La Cuaresma está llegando a su fin.
No olvides a Aleteia en tu ofrenda cuaresmal
para que brille la esperanza cristiana.
¡Apoya a Aleteia!
El pasado fin de semana, como cada sábado por la tarde, hubo tarde de cine en casa. Los "clásicos" son una excelente opción para ir adentrando a los niños en el maravilloso mundo del cine y, a la postre, de la vida. Películas con diálogos bien trazados, personajes bien definidos y situaciones diversas, controladas, que dan a pie a hablar de una multitud de temas. La película elegida esta vez fue la archiconocida "Cuando ruge la marabunta" (The Naked Jungle), con Charlton Heston y Eleanor Parker.
Cuando la película iba llegando a su fin y la tensión iba creciendo, interpelé a mi hijo pequeño, el cual ni parpadeaba, y le pregunté si le gustaría vivir en la selva. Su respuesta fue contundente: "- Sí, porque yo no le tengo miedo nada." El sentimiento que me generó fue agridulce. Inmediatemente me vinieron a la cabeza las palabras que el Rey Arturo le dirigió a Lanzarote en la película de "El Primer Caballero" (First Knight), con Sean Connery y Richard Gere: "- Quién no teme nada es que no ama nada."
¿Cómo tratar el miedo? ¿Cómo gestionarlo? ¿Cómo empezar por nosotros mismos para luego poder educar correctamente y sanamente a nuestros hijos?
El mismo Jesús tuvo miedo, aquella trágica noche en Getsemaní, por lo que es fácil suponer que el miedo es una emoción tremendamente humana. El miedo es libre y difícilmente comparable. No somos iguales ni el miedo nos acechará, por tanto, de la misma manera. No tenemos miedo a las mismas cosas aunque tal vez hay algo en común: siempre se da la pérdida. Miedo a perder la paz, miedo a perder la posición social, miedo a perder a un ser querido, miedo a perder la compañía, miedo a perder la vida, miedo a perder la salud… Parece que quién no tiene miedo es porque nada tiene que perder. Pero entonces, ¿cómo conjugar las palabras de Jesús Resucitado?: "- No tengáis miedo".
Que mi hijo Juan diga no tener miedo a nada me inquieta, porque me da miedo que no tenga nada que perder. Por otra parte, ojalá crezca en su vida la certeza de que a Jesús nunca lo va a perder y, por tanto, nada hay que temer. Y ojalá, a su lado, crezca yo también.
@scasanovam