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¿Cómo es que la Biblia habla de la “ira de Dios”?

The wrath of God – es

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<i style="font-family:Georgia, 'Bitstream Charter', serif;font-size:14px;line-height:23.799999237061px;">Giudizio Universale di Michelangelo. Cappella Sistina</i>

Joan Antoni Mateo - Catalunya Cristiana - publicado el 03/03/15

Se refiere al rechazo que Dios experimenta ante el mal y la injusticia, pero Él quiere salvar al pecador

Respuesta a la siguiente pregunta de un lector: Me considero una persona pacífica, aunque de vez en cuando me hierve la sangre y me dejo llevar por la ira. Cuando veo ciertas cosas, como por ejemplo el asesinato del piloto jordano, quemado vivo, me transformo y deseo de corazón la muerte de estos salvajes. Sé que la ira es un pecado capital, pero no puedo evitarlo… Por cierto, ¿cómo es que en la Biblia se habla de "la ira de Dios"? 

Cuando en la Biblia se habla de la "ira de Dios" se refiere precisamente al rechazo que Dios experimenta ante el mal y la injusticia. Dios, que es el bien por excelencia, es totalmente incompatible con cualquier forma de mal.

Dios rechaza el pecado pero quiere salvar al pecador y por eso la Biblia dice igualmente que Dios no quiere la muerte del pecador sino su conversión.

Es bueno no perder jamás el contexto global en las afirmaciones de la Sagrada Escritura.

La ira mala genera mucho malestar en la vida de las personas y en la convivencia en todos los ámbitos, debemos procurar que no nos domine.

Cuando la ira nos domina y guía la voluntad, en vez de la inteligencia, es muy mala consejera, una pasión desordenada.

Sin embargo, no siempre es así. A veces es muy buena. Actos como por ejemplo el brutal asesinato de un piloto jordano quemado vivo por terroristas del ISIS, pueden suscitar una sensación de asco y rechazo total. Sin embargo, esta ira recae sobre el acto y no directamente en quien lo comete.

Es bueno y justo desear que el asesino sea neutralizado y castigado, pero no es bueno desear directamente su muerte. Dios no quiere la muerte del pecador sino que se convierta y viva y nosotros debemos querer lo que Dios quiere.

La muerte del asesino no como fin sino, en todo caso y si no queda más remedio, como medio para detener al injusto agresor, en palabras del Papa Francisco, podría considerarse legítima, pero el uso de la fuerza debe aplicarse siempre regido por criterios morales.

Que ellos actúen bestialmente (con perdón de las bestias) no justifica que lo hagamos nosotros. Es un principio claro.

Por poner un ejemplo fácilmente comprensible: si la policía quiere detener a un asesino que ha cometido muertes, es moralmente obligatorio que lo haga, siempre que sea posible, evitando la muerte del agresor. Si no lo hiciéramos así, abriríamos la puerta a cosas muy peligrosas.


Fragmento de un artículo publicado en Catalunya Cristiana

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