… son las leyes las que tienen que cambiar, no las personas
La decisión del juez federal Andrew Hanen, de Brownsville, en el Estado de Texas, de suspender temporalmente la extensión del programa Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA) y el programa de Acción Diferida para Responsabilidad de los Padres (DAPA), órdenes ejecutivas adoptadas por el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, el pasado mes de noviembre, sorprendió tanto a la Iglesia católica como a millones de inmigrantes indocumentados que estaban listos para beneficiarse del alivio migratorio.
El alivio migratorio propuesto por el presidente Obama significa la posibilidad de regularización de la estancia en la Unión Americana de cerca de 5 millones de indocumentados, la mayoría de ellos de origen hispano, que ahora penden de un hilo en su estancia en el país del norte.
Argumento legales, pero no morales
El argumento legal de Hanen fue que no se cumplieron todas las exigencias requeridas por la ley federal, por lo que se apelará la decisión, con lo cual se inicia una batalla legal que podría durar meses, e incluso extenderse hasta el próximo año de 2016, año electoral en Estados Unidos.
Al respecto, el obispo Daniel E. Flores, titular de la diócesis de Brownsville, limítrofe con la ciudad de Matamoros en Tamaulipas, dijo que el alargamiento del proceso afecta a miles de familias y que la Iglesia católica ya está lista para ayudar a los indocumentados a inscribirse al DACA o al DAPA.
“Lo que necesitamos es que el Congreso y el presidente cambien la ley, porque la decisión del juez afecta a cierta parte de la población inmigrante, pero todavía necesitamos una reforma completa para poder buscar la justicia y la misericordia para esas familias que ya por tantos años la han esperado”, indicó el obispo Flores en una entrevista reciente, publicada por El Periódico USA.
El prelado, de origen mexicano pero residente de Estados Unidos, subrayó que este tema “está tan lleno de política”, en alusión a la lucha que sostienen republicanos y demócratas con los inmigrantes y sus familias de por medio.
“El país necesita justicia para los inmigrantes también, porque ellos están trabajando pero no cuentan con la protección de la ley, o llegan hasta aquí por el miedo a la violencia en sus países de origen y no la encuentran”, abundó el obispo de Brownsville, donde se ha originado la suspensión del juez Hanen, evidentemente auspiciada por el liderazgo republicano en Estados Unidos del Estado de Texas.
La migración no es una decisión fácil
Monseñor Flores, haciéndose eco de la presión que ha ejercido el episcopado estadounidense en el tema migratorio hacia una reforma integral que proteja a las familias, dijo que para la Iglesia católica “es una cuestión fundamental de justicia y de dignidad humana; el sistema de leyes en los Estados Unidos tiene que reconocer estas realidades muy fundamentales de la condición humana y el respeto que se debe a estas personas, por lo que ya es tiempo que se haga algo”.
Con claridad el obispo de Brownsville recordó que cada familia, cada individuo, “no toma la decisión de salir de su país de la noche a la mañana; son decisiones y sacrificios que tenemos que reconocer, por lo que si a veces las personas tienen que buscar un camino fuera de la ley, es porque la ley misma no reconoce la circunstancia actual que están viviendo”.
“Si la ley misma contradice la dignidad de una persona, la ley es la que tiene que cambiar, no la persona”, afirmó, finalmente, el obispo Daniel E. Flores.