Una práctica social para promover un auténtico espíritu de penitencia
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Hay varias formas de penitencia que ayudan a educar el alma, alejarse del pecado y permanecer o regresar al camino de Dios. Una de ellas es dejar de comer carne.
Más allá del tipo de alimento, es un signo que ofrece la Iglesia para recordar y vivir el tiempo de la Cuaresma en preparación a la Pascua de resurrección.
La Iglesia católica fija unos días penitenciales en los que los católicos están llamados a dedicarse especialmente a la oración, realizar obras de piedad y de caridad y negarse a sí mismos cumpliendo con mayor fidelidad sus propias obligaciones y, sobre todo, observando el ayuno y la abstinencia, indica el código canónico.
Estos tiempos penitenciales son todos los viernes del año y todo el tiempo de Cuaresma.
En cuanto a la abstinencia de carne, los católicos están llamados a guardarla todos los viernes de Cuaresma siempre y cuando estos no coincidan con alguna solemnidad litúrgica; y el ayuno más la abstinencia el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo.
La conferencia episcopal de cada país también puede determinar el modo de observar tanto el ayuno como la abstinencia, sustituyendo en todo o en parte otras maneras penitenciales, como lo hizo el episcopado estadounidense que obtuvo permiso de la Santa Sede para que los católicos pudiesen sustituir la penitencia de los viernes del año por un acto de caridad.
Pero no a todos obliga la ley de abstinencia: de acuerdo con el Código de Derecho Canónico ésta sólo es obligatoria a partir de los 14 años de edad, mientras que el ayuno es obligatorio para todos los mayores de edad, a partir de los 18 hasta los 59.
Sin embargo, para todos la Iglesia recomienda: “cuiden sin embargo los pastores de almas y los padres de que también se formen en un auténtico espíritu de penitencia quienes, por no haber alcanzado la edad, no están obligados al ayuno y la abstinencia”.
En base a un artículo originalmente publicado por Gaudium Press