Hoy, 8 de marzo, un saludo a todas las mujeres que cada día intentan construir una sociedad más humana y acogedora. Y un gracias fraterno a las que de mil maneras dan testimonio del evangelio y trabajan en la iglesia.
Y esta es para nosotros una ocasión para reafirmar la importancia de las mujeres y la necesidad de su presencia en la vida.
Un mundo donde las mujeres son marginadas es un mundo estéril, porque las mujeres no sólo traen la vida, sino que nos transmiten la capacidad de comprender el mundo con ojos distintos, de sentir las cosas con corazón más creativo, mas paciente, mas tierno.
Una oración y una bendición particular para todas las mujeres aquí presentes en plaza y para todas las mujeres.