¿Qué tipo de mujer-esposa-madre-trabajadora eres tú?
“La tarea específica de las mujeres en épocas de cambio es procurar que no sean olvidados los componentes naturales de la sociedad: los seres humanos”(1).
En esto de la mujer-esposa-madre-trabajadora (dentro o/y fuera de casa) no es todo blanco o negro; hay un sinfín de matices grises, tantos como mujeres y circunstancias.
Ya lo decía Ortega y Gasset en aquella famosa expresión: "Yo soy yo y mi circunstancia (familiar, culturar, empleo, vivienda, movilidad geográfica, habilidades intelectuales, momento histórico, ambiente, cualidades, defectos…), y si no la salvo a ella no me salvo yo".
De ahí que no podemos, me parecería una osadía por nuestra parte, comparar a una con otra, juzgar, y mucho menos, imponer nuestro criterio sin tener el corazón y la mente abierta. Sí, sí, han oído bien, un corazón muy abierto, muy grande y muy generoso. Puesto que muchas veces las cosas no son como las percibimos.
En estos tiempos que corren el modelo de mujer-esposa-madre-trabajadora ha cambiado. Es más, podríamos decir que ha supuesto una verdadera revolución que reclama cambios estructurales en las instituciones políticas, económicas, culturales y sociales.
“La sociedad está hecha por seres humanos que nacen, se educan y aprenden el arte de la humanidad, del trabajo y de fraternidad, en la familia natural, formada por un hombre y una mujer que se esfuerzan por amarse y tienen a sus hijos como prioridad en sus vidas. Por ello esta revolución dejará en pie a las sociedades que legislen primando el valor del ser humano, especialmente de aquellos más necesitados; que promuevan y apoyen la familia natural donde los padres puedan libremente y sin angustias económicas, elegir el número de hijos, y ofrecerles el cuidado que necesita su educación; la sociedad que vuelva a valorar la maternidad femenina como uno de los hechos que más realiza a la mujer, como nunca lo hará la adquisición de un bien económico”.(2)
“En lugar de preguntar “¿Cómo encaja la maternidad en mi vida?” debemos animar a nuestras hijas a preguntar: “¿Cómo ajustar mi vida a la maternidad? Aspirar a tener una familia es un objetivo que debe ser exaltado, no censurado."(3)
Y para ello, todos, mujeres y hombres, tenemos un gran desafío por delante: un análisis profundo de lo que significa ser mujer (la grandeza de la dignidad y su maternidad), y cómo no, su aportación indiscutible en el ámbito familiar, laboral y social.
Una mujer como igual pero diferente, distinta pero complementaria al hombre. Una mujer que se sabe portadora de un privilegio – su maternidad- del que la humanidad sale beneficiada, y por ello, le corresponde unos derechos, como muy bien señala J.Haaland Matláry (4): El derecho de tener el apoyo de la sociedad, el derecho a la no interferencia en la vida reproductiva, el derecho a una vida laboral sin discriminaciones, y el derecho a educar a los propios hijos.
Dicho esto, lo que de verdad necesitamos son soluciones que se adapten a las necesidades reales. Las mujeres no debemos demostrarnos nada a nosotros mismas. Las mujeres han trabajado, trabajan y trabajaran SIEMPRE dentro o fuera de casa.
Por lo tanto, todos debemos reivindicar- con orgullo y por justicia-, condiciones políticas, económicas, legislativas y administrativas que reconozcan la maternidad, protejan a la familia, y flexibilicen las condiciones de trabajo para las mujeres, no sólo para humanizar el mundo laboral, sino para compatibilizar el papel de madre y de trabajadora.
“Es urgente alcanzar en todas partes la efectiva igualdad de los derechos de la persona y por tanto igualdad de salario respecto a igualdad de trabajo, tutela de la trabajadora-madre, justas promociones en la carrera, igualdad de los esposos en el derecho de familia