mostrar que la profecía veterotestamentaria de Isaías del Enmanuel, el Dios con nosotros, se había realizado definitivamente. Además, la presencia de pastores en el nacimiento de Mitra es un dato ya del todo contestado. Se trataría en cambio de representaciones de figuras mitológicas, Cautes y Cautopates, que junto a Mitra representan la tríada del ciclo cotidiano solar (mañana-mediodía-ocaso).
Además, siguiendo con precisión el mito, no es posible afirmar que Mitra se sacrificó a sí mismo, sino que más bien llevó a cabo el gesto heroico de matar al “gran toro” per la pace cósmica. Bien distinto, por tanto, del sacrificio de Cristo en la cruz, que se inmola a sí mismo para salvar a los hombres del pecado.
Ambas religiones usan un rito de iniciación para entrar a formar parte de la comunidad. Los dos ritos, sin embargo, son completamente diversos. El “bautismo” mitraico romano (del iraní no se tienen noticias) se expresaba en el ritual de la tauroctonia, consistente en disponer al fiel en una cavidad subterránea, cerrada por arriba por una parrilla, sobre la que se degollaba un toro, y adepto era recubierto así por la sangre del animal. Hay que afirmar que de este rito, más allá de testimonios iconográficos, no se tienen otras informaciones sobre el significado teológico y sobre su desarrollo efectivo.
El bautismo cristiano retoma en cambio el bautismo de Jesús por parte del Bautista usando el símbolo del agua y la inmersión, sólo el agua y la inmersión; sólo en una fase sucesiva viene asociado el significado teológico de la participación en la muerte y resurrección de Cristo.
Ambas religiones presentan un fuerte componente ético como compromiso constante de la criatura en la lucha para realizar el bien. El mitraísmo, que asume una terminología típica del ambiente militar, ve en el fiel un soldado que combate su guerra contra el mal demoniaco, en la seguridad de ser asistido por el dios socorrible, que se pliega a la oración de quien le invoca.
El conflicto entre bien y mal no duraría eternamente, pero al final del tiempo, Mitra triunfaría, separando a los buenos de las malvados, dando a los primeros la inmortalidad y destinando a los demás a la destrucción total. Se trata de un esquema de salvación presente en todas las religiones monoteístas o dualistas y el mismo cristianismo asume un esquema de este tipo.
Pero, si bien siempre es difícil establecer las analogías y comprobar a nivel doctrinal en qué medida ha habido una influencia entre los dos ámbitos religiosos, no puede dejar de reconocerse una real relación de equivalencia ideológica en relación al sentido militar del servitium, de la dedicación, de la abnegación moral que están en la base del credo cristiano de los primeros siglos y de la religiosidad mitraica. Probable signo de que ambas religiones estaban más bien difundidas en ambientes militares, de esclavos y de pobres.
Dicho esto, los presuntos “paralelismos cristianos” presentes en el mitraísmo romano, nacieron al menos un siglo después que los textos neotestamentarios, por tanto, demasiado tarde para decir que el cristianismo tomara prestada alguna idea del mitraísmo. Si acaso, es extremamente probable que sucediera al contrario.