Entrevista al presidente de la fundación vaticana que se ocupa del diálogo entre economía, finanzas, empresas y doctrina social de la Iglesia
La Fundación Centesimus Annus – Pro Pontifice ha presentado este 27 de febrero en la Oficina de Información de la Santa Sede su actividad en los dos últimos años a favor de la difusión de la doctrina social de la Iglesia en el mundo de la empresa, las finanzas y la economía.
Para la ocasión, Aleteia ha entrevistado a Domingo Sugranyes Bickel, 70 años, suizo, economista, presidente de la Fundación.
¿Para un empresario católico, qué es más importante: crear puestos de trabajo o producir ganancia?
No, un empresario no produce puestos de trabajo y tampoco un empresario busca únicamente la ganancia. La cosa es siempre más compleja. Ninguna empresa se ha creado sólo para que el propietario gane.
El empresario siempre tiene un proyecto más amplio que el de ofrecer trabajo a mucha gente, su objetivo puede ser crear puestos de trabajo, pero en realidad hace parte de un objetivo general más amplio que es crear una empresa.
La Centesimus Annus en 1992 reconoció que la economía de mercado, siempre que trabaje con criterios de verdad, de transparencia y de respeto de los derechos, es el mejor sistema que hay para que esto florezca; no sólo florezca una empresa sino miles y que se creen empleos para mucha gente.
¿Qué pasa cuando una empresa debe recortar puestos de trabajo?
Probablemente, la responsabilidad ética primera del empresario es asegurar la sostenibilidad de la empresa, claro porque si no, se ponen en riesgo los puestos de trabajo de miles de personas o de centenares.
¿No es un atentado contra la sostenibilidad de la economía de mercado que sociedades por acciones exploten el trabajo a bajo costo en los países emergentes?
Bueno, eso que usted expresa es una opinión. Yo creo que en muchos casos concretos las empresas multinacionales son las que observan las normas internacionales en cuanto a condiciones de trabajo y son las que mejor remuneran a su personal…
Remuneran bien en la línea alta: ejecutivos y dirigentes, ¿pero en la línea baja?
Si se confirma que en un determinado sitio, una empresa, está pagando los empleados por debajo de los estándares, pues esto hay que corregirlo porque es una injusticia.
No tiene porque ser así. En este caso, la forma de capital y de propiedad no implica necesariamente un trato mejor o peor. No lo creo. Es más una cuestión de las personas y de las normas. Y hay empresas que trabajan bien y otras que trabajan mal.
De hecho, casos malos salen todos los días en los periódicos, hay escándalos, malas prácticas, corrupción. Y es bueno que esto salga a la luz. Lo que pasa es que no se habla de todo el resto que está funcionando bien. Probablemente, a veces, las medidas que se toman son contrarias, involuntariamente, para que haya más empresas que trabajen bien.
¿Es la crisis mundial más una crisis de valores?
No entremos en causas y consecuencias, eso es muy complejo. Yo lo que le puedo decir es que, sin duda hay una crisis de valores, hay una crisis de la misma concepción del trabajo y de la virtud del trabajo que hay que recuperar. Las soluciones pasan más por apoyar y dinamizar las capacidades de la gente que por darles las soluciones hechas.
¿Aquí entra también en acción la doctrina social?
La doctrina de la Iglesia puede ayudar y los llamados del Papa tan contundentes pues hacen reflexionar.
El Papa por ejemplo dice que muchas soluciones a los problemas actuales pasan por la educación…
Eso creo que es clave. No hablamos de Alemania, donde eso funciona muy bien, pero en el resto de Europa, por ejemplo, la educación tiene unas políticas equivocadas. Hay muchos diplomados que no encuentran trabajo, hay mucha gente que no accede o accede mal a la universidad.