Dios actúa en la humildad y en el silencio, su estilo no es el espectáculo: lo dijo el Papa Francisco en la misa del 9 de marzo de 2015 en la Casa Santa Marta del Vaticano.
En el evangelio del día, Jesús recrimina a los habitantes de Nazaret por su falta de fe: al principio – afirma el Papa – es escuchado con admiración, pero después explota "la ira, la indignación".
"En ese momento, a esta gente, que escuchaba con agrado lo que decía Jesús, pero no le gustó lo que decía a dos o tres, quizás algún murmurador se levantó y dijo: ‘¿Pero este de qué viene a hablarnos? ¿Dónde ha estudiado ara decirnos estas cosas? ¡Que nos enseñe el título de licenciado! ¿En qué Universidad ha estudiado? Este es el hijo del carpintero y le conocemos bien’".
Estalló la furia, también la violencia. "Y le echaron fuera de la ciudad y lo llevaron al borde del monte". "Querían despeñarlo".
Dios actúa en las cosas pequeñas
La primera lectura habla de Naamán, comandante del ejército siro, leproso.
El profeta Eliseo le dijo que se bañara siete veces en el río Jordán para curarse, y también él se indigna porque pensaba en un gesto más grande.
Después escucha el consejo de los siervos, hace lo que le dice el profeta, y la lepra desaparece.
Tanto los habitantes de Nazaret como Naamán – observa el Papa – "querían el espectáculo", pero "el estilo del buen Dios no es hacer el espectáculo: Dios actúa en la humildad, en el silencio, en las cosas pequeñas".
Esto –subraya– a partir de la Creación, donde el Señor no toma "la varita mágica", sino que crea al hombre "con el fango".
Es un estilo que atraviesa "toda la historia de la salvación".
"Cuando quiso liberar a su pueblo, lo liberó por la fe y la confianza de un hombre, Moisés.
Cuando quiso hacer caer la poderosa ciudad de Jericó, lo hizo a través de una prostituta. También para la conversión de los samaritanos pidió el trabajo de otra pecadora.
Cuando Él envió a David a luchar contra Goliat, parecía una locura: el pequeño David ante ese gigante, que tenía una espada, tenía tantas cosas, y David sólo la honda y las piedras.
Cuando dijo a los Magos que había nacido el Rey, el Gran Rey, ¿qué encontraron? Un niño, un pesebre. Las cosas sencillas, la humildad de Dios, este es el estilo divino, nunca el espectáculo".
La tentación del espectáculo
El Papa recuerda "también una de las tres tentaciones de Jesús en el desierto: el espectáculo".
Satanás lo invita a tirarse del pináculo del Templo para que, viendo el milagro, la gente pueda creer en él.
"El Señor –en cambio– se revela en la sencillez, en la humildad". Y concluye:
"Nos hará bien en esta Cuaresma pensar en nuestra vida en cómo el Señor nos ha ayudado, en cómo nos ha hecho salir adelante, y encontraremos que lo ha hecho con cosas sencillas".
"Así actúa el Señor: hace las cosas con sencillez. Te habla silenciosamente al corazón. Recordamos en nuestra vida las muchas veces que hemos oído estas cosas: la humildad de Dios es su estilo.Y también en la celebración litúrgica, en los sacramentos, qué bonito que se manifieste la humildad de Dios y no el espectáculo mundano.
Nos hará bien recorrer nuestra vida y pensar en las muchas veces que el Señor nos ha visitado con su gracia, y siempre con este estilo humilde, el estilo que también Él nos pide que tengamos: la humildad".