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Lectio Divina: Sábado II semana de Cuaresma Ciclo B

Biblia y café

© peachknee

Fundación Ramón Pané - publicado el 07/03/15

Una guía para rezar con la Escritura esta Cuaresma
LECTIO DIVINA 
SÁBADO II SEMANA DE CUARESMA CICLO B


Invocación al Espíritu Santo:

Ven Espíritu Santo,
Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros.
Amén

TEXTO BIBLICO: Lucas 15, 1-3.11B-32
«Este hijo mío estaba muerto y ha revivido, se había perdido y ha sido encontrado»


 15,1: Todos los recaudadores de impuestos y los pecadores se acercaban a escuchar.15,2: Los fariseos y los doctores murmuraban:
   —Éste recibe a pecadores y come con ellos.
  15,3: Él les contestó con la siguiente parábola:
 —Un hombre tenía dos hijos. 15,12: El menor dijo al padre: Padre, dame la parte de la fortuna que me corresponde. Él les repartió los bienes.
  15,13: A los pocos días el hijo menor reunió todo y emigró a un país lejano, donde derrochó su fortuna viviendo una vida desordenada. 15,14: Cuando gastó todo, sobrevino una carestía grave en aquel país, y empezó a pasar necesidad.
  15,15: Fue y se puso al servicio de un hacendado del país, el cual lo envió a sus campos a cuidar cerdos. 15,16: Deseaba llenarse el estómago de las bellotas que comían los cerdos, pero nadie se las daba. 15,17: Entonces recapacitando pensó:
   —A cuántos jornaleros de mi padre les sobra el pan mientras yo me muero de hambre.15,18: Me pondré en camino a casa de mi padre y le diré: He pecado contra Dios y te he ofendido; 15,19: ya no merezco llamarme hijo tuyo. Trátame como a uno de tus jornaleros.
  15,20: Y se puso en camino a casa de su padre. Estaba aún distante cuando su padre lo divisó y se enterneció. Corriendo, se le echó al cuello y le besó.
  15,21: El hijo le dijo:
   —Padre, he pecado contra Dios y te he ofendido, ya no merezco llamarme hijo tuyo.
  15,22: Pero el padre dijo a sus sirvientes:
   —Enseguida, traigan el mejor vestido y vístanlo; pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies. 15,23: Traigan el ternero engordado y mátenlo. Celebremos un banquete. 15,24: Porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido, se había perdido y ha sido encontrado.
   Y empezaron la fiesta.
  15,25: El hijo mayor estaba en el campo. Cuando se acercaba a casa, oyó música y danzas15,26: y llamó a uno de los sirvientes para informarse de lo que pasaba.
  15,27: Le contestó:
   —Es que ha regresado tu hermano y tu padre ha matado el ternero engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo.
  15,28: Irritado, se negaba a entrar.
   Su padre salió a rogarle que entrara.
  15,29: Pero él le respondió:
   —Mira, tantos años llevo sirviéndote, sin desobedecer una orden tuya, y nunca me has dado un cabrito para comérmelo con mis amigos. 15,30: Pero, cuando ha llegado ese hijo tuyo, que ha gastado tu fortuna con prostitutas, has matado para él el ternero engordado.
  15,31: Le contestó:
   —Hijo, tú estás siempre conmigo y todo lo mío es tuyo. 15,32: Había que hacer fiesta porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido, se había perdido y ha sido encontrado.

BIBLIA DE NUESTRO PUEBLO

LECTURA: ¿Qué dice el texto?


La liturgia hoy nos ofrece la lectura de la parábola conocida como del Hijo Pródigo, uno de los fragmentos más destacados del Evangelio de Lucas. Dios es descrito con los rasgos del Padre bondadoso que da a su hijo lo que le pide, y llegado el momento lo recibe con los brazos abiertos y lo perdona, de él es el mérito mayor.

Jesús comienza relatando la parábola ante publicanos y pecadores que se acercaban a Él, y ante fariseos y letrados que se escandalizaban porque Jesús los recibía y comía con ellos. La parábola comienza con un padre, que tenía dos hijos. La imagen de los dos hermanos, no es nueva si repasamos el antiguo testamento, encontramos la historia de Caín y Abel, Ismael e Isaac, Esaú y Jacob, y en todos ellos observamos la diferencia de comportamientos entre unos y otros.

La parábola pone en el centro a este hijo menor, su padre le da libertad, le concede lo que le pide, la herencia, y deja que siga su camino, sabiendo lo que podía llegar a hacer. Una vez cobrada la herencia, viaja a un país lejano, y vive los placeres, “disfruta” de la vida, hasta llegar a gastar toda la herencia. El que era de condición libre se vuelve siervo, a falta de dinero se hace cuidador de cerdos. El cerdo era para el pueblo judío,  un animal impuro, y los cuidadores de cerdos por tanto representaban el trabajo más despreciable.

De la libertad en el seno de su Padre, pasa a una falsa autonomía que tiene un tiempo limitado, que lo lleva a la esclavitud. Este hijo menor, en su condición de pobreza extrema, se da cuenta de todo lo que perdió, en su casa era un hombre libre, y hoy los esclavos de su padre son más libres que él. Al alejarse de su casa, de su padre y de su país, se aleja de sí mismo, alejándose de la verdad de la existencia.

La conversión del hijo prodigo radica en reconocer lo que perdió, en reconocer el propio error. La conversión es esto, es volver a casa, volver junto al Padre.

Es importante la imagen del hijo menor, en su ejemplo de conversión, pero mucho más aún es la del Padre, él es quien da la libertad, y con los brazos abiertos espera a su hijo, no solo lo perdona, sino que le ofrece un banquete. Por ultimo, pensemos en la imagen del hijo mayor, al principio parece actuar de forma correcta, no pide su herencia, y sigue viviendo en la casa de su padre, pero su orgullo no le permitió alegrarse de la conversión de su hermano, su corazón estaba cerrado al amor de Dios.

MEDITACION: ¿Qué me dice a mí el texto?


Nos preguntamos para profundizar en nuestra vida estas palabras de Salvación:

1. ¿Soy como el hijo menor de la parábola, que se acuerda del Padre, solo cuando la necesidad y la urgencia lo acechan? ¿Reconozco que sin mi Padre del cielo, me privo de las mayores riquezas? ¿Cuándo me equivoco de camino y reconozco mi pecado, vuelvo como este hijo menor a los brazos del Padre amoroso? ¿Lo hago mediante el sacramento de la reconciliación?

2. ¿Tengo actitudes en mi vida, como las del hijo mayor de la parábola; que posee una supuesta “fidelidad” al Padre, pero que el orgullo y la envidia, no le permiten alegrarse de la conversión del hermano? ¿Qué hago cuando tengo sentimientos de este tipo?

3. ¿Recuerdo la actitud del Padre, que con amor y generosidad, respeta la libertad de sus hijos, espera su bien, y los recibe con sus brazos abiertos? ¿Cuál de los dos hijos intento ser?

ORACION: ¿Qué le digo yo al Señor?


Orar, es responderle al Señor que nos habla primero.

·       Gracias Señor por darme la gracia de ser tu hijo.
·       Señor acompáñame en el camino de la vida, y que cuando me equivoque, pueda volver a tus brazos protectores.
·       Hacemos un momento de silencio y reflexión para responder al Señor. Añadimos unas intenciones de oración.

CONTEMPLACION: ¿Cómo interiorizo el texto?


Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo del texto para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón:

« Este hijo mío estaba muerto y ha revivido, se había perdido y ha sido encontrado » (Versículo 24)

Y de esta forma nos ponemos en contemplación.

ACCION: ¿A qué me comprometo?


Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.

Mi agradecimiento por creer en Jesús, se manifiesta con llevar la alegría cristiana a los demás. Que los demás puedan conocer también a Cristo por mi alegría y testimonio de encuentro con Cristo.

Hno Ricardo Grzona, frp y Cristian Buiani

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